Nuestro escritor
malagueño se encuentra en la plenitud de su vida y percibe que la vida pasa fugazmente. Ha pasado trece años, intentando conseguir ser un literato reconocido y siente como los
vaivenes de la vida, no le dan la estabilidad que él necesita. Su físico deja
ya entrever el tiempo pasado, y su espíritu impetuoso e impaciente no le
permite dejar pasar el tiempo sin que sus proyectos se hagan realidad. La melancolía
lo envuelve…
El catedrático de
Literatura Española, D. Cristóbal Cuevas, nos lo cuenta en su libro dedicado al
autor:
“Arturo va ya camino de
los treinta y tres sin haber conseguido todavía, a su parecer, nada definitivo,
y la angustia del paso irreparable del tiempo se le convierte en obsesión.
Siente con desesperada
impotencia que la juventud se le escapa – a él, que tan intensamente está
viviendo de cara a la carne y a la gloria, malbaratando muchas veces su caudal
de energías-, y esto le llena de sombrío pesimismo.
Nota: José de Espronceda (Almendralejo, 1808-1842, Madrid). Célebre escritor del Romanticismo español.
Su postura vital se
concreta con sobrecogedora precisión en el poema “A Espronceda”, escrito tan
sólo unos pocos meses antes:
“Ya crucé la frontera
que maldijiste de los
treinta años
al mirar en tu riza cabellera
en canas blanquear los
desengaños;
ya en árbol siniestro de
mi vida
su escarcha el viento del
otoño arroja;
ya empieza a despojarlo
hoja por hoja
del goce muerto y la
ilusión perdida.”
El cabello empieza a
encanecer en su cabeza, y dos lágrimas amargas, deshechas en dos versos de
estremecido barroquismo, lloran las primeras señales de la vida que empieza a
escorar, imperceptible, pero inexorablemente:
“Mi cabeza es el libro
de mis dolores,
y son esos cabellos sus páginas.”
Hubo un momento en que
la crisis llegó a tal extremo que Arturo, como ya lo hiciera su padre en 1864,
y su tío Francisco en 1857, pensó seriamente en el suicidio.
Esta posibilidad queda
claramente insinuada en el poema “En la playa”, y a ella se referirá el poeta
abiertamente al regalar a su hijo Adolfo su propia Biblia en 1911, confesando
en la dedicatoria: “Desengañado de la vida, el espíritu caminaba doliente y
solo por un desierto sin fronteras, y ella fue el divino oasis consolador donde
recobré las energías necesarias para no
detenerme bruscamente en mitad el camino.”
Continuará...
BIBLIOGRAFÍA:
- “Arturo Reyes. Su vida
y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García,
Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural.
C. S. I. C. 1974.
- Archivo familiar Reyes
(ART).
¡¡¡ Ufffff...menos mal que no lo hizo !!!! Nos hubieramos perdido unas preciosas poesias...su historia, su vida...que releo cada vez que publicas una parte de ella en tu blog.....
ResponderEliminarBuen fin de semana.....un beso.
MARAVILLOSO EXPLENDIDO Y BUEN TRABAJO YA NO SEQUE MAS DECIR SOLO QUE ADELANTE AMIGA PEPA
ResponderEliminar