Hoy queremos dedicar
este espacio a un familiar que hace pocos días nos dejó para cumplir su mayor
deseo “Descansar en paz junto a su mujer”. Os hablo de mi tío Mario Tambone, un
marinero italiano que visitaba frecuentemente Málaga en las escalas que hacía
el barco mercante en el que trabajaba y que quiso el destino que conociese a
una nieta de Arturo – Mª Victoria Reyes Téllez.
Nota: Detalle del despacho de mi tío Mario en su casa de Palermo.
Mi tía Mariví era una
mujer muy malagueña, dotada con muchas cualidades. Era buena, cariñosa,
simpática, culta, apasionada, dicharachera, muy amiga de sus amig@s, y con ese
gracejo andaluz que tanto nos caracteriza.
Ella fue capaz de
proyectar el amor que sentía por Andalucía a su esposo italiano, quién siempre
tenía palabras hermosas y cariñosas para nuestra tierra, sintiéndose parte de
ella.
Siempre que podían
jugaban al parchís, escuchaban canciones españolas, veían videos de Semana Santa,
para sentirse más cerca de “la tierra prometida”.
Me impresionaba al
hablar con ella por teléfono, que cuando me saludaba, a pesar de llevar casi
sesenta años fuera, todavía mantenía nuestro acento y te decía: “Hola mi arma”.
De mi tío me emocionaba el amor que sentía por la familia Reyes y todos los
recuerdos hermosos que mantenía hacia nuestra ciudad y sus gentes.
Fue una bonita y duradera
historia de amor, en la que sus protagonistas llegaron a ser muy felices, y
nosotr@s sus familiares pudimos disfrutar de ello.
Hoy queremos publicar
una poesía de mi bisabuelo en honor de nuestro querido tío, el comandante italiano Mario
Tambone, un apasionado de nuestra tierra. Esperamos que a vosotr@s también os emocione. Se titula:
¡DESDE
LA BORDA!
El mar de zafir parece,
de zafir parece el cielo,
parece la mar dormida,
y dormir parece el viento
cuando, dócil al mandato
del hombre, gira batiendo
con la hélice las ondas
el vapor; los marineros,
cual renegridos atletas,
tan activos como diestros,
acá y acullá se agitan;
resuena como un lamento
el silbar de la sirena;
el timonel en su puesto
rige el buque cual jinete
rige su corcel; de negro
humo la alta chimenea
se empenacha, y los viajeros,
sobre la borda inclinados,
posan tristes en el puerto
que abandonan, la mirada;
y Curro,
distante de ellos,
apoyándose en la borda,
mirando cómo a lo lejos
el sol estival enciende
con sus fúlgidos destellos
las cúspides de los montes,
murmura con ronco acento:
- Adiós partío de Humáina,
adiós, barranco de Nebro,
adiós, virgen de la Ermita,
adiós rincón aónde dejo
entre tus verdes jarales
mi alma y mi pensamiento;
adiós, mi cubril
florío,
adiós, mi hogar y mi huerto,
ya no veré tus parrales,
ni la flor de tus almendros,
ni el racimal de tus viñas,
ni el fruto de tus cerezos;
adiós, mis cuatro paeres,
y adiós, mujer, la que un tiempo
de las niñas de los ojos
de mi cara fue el espejo
aónde verse era su gusto
y era verse su recreo;
adiós, mi choza del monte
y adiós, probe cementerio
aónde Dios quiera que un día
venga á descansar mi cuerpo;
aónde ya jechitos polvo
descansan toitos aquellos
a los que yo tanto quise
y que tanto me quisieron:
Adiós,
que mi mala suerte
me rempuja mar aentro,
¡adiós, partío de Humáina!
Adiós, barranco de Nebro.
Y por ocultar sus lágrimas,
Curro
el ala del sombrero
se inclina sobre los ojos,
y desesperado y trémulo,
sobre la borda inclinado,
sigue llorando en silencio.
Arturo Reyes
BIBLIOGRAFÍA:
- La Unión Democrática : diario político literario y de intereses
materiales. Órgano Oficial del Partido Republicano Progresista de la Provincia
(Alicante): Año XXXVI Número 11271 - 1914 octubre 4. Pag
3: “Recreos literarios: Poesía: “Desde la borda”, por Arturo Reyes.
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