En el día de hoy seguimos adentrándonos en los últimos
meses de vida de mi bisabuelo de la mano de D. Cristóbal Cuevas, quien nos
informa cómo el escritor malagueño se siente cuando su salud se encuentra tan
deteriorada. Arturo quiere seguir luchando hasta el final de su existencia, y
no quiere que sus amigos y paisanos vislumbren su decadencia física. Sigue
luchando, sigue trabajando en su labor literaria y sigue soñando para que la
vida le resulte menos ingrata….
“Dolencias de cuerpo y espíritu lo acababan. En
febrero, su salud sufrió una peligrosa crisis que lo puso al borde de la tumba.
“La vida de Arturo – recuerda El Cronista - pasó por un riesgo
gravísimo. Reaccionó la naturaleza, y la crisis vencida – vencida con penoso
esfuerzo-, Arturo volvió a sus ocupaciones normales. Pero como el organismo no
era sino un milagro de voluntad, y la voluntad también se rinde, el cuerpo quedó
amenazado de muerte.”
El poeta está haciendo ya, aunque sea esporádicamente,
los últimos esfuerzos por superar su desmayo. Todavía intenta alguna vez
sobreponerse a su destino.
“En 1913, durante el invierno – recuerda Antonio
de Nicolás-, visité varias veces al ya muy enfermo Arturo, que gustosísimo
hacía largos paréntesis en su perseverante trabajo literario, para ver
colecciones de postales italianas y exigir detallada explicación sobre lo en
algunas reproducido. Parecía entonces olvidar su grave estado. Animábase como
por ensalmo y proyectaba largos viajes, encargándome con insistencia la
formación de itinerarios – en relación con el correspondiente modesto
presupuesto -, por si podía verificar alguno aquel mismo año. “No quisiera
morir”, decía, “sin haber estado en Italia y Grecia. Esta aspiración constante
y el escribir versos llenaban gran parte de su tiempo.”
Nota: Fotografía del Coliseo (Roma). Septiembre del 2016. Archivo ART.
Nota: Fotografía del Coliseo (Roma). Septiembre del 2016. Archivo ART.
Al terminar el invierno, pareció animarse aun más. “ Él, que en la serenidad de su optimismo, no había querido nunca reconocer la tristeza andaluza, tomaba contra ella su última actitud. Rodeábase de colores brillantes, pasaba las horas al sol, se enamoraba de la primavera.” Sobre todo, quería convencerse a sí mismo de que todavía le quedaban fuerzas, de que la enfermedad que le atenazaba desde hacia tantos años podría superarse aún.
Intentaba confiar en los médicos, en quienes,
como en el doctor Ibáñez de Las de Pinto,
esperaba encontrar los “videntes a cuya mirada descubrían muchas veces las dolencias
más pérfidas y oscuras sus casi siempre improfanados misterios.” Fiel a sus
deseos, disimulaba sus dolencias, siempre desmentidas por sus palabras, y
siempre traicionadas por su aspecto. A esto se debe el que muchos que no lo
trataban asiduamente creyeran después que su muerte había sido repentina.
En realidad, a partir de abril, su vida fue una
prolongada agonía. “Murió lentamente… Sentía una tristeza infinita en esta
despedida de su tierra. Al través de los cristales de su cuarto de trabajo
embebecíase en contemplación de los claros verdores; dejaba mecer su espíritu
en el ritmo de las canciones populares, elevadas en el atardecer; y más la
amaba mientras más su corazón, harto de sentir, cansado de ímpetus, iba
fatigándose lentamente.”
“Mi vivir es triste porque el desaliento se
enseñorea de mi espíritu”, había escrito unos meses antes a D. Francisco Such.
Nunca fue tan verdad esta afirmación como ahora. “Desmayaba su espíritu… añade
su hijo-, y en falsos alardes de salud se le veía cruzar por las calles de
Málaga como un fantasma de los tiempos idos.”
Continuará…
BIBLIOGRAFÍA:
- “Arturo Reyes. Su vida
y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García,
Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural.
C. S. I. C. 1974.
- Archivo familiar Reyes
(ART).
- “Las de Pinto. Novela
Andaluza”. Reyes, Arturo. Madrid, R. Velasco, 1908.