En la crónica de hoy el
catedrático de literatura D. Cristobal
Cuevas nos muestra como el año 1910 fue un periodo en el que mi bisabuelo se sintió
especialmente inspirado y motivado en el terreno literario, escribiendo muchos
de sus cuentos andaluces.
En aquella época, Arturo
gozaba de prestigio no solo en su país sino también en tierras lejanas, y nos
parece muy interesante una reseña que sobre él escribió un periodista uruguayo,
que hoy publicaremos.
Como siempre, el escritor
malagueño pide a sus queridos e insignes colegas que hagan una crítica de sus
recién estrenadas obras. Algunas de ellas fueron buenas, pero otras no tanto.
En aquella época el costumbrismo no estaba “demasiado bien visto”, y era
tratado como un género menor. Creo que mi bisabuelo tuvo la osadía y también la
valentía de no dejarse llevar por el que dirán, y por dedicarse a lo que más le
gustaba y más le llenaba, escribir sobre su tierra, y ser embajador de ella en
el mundo entero.
“A lo largo de todo el
año 1910, Arturo había seguido cultivando la narración breve, tanto en forma de
cuento como de novela corta, publicando sus obras en la prensa nacional y en la
hispanoamericana. De esta época son De mi almiar, En el tren, Alma andaluza, En
derrota, En el taller, El caramelo, A punta de capote, etc., así como
la madura colección de cuentos titulada De Andalucía.
Su popularidad en Hispanoamérica se halla muy extendida,
sobre todo, en la región del Plata, Uruguay y Venezuela, como atestigua el
periodista criollo Norberto Peña en
una crónica escrita a raíz de su viaje por España:
“Le conocí [a Arturo
Reyes] hace poco, pero entiéndase bien que me refiero al hombre, no al
novelista porque en América, digo en Buenos Aires y principalmente en mi
patria, en Montevideo, hemos leído
casi todas sus obras; su nombre ya nos era familiar.”
Todavía, sin embargo,
hay que añadir a esta asombrosa producción literaria una luminosa novela, Cielo
azul, epopeya al mismo tiempo de la ciudad y del campo, que debió
aparecer a finales de año. Este relato que, saltando por encima de Las
de Pinto, empalma con su forma clásica de novelar, le ilusionó
profundamente, y no sin fundamento, ya que es sin duda uno de los mejores que
salieron de su pluma.
Arturo se apresuró a
enviarlo a sus amigos, manifestando un especial interés en que éstos lo leyeran
y le dieran su parecer, seguro de que habría de ser positivo. De acuerdo con
esto, escribía a Galdós:
“Mi ilustre y respetable
y queridísimo maestro: Por este correo envío a V. un ejemplar de mi nueva
novela Cielo azul, y mucho, muchísimo agradeceré a V. que me dispense
el honor de leerla, y de decirme si es o no de su agrado. Sé muy bien las
muchas ocupaciones que le abruman, y que esto es pedirle verdaderamente un
sacrificio, pero como a la vez tengo la grata convicción de que me honra V. con
su afecto, no dudo de que si le es posible no dejará de complacerme.” Ni que
decir tiene que el juicio del gran novelista canario fue absolutamente
favorable.
Por el contrario, el que
le envía su gran amigo y entusiasta D.
Mariano Catalina le sorprende con algunas reticencias referentes
precisamente a su andalucismo:
“Mi estimado amigo –le
escribe el Secretario de la Academia-: Recibí su grata y su ultimo libro que
acabé ayer de leerlo. No tiene que envidiar nada a los anteriores y tal vez
está aún mejor escrito; pero con la franqueza que yo uso para las personas a
quienes tengo afecto, he de decirle que su obra como escritor Malagueño está terminada con exceso. La literatura de
costumbres de una región puede ser muy amplia, dígalo si no la de Fernán
Caballero; pero ésta abarca todas las clases sociales de Andalucía, y la de V.
se concreta a Málaga, y dentro de Málaga a una sola clase. Así es que, aunque
cada libro nuevo que V. publica se lee con gusto y se admira por los encantos
de su estilo, si se leyeran todos seguidos, el lector llegaría a los últimos ya
algo fatigado. Es V. un instrumento musical delicioso; pero que no tiene más
que un sonido, y sus melodías pueden parar en monótonas y amaneradas… Tal vez
me replicará V. que esa es su vocación, y hasta que no sabe V. hacer otra cosa.
Pero esto no es cierto, porque el que ha escrito En el surco (sic) y Béticas
(no conozco Otoñales) tiene aptitudes para entrar, lo mismo en prosa que en
verso, en campos más amplios: per troppo
variar natura é bella.” (Madrid, 11.II.1911, A R T).
Esta carta, sin embargo,
tras las decepcionante experiencia de Las de Pinto – novela, por cierto,
que con bien poco tino le presenta D. Mariano como modelo unos renglones más
abajo – no confunde ya a Arturo, que conoce perfectamente cuál es su camino y
su misión en el campo literario.
Continuará…
BIBLIOGRAFÍA:
- “Arturo Reyes. Su vida
y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García,
Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural.
C. S. I. C. 1974.
- Archivo familiar Reyes
(ART).
- Desde el surco”.
Poesías. Carta – Prólogo de D. Gaspar Núñez de Arce. Reyes, Arturo. Madrid.
Librería Fernando Fé. 1896.
- “Otoñales”. Reyes,
Arturo. Madrid, R. Velasco, 1904.
- “Las de Pinto. Novela
Andaluza”. Reyes, Arturo. Madrid, R. Velasco, 1908.
- “Cielo Azul. Novela
andaluza”. Reyes, Arturo. Málaga. Tip. Zambrana Hnos., 1910.
– “Béticas”. Reyes,
Arturo. Madrid, R. Velasco. 1910.
¡¡ Una vez más...un pequeño detalle nos une a D. Arturo y a mi !! Una parte de mi familia materna emigró a Uruguay, concretamente a Montevideo...allí vive, de alli son mis primos y sus hijos....
ResponderEliminarMe encanta leer sobre la vida de D. Arturo.....