Tras un periodo de
tiempo en el que diferentes ocupaciones no me han dejado tiempo ni lugar para
poder escribir tranquilamente en este espacio que considero tan especial y tan
íntimo, por fin podemos retomar de nuevo nuestro sendero, que como bien sabéis, es poder mostraros la vida y obra de dos escritores
malagueños singulares, padre e hijo, Arturo y Adolfo, pues consideramos merecen
ser conocidos y rescatados del olvido, al haber contribuido notablemente a la conservación
y difusión de nuestras costumbres y tradiciones, nuestra habla y expresiones
locales, nuestros restos históricos, etc.
Hoy quisiéramos daros a
conocer el segundo de los cuentos que componen un pequeño librito que publicó D. Angel Caffarena Such, en la ya
desaparecida Librería Anticuaria El Guadalhorce,
y que se realizó en 1963 como
homenaje a mi bisabuelo Arturo en el centenario de su nacimiento. El conocido editor malagueño escribió un sentido prólogo que deseamos publicar próximamente en el blog.
El cuento de hoy se
titula “¡Lo de siempre!”. Espero que
os guste esta historia tan malagueña, que se desarrolla en una barbería, en la
que trabaja “Quitapenas”, un maestro
en su profesión, además de un hombre con gran experiencia y sabiduría.
¡LO DE SIEMPRE!
La escena representa una
barbería, un portal entrelargo con tres altos sillones de caoba y viejos
almohadones forrados de hule; frente a cada uno de los sillones, un espejo con
marco también de caoba y un tablero de la misma madera cubierto de cachivaches
y útiles del oficio; en el otro lado de la habitación una larguísima banqueta
forrada de yute descolorido; en las paredes dos o tres anuncios de fiestas
taurómacas y un trofeo con la cabeza de un gachó
de Miura, un par de banderillas vírgenes y una montera en desuso; debajo
del trofeo, colgado de una alcayata, un guitarro adornado en el mástil por una
moña de colores.
Al empezar la acción
aparecen, sentado en uno de los sillones con la cara ya enjabonada, Pepe el Cuco y, junto a él, probándose la
barbera en el pulpejo, el maestro Quitapenas.
ESCENA ÚNICA.
EL CUCO Y EL QUITAPENAS.
El Cuco.- ¡Mía tú, que no me escañones mucho, que
aluego se me pone la cara que paese un mapamundi!
Quitapenas.- Eres tú er parroquiano
más permazo y más dexigente … que hay bajo las estrellas.
Cuco.- Y tú el barbero más bruto que ha nacío de
madre.
Quitapenas.- Como me güervas a
faltar al rispeto te va a llegar la barbera a la perilla del ombligo.
Cuco.- ¡Hombre, por la Santísima Virgen, mía que
vas a matar en flor toítas mis ilusiones!
Quitapenas.- (Cantando a media voz)
Ilusiones de viejos
son arvellanas.
¡Arvellanas que tóas
nos salen vanas!
Cuco.- ¿Eso de viejo es por mí o por tu difunto
padre que Dios tenga en su Santísima Gloria?
Quitapenas.- ¿Por ti?, ¡chavó, cualisquier día! ¿Viejo tú y
entoavía tiées el perfil más fresco que una escarola?
Cuco.- Pos mía, tú, otros tiéen la piel peor que
yo, pero que mucho peor.
Quitapenas.- ¡Vaya! … las
pintarrojas, pongo por caso.
Cuco.- ¡Las pinta-tiros que te peguen con balas
pun pun y con pórvora sin humo!
Quitapenas.- ¡U te callas u te
mondo!
Cuco.- ¡Pero es que no tengo yo la piel fresca,
por vía é la Malena! ¿Pos no tengo yo ahora mismito un espejo elante que me
dice que entoavía estoy una miajita de recibo, pero que una miajita y una
miajita más?
Quitapenas.- Es que mis espejos pa
beneficiarme a mí, engañan a mis parroquianos; lo mismo que le pasa á la Curra
contigo, pongo por caso.
Cuco.- (Incorporándose bruscamente y amenazando
con la mirada al barbero y con voz amenazadora) ¿A
la Curra conmigo? ¿qué es lo que tú estás diciendo de la Curra? ¿Que a mí la
Curra me engaña?
Quitapenas.- Pero es que tú te has
creído que la Curra está prendá de tu persona?
Cuco.- Hombre, lo que yo creo es que te voy a dar
una puñalá que te va a parecer un ataque a la bayoneta.
Quitapenas.- (Encogiéndose de hombros) ¿No sería mejor que me pagaras la iguala?
Cuco.- Pero ¿por qué has dicho tú eso de la
Curra, vamos a ver, porqué lo has dicho?
Quitapenas.- ¡Toma! porque eso que
he dicho es tan verdá como el Evangelio de la misa … Pero, hombre, asosiégate,
mira que no voy a poder arrematar mi faena.
Cuco.- Antes de na, lo que yo necesito es que me
pruebes eso que acabas de dicir.
