La vida de Arturo Reyes continúa, estamos en 1892 y el escritor en estos momentos de
su vida no es capaz de compaginar bien todos sus quehaceres: su familia, su
trabajo, sus amigos, sus aficiones, su vida social y amorosa. Sus escritos de
esta época reflejan sus vivencias, sus amores, su espíritu apasionado y
vehemente, sus contradicciones,… y de ello da buena cuenta el libro que D. Cristobal Cuevas escribió sobre
Arturo:
“Entre tanto, la
atención que dedica Arturo a la vida familiar se va entibiando con rapidez
alarmante. Según los “Varios Apuntes”,
en 1892 se vio alegrado su hogar con el nacimiento de otra niña, a la que puso
el nombre de Rafaela, pero este
hecho apenas encuentra ahora una débil repercusión en la vida afectiva de su
padre.
Arturo ve cómo crece en
su interior un anhelo irresistible de sensaciones fuertes y de nuevas
experiencias. Necesita probarlo todo, demostrarse a sí mismo su valor, no ya
sólo como escritor sino principalmente como hombre.
Nota: Postal perteneciente al coleccionista malagueño, Manuel Martínez Molina, asesor cultural y del patrimonio del Museo del Vino de Málaga así como colaborador de la revista on-line "El Avisador Malagueño".
El ansia de placeres
sensuales – sobre todo alcohol y mujeres- comienza a atenazarlo con vehemencia
casi obsesiva. Camina a trompicones por los vericuetos del vino y de la carne
en un intento desesperado de evadirse de la mezquina realidad cotidiana.
Algunos amigos, que
conocen lo que sucede, manifiestan el temor de que este frenesí reciente
influya desfavorablemente en su obra literaria. Tales temores, sin embargo, no
llegarán a cumplirse, ya que Reyes, por un proceso de idealización sublimadora,
convertía el cúmulo de sus sórdidas andanzas de este tiempo en deslumbrante
materia poética.
Como muy bien ha
señalado uno de sus nietos, “su vocación poética, negadora de toda supremacía
material, no le dejaba jactarse de sus prendas personales, su brío y su garbo,
su fuerza y atractivo. Sus fulgurantes, insistentes ojos negros, nada rehuían.
Su sonrisa subyugaba. Tenía el amago violento de la ola, acabado en caricia…
[Arturo, en esta época] va poniendo estrambotes románticos a sus escondidas
aventuras, y acallándose con el bisbiseo de las rimas. No es un soñador, sino
un sensual astuto que no idealiza la realidad hasta que la ha gozado. Su
romanticismo es una manera de dignificación de lo vulgar.”
A este insaciable
apetito de la hembra, concebida como fuente de goces sensoriales, punto de
arranque para la satisfacción de su amor propio, y camino de escape hacia
esferas de fascinante misterio, sacrificaba el joven poeta su dinero, su
tranquilidad, la paz de su casa y su salud misma.
“El deseo de agradar a
las mujeres lo desarmaba”, concluye, con frase singularmente reveladora, el
prologuista antes citado.”
Continuará…
BIBLIOGRAFÍA:
- “Arturo Reyes. Su vida
y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García,
Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural.
C. S. I. C. 1974.
- Archivo familiar Reyes.
me gusta esa frase: " El deseo de agradar a las mujeres lo desarmaba"
ResponderEliminarBeitosss ;)))
Estimada Sra: Le escribimos desde la Universidad. Deseamos contactar con usted, por motivo de una investigación en curso sobre la obra de su bisabuelo, D. Arturo Reyes. Puede escribirnos a la siguiente dirección: JUAN.BELLIDO@terra.es o galeote@uma.es
ResponderEliminarLe agradecemos que nos indique si podríamos conocerla personalmente pronto. Eso nos animaría y nos serviría de estímulo. Ignorábamos todo sobre los descendientes del admirado escritor malagueño. Como usted puede imaginar su colaboración sería muy valiosa para nuestros proyectos. Cordialmente, Prof. Galeote y Juan Bellido Figueroa.