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Archivo Arturo y Adolfo Reyes Escritores de Málaga por Mª José Reyes Sánchez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

sábado, 8 de junio de 2024

CUENTO: DE MAR Y TIERRA. AUTOR: ARTURO REYES.

 Mi vida desde pequeña siempre ha estado muy ligada al mar, pues tuve la gran suerte de ser una vecina cercana a este inmenso espacio que tantas aventuras y diversiones me procuró durante mi infancia y juventud.

Asimismo también la pesca ha sido una afición que ha sido practicada en mi familia a lo largo de varias generaciones.

A mi padre le encantaba pescar, y recuerdo como cuando se tomaba sus vacaciones estivales, solía salir casi todas las tardes después de comer, en su pequeña barquita de madera celeste y con sus chambeles, retornando a su destino, nuestra casa, cuando la noche caía. 

Éramos pequeños y la familia esperaba impaciente y con los brazos abiertos su retorno. 

En primer lugar porque a menudo se les rompía el pequeño motor, y tenían que volver varios kilómetros a remo, con la consiguiente preocupación de mi madre cuando anochecía y no estaban de vuelta, y en segundo lugar porque solían venir cargados de besugos, voraces, pargos, arañas, etc. que nos mostraban con toda su alegría y satisfacción. Por la noche recuerdo las veladas todos alrededor de la mesa felices y hambrientos, esperando a que mi madre terminara de hornear los besugos. Verdaderas delicias que mi paladar nunca olvidará. 

Mis hermanos fueron desde pequeños verdaderos aficionados a bucear, coger pulpos y casi siempre alguno de ellos también solía acompañar a mi padre a pescar. A ellos también se unía mi querido tío Adolfo, y cuando me dejaban yo también me incluía en el pack.

Esta afición a la pesca fue pasando de padres a hijos, y entre mis hermanos, el mayor, Juan Carlos, también ha sido desde siempre el más apasionado en la práctica de este deporte. En segundo lugar mi hermano Arturo y el más pequeño, Dolfi, siempre se mareaba, por lo que no podía disfrutar de estas bonitas experiencias.

La tercera generación, mis sobrinos Juanillo, Luis y Arturo, también han heredado esa afición a la pesca, disfrutando de vez en cuando en familia de días de ocio en alta mar.




En esta nueva generación, ha destacado por su amor a esta afición mi sobrino Arturo, de 33 años, que lleva practicado este deporte desde muy pequeño. Comenzó cogiendo pulpos con cinco o seis años, y en la actualidad se aventura en las profundidades para capturar piezas de gran tamaño entre las costas de Cádiz y Málaga. 

A mi sobrino Arturo le apasiona salir con su zodiac, y con su pequeña pero flexible caña de pesca Falkor, con la que atrapa enormes pargos, meros, dentones, corvinas, samas, gallinetas, etc. Parece increíble que pueda coger esas enormes piezas, a veces casi tan grandes como él. 

Una similitud con el libro “El viejo y el mar”, de Hemingway, en el que la lucha entre el hombre y la naturaleza es constante pero el ser humano con su constancia, perseverancia y tenacidad sumado a las herramientas con las que cuentan: cañas de última generación, radares, cebos, etc., son capaces en última instancia de ganarle la batalla al mar.

Hace varios años y viendo su afición por la pesca en alta mar, le sugerí a mi sobrino que podría dedicarse a enseñar a los amantes de la pesca con caña, sus técnicas, sus trucos, así como los lugares interesantes donde podrían capturar sus preciados trofeos. Y a fecha de hoy ya ha conseguido su carnet de monitor y está cumpliendo uno de sus deseos: organizar clases de pesca en alta mar. Me alegro muchísimo por él, y espero poder disfrutar de una día de pesca iniciándome en esta aventura marítima.

Os dejo la información por si estáis interesados o conocéis a alguien que esté atraído por esta afición:

ESTRECHO EXTREMO: “Disfruta de tu día de pesca acompañado de familia o amigos en la costa de Málaga”. Llama para más información y reservar tu día: 686 683 373 y 636 773 767.

 Mi sobrino Arturo es un fantástico pescador y toda la familia se siente muy orgullosa y sorprendida por sus capturas. Os animo a reservar un día con él esta bonita y gratificante experiencia.

Y hoy me acerco al pasado y al presente, y mis recuerdos se dirigen hacia mi padre, mis hermanos, mis sobrinos Juanillo y Luis, mi sobrino Arturo, mi tío Adolfo, todos ellos grandes amantes del mar.

Y no puedo dejar de hablaros de mi sobrino nieto, Arturito Jr., que con solo 6 años de edad, e integrante de la cuarta generación familiar, ya sabe pescar, conoce casi todas las especies de peces, y al que su padre le ha inculcado también ese amor y pasión por la pesca y el mar.

¡Abuelo, hijos, nietos y bisnieto, toda una saga de pescadores! 

A todos ellos, y en especial a mi querido padre, les dedico hoy este cuento que escribió mi bisabuelo Arturo y que espero sea de vuestro agrado.