Quitapenas.- Por algo digo yo a tó
el que quiere oírme que si tú no estás medio tonto, es porque estás tonto de
remate. Mira, Pepe, fíjate bien en lo que te voy a dicir: tu tiées cincuenta y
dos años.
Cuco.- Cincuenta y uno y cinco meses y catorce
días.
Quitapenas.- Güeno, cincuenta y uno y cinco meses y
catorce días que parecen sesenta mil por aquello de que el que mucho corre
pronto se cansa, y sá menester que no te orvíes que tiées una panza que parece
un miriñaque, que las patas e gallo te llegan al cogote, que cuando te da la
tos alborotas el distrito, y escupes más que una regaéra, que te güele el
aliento a vitriolo manque te purgues tres veces en semana, y que además de to
eso, estás quebrao de dambas ingles y que …
Cuco.-
(Interrumpiéndolo con profunda
ira) Güeno, ¿y a qué viée to eso, vamos a ver?, ¿a qué viene eso de las
ingles y del vitriolo?
Quitapenas.- Pos eso viene a probarte
que se necesita estar más loco que una yegua pa jacer lo que tú has hecho, u sea,
coger la mejor moza del barrio, una gachí
que enciende la yesca con los ojos y emborracha con el jálito, y llevártela
á tu cubril y poner en ella tus cinco sentíos y creerte que esa gachí no se le arrebotará el estomago ca
vez que tú la beses en la boca o manque no seas más que en las inmediaciones.
Cuco.-
Pos qué querías tú, ¿que me hubiera llevao a mi cubril al cura de la
parroquia, u a Jabones u a Paco el Talabartero?
Quitapenas.- Hombre, mismamente al cura no, ni el Jabones tampoco …, pero …
Cuco.-
Déjate de peros, guasón, que tiées siempre gusto en amargarme el
afeitao.
Quitapenas.- Porque te quiero bien, porque te conozco
y soy amigo tuyo desde que andábamos a gata, porque me duele pensar que pudiera
llegar un día en que … ¡si Torrijos murió
fusilado! (Canturreando).
Cuco.-
¿Te quiées callar? ¡Que na más que de pensarlo, me brinca de rabia er
corazón en er pecho!.
Quitapenas.- Si yo no digo que pase
na, pero la Curra es más bonita que er sol que reluce, la Curra tiée veinte y
cuatro años, la Curra…
Cuco.- (Con
energía) La Curra es prima
hermana de Santa Teresa de Jesús, por lo güena que es; la Curra me ha tomao a
mí apego y voluntá; la Curra no ve más que por mis ojos; la Curra no pisa la
calle, ni se asoma al balcón, ni parpaguéa tan siquiera sin mi premiso, y en mi
casa no entra nadie sin que yo le ponga el visto bueno y sin que lo registre, y
sin que …
Quitapenas.- ¡Hombre, alguien
entrará manque no sea más que en tarjetas postales!
Cuco.-
¡Sí, ya lo creo que entran!
El Virona, que es tío suyo por
parte de madre y que jace ya una eterniá que no sabe lo que es roer un
coscorrón, y el Pinsapo que es pariente suyo por parte
de su madre tamién, y que anda dándole coba a los cuatro duros de años, y el Golondrino, su maestro de guitarra, un probetico que no mira por si
ofende y al cual ella no puée ver ni en pintura; no te diré más sino que ella
no jace más que dicirme que sá menester que se vaya y que le busque otro,
porque con ese entoavía no ha aprendío ni a rasguear las murcianas tan siquiera
y además porque de antipático que le es le agria siempre la comida.
Quitapenas.- ¿Y por qué no le pones otro maestro que
la enseñe mejor y que no le sea tan antipático y que no le agrie los alimentos?
Cuco.-
(Levantándose ya afeitado)
Porque por algo he vivío yo lo que he vivío, por aquello que dice la copla:
que mos enseñan los años
mucho más que los dortores,
conque me voy … Adiós Quitapenas, y no seas mal pensáo,
hombre; y me alegro de verte güeno.
Quitapenas.- (Mirándolo salir con sonrisa y mirada irónicas y canturreando con
acento irónico):
Lepe, Lepijo y su hijo
eran los tres tres tunantes,
y a los tres se los pegaba
una tonta de remate.
Arturo Reyes.
(Cuento publicado el 9
de mayo de 1906).
Continuará…
BIBLIOGRAFÍA:
- “ ¡Lo de siempre! y Yo
soy er Tano”. Homenaje a Arturo Reyes. Hijo predilecto de Málaga (1863 – 1963).
Librería Anticuaria El Guadalhorce Málaga 1963.
Este librito se acabó de
estampar en la Imprenta Sur,
posteriormente Dardo, de Málaga, en
la fecha del primer centenario del nacimiento de Arturo Reyes, 29 de septiembre
del año de gracia de 1963. Nota
previa, bibliografía y edición de Angel Caffarena Such.
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