Licencia Creative Commons
Archivo Arturo y Adolfo Reyes Escritores de Málaga por Mª José Reyes Sánchez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

domingo, 15 de noviembre de 2015

HOMENAJE A LAS VICTIMAS DEL ATENTADO DE PARÍS (13-11-2015).


El mundo entero se siente conmocionado por los trágicos sucesos ocurridos en París este pasado viernes. La barbarie ha sembrado de terror las preciosas y románticas calles parisinas, y los habitantes y visitantes de la “Ciudad del amor”, han sido víctimas de un acto terrorista que marcará “un antes y un después” en la historia actual.



Mi bisabuelo y mi abuelo fueron grandes amantes del mundo  árabe, y se sentían profundamente atraídos por su cultura, sus costumbres, su arte, su lengua, etc.

Arturo escribió muchas poesías de estilo orientalista, y entre sus amigos, lo apodaban cariñosamente “moro”. Tuvo la suerte de trabajar durante unos meses como corresponsal de un periódico malagueño en Tánger, y permaneció en nuestro país hermano, conociendo de primera mano la cotidianeidad, y  el día a día de la vida de los tangerinos. Me imagino que fue en esta etapa de su vida cuando se sintió aún más interesado, si podía, en conocer esta gran cultura.

Por otro lado, mi abuelo Adolfo, fue también un gran estudioso de la cultura oriental, y sus obras están marcadas por hondas influencias arábigo –andaluzas. Una de sus obras, titulada: “Ideario en estampas” (1947), está cuajada de pensamientos muy bellamente expresados sobre la persistencia de lo arábigo – andaluz en nuestro carácter, costumbres íntimas, personalidad y folklore.


Probablemente mis antepasados, si vivieran en la actualidad, buscarían una fórmula diferente para intentar hacer frente al terrorismo yihadista. Probablemente querrían utilizar “la palabra”, en lugar de las armas, para defenderse de estas masacres. Probablemente abogarían por buscar soluciones pacíficas que no ensombrecieran el hermanamiento necesario entre estas dos culturas (la oriental y la occidental), por un lado tan cercanas y por otro, tan lejanas. 

Este masacre terrorista, realizada supuestamente en nombre de Alá, avergüenza a la comunidad musulmana, quienes desprecian estos actos de máxima violencia, de la misma manera que el resto del mundo. 

Todos estamos en contra del “fanatismo totalitario” que lleva años conquistando territorios en Siria, Irak o Libia. 

La humanidad asiste perpleja a este sangriento espectáculo, y vemos como nuestros políticos llevan años sin tomar cartas en el asunto, lo que ha provocado el éxodo de tantos refugiados, que han recorrido miles de kilómetros, huyendo del terror y la barbarie. Han tenido que abandonar sus casas, sus tierras, sus familias, sus trabajos. Sólo buscan la paz y la alegría en sus vidas, sólo buscan nuevas oportunidades, sólo buscan huir del miedo que no les deja vivir tranquilos en su propia tierra. Piensan que un mundo mejor es posible y quieren instalarse con sus familias en un lugar donde se sientan seguros.

Hoy queremos reivindicar los lazos que nos unen a ambas culturas, a través de una poesía de estilo orientalista que mi bisabuelo Arturo escribió, y que queremos dedicar a la ciudad de París.

ROMANCE MORISCO.


Por la puerta Tolaitola
penetra Almanzor, al frente
de sus taifas de andaluces,
de sus rudos bereberes
de sus hábiles arqueros,
de sus ágiles jinetes
berberiscos, que acaudillan
sus bravos almocademes.

Por la puerta Tolaitola
avanza, y al sol, que hiere,
cual con centellas de oro,
sus huestes, brillan sus huestes;
brillan sus ricos liwaes,
sus trompetas relucientes,
los ondulantes penachos
prendidos en los bonetes,
las resonantes lorigas,
los nevados alquiceles,
las marlotas recamadas,
los vistosos gallardetes,
las bandas y las preseas,
del amor dulces presentes;
y en la picas enhiestadas
de los bárbaros zenetes,
cien cabezas de rumíes,
que aún en sus ojos retienen
la última y rencorosa
mirada, que ni aún la muerte
pudo borrar; y tras ellos,
destrozados los arneses,
pero tan fieros y altivos,
y tan en alto la frente,
que más que los más derrotados
los triunfadores parecen,
caminan los prisioneros,
los indómitos leoneses
y los indómitos vascos;
los que no quiso la suerte
contraria, que sucumbieran
al hierro de los infieles,
que arrasaron sus castillos,
que destruyeron sus mieses,
que sus templos profanaron
y osaron a sus mujeres.

¡Gloria a Almanzor! grita el pueblo,
y ¡gloria! gritan, al verle,
en las blancas azoteas,
en los altos minaretes,
y en las verdes celosías
de los áureos ajimeces,
labios, al beso propicios,
labios, que flores parecen.

