No hallareis en mis hondas y tristes canciones
los ritmos con que suenan las
alegrías
ni la luz que destellan las
ilusiones;
No hallareis las serenas
melancolías
del alma resignada que, al
par que llora,
templa en sus esperanzas sus
melodía;
No hallareis la apacible luz
de la aurora
ni el perlado murmullo con
que la fuente
a las flores arrulla, limpia
y sonora;
No
hallareis la plegaria que, reverente,
en sus horas de luchas y
desaliento
ante el símbolo santo reza el
creyente;
No hallareis los fulgores de
un pensamiento
que plácido ilumine, como la
estrella
ilumina los ámbitos del
firmamento;
No hallareis en mis cantos
más que la huella
que, al pasar por el alma
nuestros dolores,
indeleble y profunda marcan
en ella;
Catástrofes ocultas y
punzadores
recuerdos de amarguras eslabonadas;
¡sobre estériles campos
marchitas flores!
Rebeliones y quejas
desesperadas,
anatemas ardientes, roncos
gemidos
y ambiciones de amores nunca
saciadas;
De mi fe los altares ya
derruidos
al peso de la duda demoledora
y todos mis ensueños
desvanecidos;
De un arpa con dos cuerdas la
abrumadora
igualdad, la cansada
monotonía
de un cuadro que dos tintas
sólo atesora;
La estrofa del que en vano
tenaz porfía
por ver en su horizonte la
luz celeste
que un tiempo concibiera su
fantasía...
Estas son mis canciones, mi
canto es éste;
no es mi musa la musa dulce y
serena
de lánguidas pupilas y blanca
veste;
Es la de torva frente de
surcos llena,
con túnica de luto siempre
vestida
y de ojos centelleantes de
amor y pena.
Tan sólo a su conjuro surge
en mi vida
la inspiración doliente que
en mí ha brotado
¡como al golpe la sangre
brota en la herida!
Musa que solo canta cuando
arrastrado
mi espíritu errabundo va por
la ola
del mar donde sus dichas han
naufragado;
Cuando el sol mi horizonte no
tornasola,
cuando el alma, entre eternas
dudas sombrías,
se pierde en el desierto,
trémula y sola;
Cuando ve que son penas sus
alegrías,
ansias irrealizables sus
ambiciones
y apagados murmullos sus
armonías.
Estos vagos murmullos son mis
canciones;
este libro, tan triste, guardad
en su seno
como yerto sepulcro mis
ilusiones;
Las corolas ya mustias que el
valle ameno
de mi infancia aromaron que
la fortuna
implacable y contraria manchó con cieno;
Todas mis decepciones una por
una
todos los sentimientos que han
agitado
mi combatido espíritu desde
la cuna;
Son mis versos la historia de
mi pasado
y os dedico esta historia
franca y sentida
¡eco de tanto grito como he
lanzado!
Dad, pues, ilustre vate,
franca acogida
al que hundido en la sombra
su voz levanta;
¡que el que canta en la
cumbre le dé al que canta
en el fondo del surco, la
bienvenida!
ARTURO REYES.
(Desde el Surco, 1896)
Continuará…
BIBLIOGRAFÍA:
-
Desde el surco”. Poesías. Carta – Prólogo de D. Gaspar Núñez de Arce. "Mis versos". Reyes,
Arturo. Madrid. Librería Fernando Fé. 1896.
¡¡ Una vez más D.Arturo con sus letras, me emociona !! Un gran escritor, un gran poeta.
ResponderEliminarGracias por compartir y hacernos participe en un día tan especial, sus poemas.
Un fuerte abrazo.