 

                                        DE MAR Y TIERRA

A ver, tú, Cantinero, a ver si les das un achuchón a esos bigardones, antes de que se nos venga encima el Levante.

Y en tanto dirigíase aquel a dar cumplimiento a la orden recibida, se sentó Adolfo sobre un rollo de cuerdas embreadas, rellenó la pipa con un puñado de legítimo calpense, la encendió, y tras devolver por boca y nariz densas espirales de humo, quedóse como sumergido en graves y hondas meditaciones, mirando sin ver las gentes que bullían alrededor de las abiertas escotillas y sin que lograran sacarlo de su ensimismamiento el enérgico vocear de los capataces, los quejumbrosos silbidos de la máquina, el áspero rechinar de las cadenas, el batir de los remos y los cien brutales vocablos y las cien frases ingeniosas conque amenizaban todos o casi todos la abrumadora faena.

Descendió ágil y rápido el Cantinero por la renegrida escala, y ya en la bodega exclamó encarándose bruscamente con los hombres de la cuadrilla:

—Vamos a ver si tenemos una miajita de algo y otra miajita de güena voluntá; una miajita de cá cosa, caballeros.

—Si te creerás tú que embotellar estos bombones - repúsole Pepe el Maroma al par que ponía en tensión sus poderosos músculos, metiéndole el hombro a uno de los enormes fardos, -es lo mismo que bordar en muselina.

—¡Como que va a ser menester que le diga al mayordomo que te mande un caldisopa o dos onzas de bizcochos mostachones

—¿Mosta... qué?

—Mostatiros que sus peguen por malitos que seis!

—Y seis catorce!—exclamó en tono de zumba Paco el de la Malagueta.

Le miró al soslayo el Cantinero, y cogiendo de nuevo la escala se dirigió hacia donde el capataz seguía triste y meditabundo, y díjole al llegar junto a él, al par que le colocaba sobre un hombro la encallecida mano.

-¡Pero es que no se puée saber lo que a ti te pasa hoy, que parece que te has alevantao con cólico miserere!

-¡Con ganas de mentarle a alguien la familia es como yo me alevanté esta mañana! - repúsole Adolfo bruscamente.

- Algo y más que algo apostaría yo a que tó eso es por mó de alguien que se parece mucho al Niño de la Canela.

- ¡Se le parecerá si tú lo dices!

- Vaya, y si no, dime, ¿por qué ese gachó no ha venío a trabajar hoy con nosotros?

- ¡Pos no ha venío, porque con salú que Dios me dé, ese gachó no trabajará con nosotros, tan y mientras a mí el cuerpo me jaga sombra!

- ¡Ves tú, lo que yo me temía, lo que tenía que pasar tarde o trempano!

- ¿Y por qué tenía que pasar tarde o trempano; vamos a ver, por qué tenía  que pasar? - y esto lo preguntó Adolfo con voz sorda y mirando en casi amenazadora actitud el Cantinero.

- Toma -repúsole este, encogiéndose de hombros,—porque sí, porque no hay bien ni mal que cien años dure; porque tos nos sabíamos de memoria que el Niño andaba chambeleando en tu badía; ¡ganas de malgastar tiempo y chambeles!, eso ya lo sabíamos tos también, pero es que cuando los hombres perdemos el pesqui se mos empaña la pupila y, en fin, ná, que se emperró en buscarse una cosita guasona, y que se la ha jallao, y ahora se enterará el gachó de lo que es ver encender los faroles sin un chusco en la faltriquera y sin tener con qué llevarle alpiste a los gurripatos; ahora se enterará, porque lo que es el Chinorrel, ni el Jureles, ni el Pollo de los Besugos, ninguno de esos tres gachones es capaz de meterlo en su cuadrilla, como no sea embalsamao.

- ¡Pos él lo ha querío; asín es que con su pan se lo coma!; yo he tenío pa con él más pasencia y más galga y más anclaje que nadie en el mundo; yo sabía jace ya mucho tiempo que ese mal falucho le había puesto la proa a mi bergatín goleta; yo lo sabía mu bien, pero como yo sé que la mía no es de las que se pican el embrague, y como además el gachó se contentaba cuando se trompezaba con ella con alargar el moco y agüecar la pluma, pos yo me venía jaciendo el lipendi; pero ayer se olvió ese mal barquito desarbolao del respeto que se les debe a los hombres y a las jembras de los hombres que son nuestros amigos, y se fue de un ancla y en comenzó a  garrear y... na, que yo me enteré y que no pasó naíta porque la Virgen del Carmen se empeñó en que no pasara.

- Pero, ¿quién fue el malita hora que te dio a ti la noticia?

- ¡Quién había de ser! Uno que daría un ojo de la cara por verme con el otro camino del Batatar en uno de !a tertulia; Joseíto el Calabrote!

- Tenía que ser él; si lo parió su madre pa malo y malo tié que ser jasta que arríe la bandera.

