Hoy queremos dedicarle esta publicación a Chiquito
de la Calzada, que ayer nos dejaba, creando un gran vacío y desazón entre toda
la gente que lo admiraba, porque cómo muchos lo han definido era un hombre
afable, amable, simpático, sencillo, original, un humorista con su propio
estilo al que nadie podrá superar, y que además siempre se ha sentido orgulloso
de ser malagueño, siendo el mejor embajador que nuestra ciudad ha podido tener.
Sus frases originales han creado un “lenguaje popular malagueño”, que perdurará
para siempre entre nosotros.
NOTA: Viñeta publicada hoy en el diario Sur, dedicada a Chiquito de la Calzada, y realizada por el dibujante Pachi.
Sólo hay que leer los periódicos o ver la
televisión para conocer las demostraciones de afecto y pesadumbre que le han
dedicado no sólo gente famosa e importante sino la mayoría de los españoles. Hoy
sus vecinos de la Trinidad, así como muchos malagueños, se habrán acercado a la
Iglesia de San Pablo, junto a la famosa imagen del “Cautivo”, para despedirse
de él, y agradecerle tantos momentos felices de los que nos ha hecho
partícipes.
Pues bien seguimos con nuestro trabajo, y hoy el
catedrático D. Cristóbal Cuevas nos relata cómo Arturo se vuelca con empeño en
que fuera reconocida la labor literaria de su hijo Adolfo…
Como dice el refrán: “De tal palo, tal astilla”,
y esto es lo que ocurrió en el caso de mi bisabuelo Arturo y mi abuelo Adolfo.
Los dos sintieron un profundo amor por la cultura, y por la literatura, lo cual
llevó a ambos a convertirse en escritores.
Mientras Arturo escribió para las clases
populares con su característico lenguaje malagueño; mi abuelo Adolfo lo hizo
para un círculo de lectores más especializado y reducido, utilizando un
lenguaje culto, y difícil de entender para la mayoría.
Mientras el padre tenía el afán de ser leído y
reconocido; el hijo escribió para él mismo, con el simple deseo de dar forma a
sus ideas y sus conocimientos, sin que se marcase como objetivo “llegar a la
cima de la fama”.
Mientras Arturo escribía poesía, novelas y
cuentos; Adolfo escribía ensayos y obras de teatro…
Nota: Anagrama de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
“A principios de año debió de llegarle de Madrid a Arturo el nombramiento de académico correspondiente en Málaga de la de Bellas Artes de
San Fernando. Este hecho, no obstante, que en otros tiempos le habría producido
indecible alegría, no encuentra ahora un solo eco en sus escritos. La
distinción le ha cogido ya más allá de toda vanidad personal, en la
indiferencia completa por lo humano que le invade en los últimos meses de su
vida.
Sólo vive para Dios, para la literatura y para
sus hijos. Y, entre éstos, Adolfo sigue teniendo sus preferencias: “Tengo tres
hijos – escribe a D. Francisco Such-, dos hembras y un varón, dos mujeres y un
hombre en el que tengo puestas todas mis ilusiones: tiene veinte y dos años y
según todos los que conocen su labor literaria tiene un porvenir brillantísimo;
yo, que no soy persona a quien el afecto haga perder la serenidad de juicio, me
siento orgulloso, repito, y pronto sabré a qué atenerme, pues creo que este año
próximo, Dios mediante, estrenará en Madrid una obra que … el tiempo se
encargará de ratificar o rectificar mi juicio, y más que el mío el de todos los
escritores más exigentes de Málaga y de otros no de Málaga tan expertos como
Jurado de la Parra, Dicenta y varios más, que después de conocer la obra me han
abrazado diciéndome: -Bien viene
apretando tu mozo; bien puedes ya morir tranquilo sin temer por su porvenir, el
cual tiene asegurado.”
Referíase Arturo en estas últimas palabras al
drama Peranzul, escrito por Adolfo
hacia 1912, y en cuya promoción había puesto hasta entonces el desahuciado
escritor sus mejores entusiasmos. Convencido de la vocación dramática de su
hijo, él mismo había enviado copias del drama en cuestión a los más afamados
críticos y periodistas, a los directores de compañía teatrales, y hasta al
concurso literario convocado por el Ayuntamiento de Madrid en 1913. Una buena
parte de su epistolario con Galdós de esta época está dedicada a insistir ante
el maestro para que lea la obra y le dé su parecer, a lo que responderá D.
Benito: “Mi querido amigo: Después de leer innumerables obras dramáticas aún me
quedan unas trescientas, entre ellas el drama Peranzul. En obsequio a V. anticiparé la lectura de esa obra
alterando el orden que observo en este penoso trabajo.” Parecía como si en el
triunfo literario de aquel hijo viera el poeta una misteriosa manera de perpetuarse.
Continuará…
BIBLIOGRAFÍA:
- “Arturo Reyes. Su vida
y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García,
Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural.
C. S. I. C. 1974.
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