¡Gloria al Hagib! todos gritan;
más todos, al par, advierten
que nada del gran caudillo
desfrucir logra la frente;
nada su faz ilumina,
nada su espíritu enciende,
nada acaricia su pecho,
nada su pecho divierte,
y en vano la gente grita,
y en vano bulle la gente,
y en torno suyo lo aclama,
que ser dichoso no puede
en tanto suya no sea
la que sus ojos suspende
con los suyos melancólicos;
aquella en la que florecen
dos nítidas azucenas
en el seno; la que puede
hacer llorar a la aurora
de envidia; la que se mueve,
al andar, cual la gacela;
la hija, en fin , del que defiende
la frontera del cristiano,
en la margen, siempre verde,
del Tormes; por la que diera
gustoso cien y cien veces,
de Córdoba sus palacios,
de Medina los vergeles;
las bellas, gala y orgullo
y ornato de sus harenes;
sus aceros más preciados,
sus armaduras más fuertes,
sus más ricas tunicelas,
sus más bellos martinetes,
sus, del huracán hermanos,
rapidísimos corceles;
y es tanto su amor, que diera
por posar su labio ardiente
sobre sus labios de grana,
hasta el polvo que contiene
el rico cofre esmaltado
con ricas piedras de Oriente,
donde el polvo recogido
por sus fúlgidos arneses
en lides cien, atesora;
polvo que guarda y que quiere
derramen sobre su cuerpo
cuando su cuerpo ya entierren.

¡Gloria a Almanzor! gritan todos;
y ¡gloria! gritan al verle
tras las verdes celosías
de los áureos ajimeces,
labios, al beso propicios
labios que flores parecen.

Arturo Reyes.

BIBLIOGRAFÍA:

- Poesía: "Romance morisco". Poesías Escogidas de Arturo Reyes. Edición homenaje de la Caja de Ahorros Provincial. Gráficas San Andrés. Málaga, 1968.

lunes, 2 de noviembre de 2015

EL ESCRITOR ARTURO REYES Y LAS TERTULIAS EN LA MÁLAGA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX (II).


Mi bisabuelo Arturo, a pesar de ser una persona profundamente tímida, mantuvo una intensa vida social a lo largo de su vida. Prueba de ello es su archivo epistolar con más de 800 remitentes diferentes.

Como escritor ávido de nuevos conocimientos y nuevas inspiraciones, disfrutaba tanto de la compañía de sus amigos intelectuales como también le encantaba poder entablar conversación con la gente del campo o con personajes castizos de algún barrio típico de nuestra ciudad.

Hoy nuestro catedrático D. Cristóbal Cuevas, hace referencia en el libro que escribió sobre Arturo, al investigador malagueño D. Modesto Laza Palacios, y sus observaciones sobre las reuniones literarias en la Málaga de principios del siglo XX…



“Como recientemente ha recordado Modesto Laza, estas reuniones tenían lugar a la sazón en dos locales sumamente populares: el café del Senado, que abría sus puertas en la calle Granada, esquina a Moratín, y la librería de Rivas, situada en la calle de la Bolsa.

Solían acudir con cierta regularidad a tales tertulias – aparte nuestro poeta-, Salvador González Anaya, Paco Luque, Ricardo Barroso, Salvador Rueda, Pepe Blasco y Ricardo León, a quien todos reconocerían con el tiempo sobre todo cuando, en 1915, ya muerto Reyes, fue elegido académico de número de la Española – una cierta preeminencia.

“Aquellas reuniones – escribe Laza- eran muy complejas, pues no tenían presidencia designada y podía concurrir desde cualquier estudiante, como yo, a venerables ancianos, cuya venerabilidad era universalmente reconocida, aunque no ocurría lo mismo con sus opiniones, que eran crudamente debatidas.”

El simple recuerdo de estos hechos basta a demostrar el error de los que suponen, apoyándose en datos de la prensa no malagueña, que muchas veces escribía de oídas, que Arturo, una vez contraída la enfermedad que acabaría con su existencia, se mantuvo perpetuamente recluido en su casa, o incluso postrado en su lecho y esclavo de sus achaques.

En realidad, gozaba frecuentemente, sobre todo al principio, de periodos de mejoría, en los que parecía recobrar el vigor perdido, trabajaba con entusiasmo, frecuentaba sus ambientes habituales y volvía a ser el de siempre, hasta que un repentino agravamiento de sus males lo postraba de nuevo por una temporada. En este alternar de salud y enfermedad ha de transcurrir el resto de sus días, y en ellos, como ya hemos dicho, llevaría a cabo el escritor malagueño una parte esencial de su producción literaria.”

Continuará…

BIBLIOGRAFÍA:

- “Arturo Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García, Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural. C. S. I. C. 1974.
- Modesto Laza Palacios: “Malagueños olvidados”. Periódico Sur. Málaga. 20.III. 1973.
- Archivo familiar Reyes (ART).