—Pos bien, como tú comprenderás, en cuantito me lo dijo, se me acabó la pacencia y me fui en busca del Niño y no lo encontré; y como no lo encontré, se me fue refrescando la sangre; y na, que me he contentao con mandarle a decir con el mismo que me trujo er paquete, que es correo seguro, que no se ponga más elante e mi presona si es que no quiee que le dé más puñalás que dan las costas coquinas.

-Pero es que el de la Canela no es hombre capaz de aguantar esa clase de recaos -murmuró sordamente el Cantinero.

- Eso creo yo también, y me alegraría que no lo aguantara; me alegraría de que viniera a buscarme, que no te puees tú figurar las ganitas que tengo yo ya de enterarme de una vez de si pisa u no pisa ese gachó tanto como cacarea.

Y al decir esto se incorporó lentamente el capataz y se dirigió hacia la escotilla para ver qué tal se ganaban el salario los que comían de su pan con el sudor de su frente.

 

                                                II

Era ya anochecido, cuando penetró lenta y gallardamente el Cantinero en la taberna de Cloto, lugar preferido per las gentes de mar y tierra para matar en él el gusanillo, ahogar en vino las desazones de la vida, prepararse para llevar a cabo alguna de sus frecuentes hombradas o para jugarse tranquilamente al tute ó al dominó cuatro chatos de solera o cuatro cortadillos del de Jubrique o del de Farajan o del de Cazalla de la Sierra.

-Aquí está ya el Cantinero -gritó al ver penetrar a este en la taberna el Pollo Cacaratusa.

- Pos llega, chavó, que ni llamao por telégrafo -exclamó el Sardinita - porque él sabrá la chipé de lo que ha pasao a bordo entre el capataz y el Niño de la Canela.

- Vaya si lo sé -exclamó el Cantinero apoyando un codo en el mostrador y echándose el sombrero hacia atrás: -¡como que lo he visto con estos mis ojos que, según dice mi chata, son dos estrellas polares!

- Vamos a ver si te dejas de pamplinas y nos cuentas lo que pasó a bordo entre dambos acorazaos; ya to sabemos lo que pasó ayer y que hoy el de la Canela se fue pa a bordo en busca del que te tiée a ti metió en un puño - exclamó en tono de broma otro de los concurrentes.

- Pos bien; dijo con acento reposado el Cantinero; lo que pasó a bordo fue que llegó el Niño y que, como Dios le dió a entender, porque ya la marejá le venía larga a cualisquiera, saltó sobre cubierta y se fue pa el Adolfo y lo miró como si fuera a retratarlo, y asín que se jartó bien de estudiarle el perfil, le dijo que él no iba allí na más que pa decirle que tenía pa él dos copas y dos botellas y dos garrafones y dos puñalás en la ingle o en el sitio y lugar que más fueren de su gusto.

Naturalmente Adolfo no se puso ni amarillo ni colorao, y le contestó que se viniera pa tierra, que él, en cuantito arrematara, se vendría pa el muelle en busca de su presona.

El de la Canela no dijo ni pío y se fue pa la escala y llamó al del bote, pero aquello de tomar el bote no estaba mu mollar que digamos, y tan no estaba mu mollar, que cuando el Joseíto quiso saltar a él, llegó una ola, se le resfalaron los pinreles al mozo en las chumaceras, y pataplún, hombre al agua.

Como es natural, al verlo caer se armó a bordo el jollín número uno, y este corre pa acá y el otro corre pa allá, y uno tira al agua un cabo y otro tira un salvavía y otro lo primerito que coge, y tan y mientras, el de la Canela, que había vuelto a sacar la coronilla, volvió a hundirse como si tuviera plomo en los brodequines; y cuando más atosigaos estábamos tos y ya estábamos recetándole los lutos a la familia del Niño, Adolfo, que tan y mientras se había quedao cuasi con el mismo terno de cordobán conque su madre lo echó al mundo, se abre paso a rempujones, salta a la borda, se quea mirando la mar, como si quisiera dragar el puerto con la pupila, y de pronto pum, al agua de cabeza! y... vamos, caballeros, ¡que me río yo de los delfines y de los atunes y de los peces espadas!

- ¡Como que nada el gachó más y mejor que una liza!—exclamó con entusiástica entonación el Jureles.

- ¡Que si nada! Camará si nada el gachó! Pos bien, como sus diba diciendo, se tira a la mar de cabeza el Adolfo, se hunde, saca a poquito la gaita, toma resuello pa una quincena, se vuelve a hundir, y cuando ya estábamos tos con el corazón encogío y pensando que dambos se habían dio en busca de los del Reina Regente, vimos salir otra vez a cien brazas lo menos al capataz con el de la Canela trincao por el morrillo, y... na, caballeros, que a los cinco minutos estaban los dos a bordo, el uno fumándose su pipa y el otro devolviéndole al puerto to el salitre que el hombre se había bebío.

- ¿Pero en qué queó lo de la custión? - preguntóle al Cantinero uno de aquellos proceres de voz ronca, rostro atezado y hercúlea contextura.

- ¿Que en qué queó? - repúsole aquel con aire satisfecho.

- Pos queó en lo que debía quear, en una cosa más reonda que una piña; queó en que el Adolfo, asín que se hubo secao y vestío, se fue pa el otro y le dijo que él se venía pa tierra y que en tierra lo esperaba pa darle remate al negocio que dambos tenían entre manos; y en que el de la Canela, se alevantó al oírlo, se fue pa él, lo miró con cara de niño llorón, le echó los brazos al cuello, pegó su cara contra la cara del otro, y que no sean menos de quince las puñalás que me den si no fueron dos los besos que le soltó al Adolfo el de la Canela en mitá de los carrillos.

Y un prolongado murmullo de aprobación brotó de aquellos pechos varoniles, celebrando todos al unísono aquellos besos conque hubieron de poner fin a sus malas intenciones dos de los más famosos, de los más duros de roer y de los de más tronío de los hombres de mi tierra.

 

BIBLIOGRAFIA:

Cuento: De mar y tierra. Autor: Arturo Reyes. Libro: De Andalucía. Cuentos. Pags: 23 – 36. Editado por R. Velasco, imp. 1910.

Si queréis seguir a mi sobrino Arturo y sus experiencias en el mar pescando, aquí tenéis la información:

Cuenta de Instagram: extrechoextremo.

Facebook: Arturo Reyes.

lunes, 22 de abril de 2024

AGRADECIMIENTO DE ARTURO REYES A NIKOLAY TODOROV POR LA PUBLICACION EN BULGARIA DE UN LIBRO CON UNA SELECCIÓN DE SUS CUENTOS CORTOS.

 Hoy quiero compartir con vosotr@s una “fantástica y sorprendente noticia” en relación con mi bisabuelo Arturo, y es que se acaba de publicar en Bulgaria un libro en el que se han recopilado algunos de sus cuentos cortos.

El idioma búlgaro es una lengua de origen indoeuropeo dentro de la rama de las lenguas eslavas que se escribe en alfabeto cirilo. Este alfabeto está basado en el alfabeto griego, con caracteres del alfabeto glagolítico, que es el más antiguo los alfabetos eslavos.

 El artífice de la edición de esta obra ha sido Nikolay Todorov, un joven profesor de literatura y traductor búlgaro, amante de la lengua castellana, que encontró por casualidad este blog, y se sintió atraído por la figura de mi bisabuelo Arturo.

Cuando contactó conmigo por primera vez me sorprendió la idea de que mi antepasado estuviera traspasando fronteras, y que este blog familiar fuera de utilidad, dando a conocer su vida y obra, pues estaba siendo visitada por personas de otros países, que sentían curiosidad por la figura de este escritor. ¡No me lo podía creer!.

A Nikolay le pedí dos favores como traductor: el primero, que tradujera para Wikipedia la biografía de mi bisabuelo Arturo en inglés, y el segundo, que también diera a conocer a mi abuelo Adolfo, del cual no existía casi ninguna información en internet.

Fue una bonita colaboración donde él escribió los textos, y yo le hice alguna pequeña sugerencia.

En otros correos posteriores me indicó que quería publicar un libro con algunos de los cuentos cortos de mi antepasado. Me pareció una “misión casi imposible”… ¿cómo se iba a traducir el argot malagueño a una lengua eslava?.

Hace pocas semanas me escribió informándome de que el libro ya se había publicado en su país, con una tirada de 500 ejemplares, y con la colaboración del Ministerio de Cultura de España en la edición y publicación.



Me siento profundamente emocionada y agradecida por su enorme esfuerzo, por la pasión que siente por nuestra tierra, y por haber hecho que mis antepasados tengan más visibilidad.

Por último le pedí que colaborara conmigo en el blog escribiendo alguna reseña, y hoy quiero compartir con vosotr@s sus palabras:

“Nos conocimos mediante el internet omnipresente. Durante algunas búsquedas tropecé con el blog de Pepa con el archivo de Arturo y Adolfo Reyes. Creo que he visto el nombre de Arturo Reyes en alguna parte, pero me atrajo en primer lugar la dedicación de Pepa, el esfuerzo voluntario de preservar un artefacto despedazado por los años; es algo más, preservar un legado literario, una historia familiar, una estampa cultural. Intenté ponerme en contacto con Pepa y gracias a su actitud franca y abierta, establecimos contacto.

Poco a poco conocí la obra de Arturo y Adolfo Reyes y pude conseguir varios libros suyos. Mi admiración por esta obra creció debido no sólo a su lenguaje – colorido y vibrante – sino también debido a la variedad emocional – un registro que incluye matices de ironía inteligente, pasión enloquecedora y la tenebrosa pena –.

Fue sorprendente para mí encontrar un estilo tan cercano a la realidad de cada día y un habla tan natural, en cuanto a los personajes. En verdad me pareció que los cuentos viven con una ligereza que aún supera la de los cuentos de Maupassant.

Hice mi selección: “En la venta del Tiznao; Lo mejor de los dados; El sol de Casariche; Alma andaluza; No siempre es oro...; Desencanto; Gramática parda; Pepa la Gitana; El Calicata y la Primorosa; Una hombrada; La niña de los claveles; Cosas de hombre; El arranque del Galigardeta; La Gorgoritos; Currita la Quinquillera; Almas honradas; Debajo del puente; En la zapatería; En el tren; Hombres de bandera; Curarse en salud; El niño del Sonajero” y pasamos cuatro años ya en una correspondencia muy enriquecedora para mí; cuatro años también para hacer una página de Wiki con la gran ayuda de Pepa, buscar editorial, buscar financiamiento y… guardar algo de secreto para publicar una antología de los cuentos de Arturo Reyes y sorprender a Pepa… Algo de suerte e ilusión por la cual siento profundo agradecimiento”.


¡Mil gracias Nikolay Todorov por tu dedicación, pasión y empeño!.

 Palabras que salen del corazón, y que me han hecho sentir muy feliz.

domingo, 3 de marzo de 2024

CUENTO: DEBAJO DEL PUENTE. AUTOR: ARTURO REYES.

La sequía que acompaña a nuestra tierra cíclicamente, es hoy en día, como ya tod@s sabemos, una de las mayores problemáticas, a la que nos enfrentamos en Málaga. 

Los nubarrones llenos de esperanza, que a veces atraviesan nuestros cielos, no alivian nuestros temores ni nuestros pantanos, pues pasan por nuestra orografía sin dejar rastros de lluvias significativas. 

Muchas de las tierras de la Axarquía, que siempre fueron consideradas de secano, con cultivos de almendros, olivos y algarrobos, han llegado a reconvertirse “por arte de magia” en zonas de regadío, donde se han plantado productos subtropicales como el aguacate y el mango, que tanta agua necesitan.

Los políticos no han tenido en cuenta los efectos negativos que los nuevos cultivos podían acarrear a nuestra provincia, llevándose a cabo una mala planificación y gestión política tanto de la agricultura como de los recursos hídricos de los que disponemos. 

En definitiva las restricciones por sequía llegaron a nuestras tierras hace ya meses, y si la meteorología no nos favorece, llegaremos al verano aún con más serios problemas de suministro. 

Hoy queremos compartir con vosotr@s un cuento corto de mi antepasado, el escritor Arturo Reyes, quien nos describe una escena de la vida cotidiana malagueña ambientada en los márgenes de nuestro céntrico río Guadalmedina, cuyo cauce casi siempre seco, atraviesa la ciudad, de norte a sur. 

Un río, en el que, tras muchos años de espera, aún no se han encontrado soluciones eficaces, que eviten, por ejemplo, que las compuertas del Pantano del Agujero se tengan que abrir cuando llueve mucho, por incapacidad de conservar y almacenar todo el agua de la lluvia. 

Tampoco se ha ejecutado ningún proyecto que revitalice de forma integral la zona, y que conviertan al Guadalmedina en un eje vertebrador, en una nueva área de expansión tan necesaria en la ciudad para que los habitantes y visitantes puedan reunirse, divertirse, realizar actividades de ocio y tiempo libre, y practicar deportes, entre otras actividades. 


Con este cuento corto podremos visitar este lugar tan histórico, el río Guadalmedina, de la mano del autor, quien nos convertirá en testigos directos de la acción. 

Podremos descubrir cómo nuestros antepasados se relacionaban, dejándonos entrever sus comportamientos, sus costumbres, sus oficios, todo ello regado con el “salero andaluz” que siempre nos ha caracterizado. 

Con este relato el escritor aportará su granito de arena para poder incrementar el conocimiento que sobre la historia del río Guadalmedina se tiene.

Esperamos que sea de vuestro agrado… 


Nota: 
Cauce del Río Guadalmedina, Málaga, aprox. 1914. Fotografía original familia Lamothe. Archivo Histórico de la Universidad de Málaga. 


             DEBAJO DEL PUENTE 

Guadalmedina, como casi todos los del año, más parecía arenal que lecho de río el día a que hacemos referencia, y más aún que arenal campamento de gitanos, en el sitio en que uno de los puentes que lo salvan pone en comunicación Puerta Nueva con el Perchel y la Trinidad, dos de los más famosos de nuestros barrios populares. 

Nada más pintoresco y peor oliente que el sitio a donde pretendemos llevar a los que nos leen; lugar donde al que, con nosotros, por él se aventure aconsejaremos recate el olfato si no quiere oler a aceite frito, que a esto, y no a nardos y a jazmines, huelen las enormes sartenes, donde alguna sacerdotisa de las dedicadas en otras horas a leerle el porvenir al más vivo en la palma de la mano, confecciona el sabroso tejeringo, o mal fríe el atún y los boquerones, que llegada la hora de hacer por la vida, buscan, pagan, o no pagan y devoran, los menos escrupulosos y adinerados de los de su ilustre abolengo. 

Y si los que se aventuren con nosotros por aquel lugar son de los que creen que el arte sólo se viste de riquísimas urdimbres, retírense de aquellos lugares, que allí sólo encontrarán sus ojos hembras, si graciosas y gallardas, no pulcras ni bien vestidas, dedicadas a la venta de ropa fuera de uso, de hierro viejo, de libros adquiridos casi de balde para venderlos casi con dineros encima, y de verduras de la que no osan los revendedores de fuste presentar a su escogida parroquia. 

Vengan, pues, conmigo aquellos que quieran por el sitio indicado; arremánguense, los más pulcros y cuidadosos, el pantalón; fumen y háganlo recio y aprisa los de nariz más delicada, y atravesando bañados en sol por entre la alegre multitud, llegaremos casi ensordecidos por el pregonar de los vendedores, el charlotear de los transeúntes y el repicar de las campanas, al lugar preferido para sus transacciones, expansiones y conferencias, por casi todos los que en esta tierra se dedican al manejo de las cachás, lo mismo para dejar al asno de pelo más indócil como si saliera de casa de Carbonell que para realizar alguno de sus sangrientos y frecuentes y heroicos desaguisados. 

Y ya sobre el terreno, después de mirar un punto a los cuatro cardinales y saludar por un lado al mar que se une al cielo en una línea azul y esplendorosa; a los montes que recortan el horizonte de zafir con sus cumbres onduladas por otro, y por los otros a la población donde hierve la vida, lléguense conmigo a un grupo donde lucen sus dotes personales tres de los más caracterizados prohombres de la gitanería malagueña, o sean, Currito Heredia, Antonio Alcaide y Joseíto Carmona, más conocidos por el Trompeta, el Guitarrista y el Niño del Calderero

Fíjense nuestros acompañantes en estas tres cúspides supremas, dos de ellos con la edad en la boca todavía, según aseguran, y todos ellos con las guedejas sobre las sienes y la frente, tirado hacia atrás el sombrero de alas amplísimas, la chaqueta corta de astrakán, el pantalón de pana, los zapatos de cuero, color de sangre la faja, pañuelos de seda de vivísimos colores a modo de corbata y apoyados todos tres en enormes báculos y pregonando su origen con sus semblantes bronceados, su fino perfil y sus enormes ojos negrísimos y luminosos. 

-Que Dios sus guarde, caballeros -digo yo, colocándole fraternalmente una mano en el hombro al Niño del Calderero, no sin antes ponerme de un choclazo el cordobés en la mismísima coronilla. 

-¡Venga osté con Él, pairino! 

-¿Aónde tan de mañana? 

-Güenos días, don Fulano. 

-De qué se trata, caballeros. ¿Qué tiée usté, tío Trompeta, que parece que le han cortao a usté el estornúo? -le pregunto al más viejo de los que formaban el brillantísimo triunvirato. 

-Calle osté, hombre, que hay días en que lo debían jacer a uno fideos tallarines y cosas en la vía que jacen más boquetes que un berbiquí y que duelen más que un avispero. 

-Pero ¿es que le ha tocao a osté la quinta por casolidá? 

Chavó, y qué dexagerao que es usté, tío Trompeta! -exclama escupiendo y matando con el pie la salivilla el Guitarrista, el cual después, volviéndose hacia mí, me dice con acento de hombre convencido: 

-Mire osté, ¡que me den una puñalá en un sobaco, si tiée este razón en naíta de lo que dice! -Mire osté -exclama el viejo con voz exaltada-; osté va a ser el que me va a dar, si la tengo, la razón y el que me la va a quitar si no la tengo. 

-¡Si no la tiée osté, cómo se la van a quitar! Mire osté, pairino, yo le contaré lo que pasa -exclama el Niño colocándose el báculo debajo del brazo. 

-Güeno, anda, cuéntaselo tú, pero sin fartarle al rispeto a la verdá, ¿sabes tú? 

-Pos verá osté, pairino: este puri, al que ya no le quea más que un raigón y dos dientes delanteros, tiée una gachí... 

-¡Un penco! -grita el tío Trompeta con acento despreciativo. 

-Güeno, lo que osté quiera..., un penco..., la Taponera..., una jembra que entoavía trota y galopa y se canta unas siguirillas que quitan toas las tapaeras der sentío..., porque eso no me lo negará osté, ¿verdá? 

-Pa mí ya ca siguirilla que canta es un martillazo que me pega en er tímpano, y eso te lo sabes tú de corrío. 

-Pos bien..., este caballero está ya más jarto de la Taponera que del mal comer, pero como de gusto no hay na escrito, si no le gusta la Taponera, en cambio está prevelicaíto por un burro que tiée el Córdoba... 

-Un burro que es una prenda e gala y que vale un Potosí...; un burro más grande que un cerro y con una sangre que es pórvora y sabiendo más que un catedrático. ¡Como que na más que por mirarlo se debiera pagar contribución! 

-¿Me dejará osté que arremate? 

-¡Es que cuando oigo platicar de ese pasmo se me va er sentío! 

-Pos bien, como diba diciendo, este está prendao der Ceniciento, que asín se llama er burro, y, en cambio, el Córdoba está que tira piedras por la Taponera

-Y como yo -exclama el tío Trompeta interrumpiendo bruscamente al Niño - nunca le he tenío voluntá a esa gachí, que tiée por cabeza un bolo de billar y por pinreles dos lanchas cañoneras, y si le ha dao ar pico arguna que otra vez ha sío porque a mí me echó mi madre al mundo con el corazón lleno de misericordia, y ya me apesta que me mata, y como a mí el Ceniciento me gusta al perder, y al Córdoba (un divé le valga) le gusta la Taponera, pos el otro día como el hombre me tiée rispeto y no se atreve a meterse en mis aguas sin que yo le vise el ro, pos como el otro día estuvimos un rato de copas y de polos y de jaberas..., pos lo que pasa..., se rodeó la cosa, y como las palabras se enrean y las unas tiran de las otras... 

-Miré osté, pairino -dice el Niño interrumpiendo a su vez al viejo-, lo que en resumías cuentas pasó fue que este punto y el otro punto trataron una cosa esaboría, u sea que el Córdoba le diera el Ceniciento a éste, y que éste dejara al Córdoba jonjabarle la Taponera

-Lo que chanelan sus güesos, camará -digo yo, guiñándole un ojo a los que nos acompañan, que nos miran turulatos, boquiabiertos y casi, casi despavoridos. 

-Pos a pesar de to lo que yo chanelo me han salío las contrarias, no le digo a osté que hay cosas en la vía que duelen más que un avispero. 

-Pero ¿no se quedó el trato firmao y rubricao por dambos a la vez? 

-Vaya, y el Córdoba me dio el Ceniciento jasta con la baticola bordá, pero es que yo creía... que la Taponera, a la que un divé quiera le salga un cangro en ca poro, se ha portao como quien es, y esta mañana, cuando el Córdoba le arremató de platicar der negocio, como la mu mala jembra estaba friyendo unos calamares y como tiée er genio tan súpito y como no le sentó bien er trato, pos la mu pícara, se fue der seguro y según parece le metió un sartenazo al Córdoba que cuando este vino a contarme lo que pasaba, ¡entoavía estaba er gachó escupiendo calamares! 

                        *  *  * 

Y como ya va picando el sol y es llegada la hora de que cada hormiga busque el grano para su troje, si los que nos acompañaron en esta expedición matinal nos lo permiten, nos despedimos hasta otro día del enamorado del Ceniciento y de sus dos ilustres compañeros, tres de los más bizarros representantes, en esta tierra, de los de chaquetas de astrakán, pantalón de pana y cachás en la cintura. 


BIBLIOGRAFIA: 

Cuento: “Debajo del puente”. Autor: Reyes, Arturo. 

Publicado en la Revista España, Revista de la Asociación Patriótica Española. Buenos Aires, 9 – IV – 1905. 

Publicado en “Cuentos andaluces, Tomo 1. Pags 117 – 120. Edición Homenaje del Excmo. Ayuntamiento de Málaga, 1964. Gráficas San Andrés, Alonso Cano, 4 – Málaga.

jueves, 2 de noviembre de 2023

MARIDAJE ENTRE MÁLAGA Y VIETNAM: EL ESCRITOR MALAGUEÑO ARTURO REYES JUNTO AL FOTÓGRAFO FRANCÉS REHAHN

 Hoy quiero cumplir un deseo que he tenido hace varias semanas, y que consistía en interrelacionar a un fotógrafo francés que vive en Vietnam con mi bisabuelo Arturo.

Durante el viaje a Vietnam que hemos realizado esta pasado mes de octubre, descubrimos un museo instalado en un edificio colonial francés, en la bonita ciudad de Hoi An, el Precious Heritage Museum, que me causó una enorme impresión y  una gran  admiración por su director.

Decidí que quería escribir sobre él porque me producía mucha curiosidad encontrar a un personaje de tal magnitud, y quería contribuir desde este blog familiar a su engrandecimiento, y a agradecerle su contribución al mundo.




Nota: Retrato realizado por Rehahn que sirvió de inspiración a su proyecto "Sonrisa oculta". 

Según cuentan en su página oficial "la señora Bui Thi Xon era una mujer que transportaba turistas en su barco sampán por los canales de Hoi An. El fotógrafo se sintió atraído por ella, y le pidió que lo llevara. Cuando Rehahn le preguntó a la señora  si podía tomarle un retrato, ella accedió tímidamente. 

Después de ver su propia foto, comenzó a reír y cubrió sus sonrisa con una mano. Esta acción inspiró a Rehahn a tomarle otra foto con esta pose. El fotógrafo eligió esta fotografía para la portada de su primer libro "Vietnam, mosaico de contrastes". Se ha convertido en una de las imágenes de Vietnam más conocida en el mundo.



Nota:
Retrato de An Phuoc, la niña de ojos azules, descendiente de la etnia Cham, pueblo de origen malayo-polinesio, con fuerte influencia budista e hindú.


Pensando qué podían tener en común este fotógrafo francés contemporáneo con mi bisabuelo Arturo tuve varias ideas.

Una era el deseo que ambos tenían de preservar la cultura: el francés Rehahn viajando por todo el mundo captando instantáneas frescas y sublimes de las minorías étnicas, y mi bisabuelo, en su ciudad natal, Málaga, inspirándose en la gente de la raza calé para dar a luz su obra literaria, mostrándonos también a esta minoría étnica tan española en su mayor esplendor, y siempre con mucho respeto y enalteciéndolos.  

Otra punto en común entre ambos era su honda inspiración, plasmando sus obras con una gran sutileza y belleza. Rehahn a través de la fotografía y Arturo mediante la producción literaria.

Pues bien ahora quiero presentaros al director de este magnífico museo.

Rehahn Croquevielle, es un fotógrafo francés nacido en Normandía en 1979, que vive desde hace más de dos décadas en Hoi An, una preciosa y pequeña ciudad situada en el centro de Vietnam. Este magnífico artista ha viajado por muchísimos países del mundo, fotografiando no solo sus paisajes y su gente, sino sus almas, emociones y sentimientos.

El museo que dirige en Hoi An está dedicado a las minorías étnicas que conviven en Vietnam, y que si no se preservan desaparecerán. Él ha querido subrayar la gran importancia que tienen estas pequeñas comunidades con una herencia cultural muy frágil, que se encuentra en manos de personas muy ancianas, que aunque muy activas, tienen la esperanza de que las nuevas generaciones aprendan sus conocimientos, y tomen el testigo de ese importante legado.

Rehahn viaja por el país buscando a las minorías étnicas en sus pequeñas aldeas, se granjea su amistad, los visita periódicamente, y convive en sus casas. Ha sido capaz de generar fuertes lazos de amistad con estos personajes singulares.

Para que sean expuestos en el museo y con el objetivo de que la sociedad los conozca, los jefes de las aldeas le regalan al artista sus atuendos típicos, sus instrumentos musicales, etc.

Rehahn les regala las fantásticas instantáneas e imágenes que fotografía con toda naturalidad, complicidad, sencillez y belleza, creando momentos únicos, y mostrándonos la diversidad multicultural que convive en Vietnam.

El francés quiere salvaguardar este inapreciable tesoro que se ha ido encontrando en este precioso país, y nosotros queremos darle las gracias.

Vamos a publicar hoy una poesía de mi bisabuelo Arturo titulada “La castañera”, una profesión que como tantas otras se encuentran  en vías de extinción, y que queremos hacer la protagonista de hoy, con la llegada del otoño. 

Se la queremos dedicar al fotógrafo francés Rehahn en muestra de nuestro gran respeto hacia él y nuestro reconocimiento.


Esperamos que sea de vuestro agrado.

 

            LA CASTAÑERA

                  Llegó ya el invierno

                  vestido de nieblas,

                  y vientos y lluvias;

                  llegó, y ya en mi puerta

                  coloca su hornillo,

                  su silla y su mesa,

                  y el farol que la alumbra, la alegre

                  gentil castañera.

 

                   Gitana es, gitana

                   graciosa y esbelta;

                   de raso parece

                   su cara morena;

                   son rojos sus labios,

                   sus labios que muestran

                   cual en ricos engarces de grana,

                   dos hilos de perlas.

 

                   Sus lánguidos ojos

                   parece que llenan

                   de luz cuanto miran;

                   luce en la guedeja,

                   sedosa y brillante,

                   flores y peinetas;

                   y en el cuello, un collar de abalorios

                   de múltiples vueltas.

 

                   Grandes arracadas

                   luce en las orejas;

                   purpúreo pañuelo,

                   de crespón de seda

                   y flecos larguísimos,

                   su busto moldea,

                   su busto arrogante, en donde 

                    el que pasa los ojos recrea.

 

                    De metal dorado

                    brillantes pulseras,

                    que ajorcas parecen,

                    ciñen sus muñecas;

                    y su limpia falda,

                    plegándose, deja

                    ver los pies, dos primores que encienden

                    la sangre en las venas.

 

                    Y lleno de orgullo,

                    de pie junto a ella,

                    está su gitano,

                    luciendo su enérgica

                    viril hermosura;

                    su hirsuta melena

                    y sus ojos ardientes, henchidos

                    de dulces promesas.

 

                    Allí está luciendo

                    la corta chaqueta,

                    pantalón de pana,

                    camisa entreabierta,

                    cordobés sombrero,

                    y al desgaire puesta

                    una faja celeste, su traje

                    gitano completa.

 

                    Gitano y gitana

                    se quieren de veras,

                    se quieren, y en vano

                    por tanto se esfuerzan,

                    cuantos ser un punto

                    los dueños quisieran

                    de la hermosa gitana que tiene

                    su puesto en mi puerta.

 

                       Arturo Reyes.

 

BIBLIOGRAFIA:

Poesía “La castañera”; Autor: Arturo Reyes;  Libro: Romances andaluces; Pags 197 – 199; Málaga, Zambrana Hermanos, Impresores. 1912.

Poesía “La castañera “; Revista Blanco y Negro. 04 -XI - 1899. Pag 19. Dibujo de Varela.


ENLACES:

-      Revista Blanco y Negro: Poesía La castañera; Arturo Reyes:

https://www.abc.es/archivo/periodicos/blanco-negro-18991104.html

-      Fotógrafo francés Rehanh:

 https://www.rehahnphotographer.com/