En estos momentos
nuestro paisano Arturo Reyes se encuentra en Madrid, donde todo le parece
demasiado grande, donde las personas semejan hormiguitas y donde él, un
escritor novel de provincias, se siente una insignificancia. Pero ha venido a
la capital del país para que el bueno de D. Gaspar Núñez de Arce le escriba el ansiado
prólogo a la obra que quiere publicar en breve: “Desde el Surco”. Pues bien la
historia continua de la mano de D. Cristóbal Cuevas, estamos en la primavera de
1893 en Madrid y Arturo no va a
cejar en su empeño a pesar de las circunstancias…
“En esta amarga disposición de ánimo,
sale a la calle, ya casi enteramente resuelto a renunciar a su empresa y regresar
a Málaga. Pero entonces se acuerda de Salvador Rueda, a quién había tratado
años atrás, y que entonces triunfaba en Madrid.
Animado por un débil
rayo de esperanza Arturo decide ir a verle, pero en la pensión le comunican que no se
halla en casa, por lo que el acobardado visitante ha de limitarse a dejar su
tarjeta y la dirección de la fonda en que se hospeda.
Aquella misma noche,
poco después de las diez, le visita Salvador. Se le presenta con aires de
suficiencia, como el triunfador que ha llegado con esfuerzos sobrehumanos a
metas inasequibles para el común de los mortales.
Un aire de infantil
pedantería, tan contraria al temperamento espontáneo de Reyes, sella todas sus
palabras en aquella desafortunada entrevista:
“Salvador Rueda penetra
en la habitación. Su aspecto es el mismo de siempre, ramplón y vulgarote; su
cabello crespo y corto, el semblante mofletudo y coloradote; en aquel rostro no
hay más que dos notas brillantes: la dentadura que deja ver su constante sonreír
como un relámpago marfilino, y sus ojos que centelleaban siempre llenos de
vivacidad, entre los carnosos párpados”.
Tras los saludos de
rigor, Rueda se informa de lo que pretende su paisano. Su reacción nos parece a
la vez muy triste y muy humana. Sin él mismo darse perfecta cuenta de ello,
debió de pensar confusamente en el prestigio que ya gozaba en su patria chica,
dónde se le consideraba por entonces como la más alta gloria poética malagueña;
este prestigio se debía, sobre todo, a su reciente triunfo en Madrid.
Como hombre tímido y
pusilánime en el fondo, Salvador teme que Arturo, a quien en lo humano admira
por tantas cualidades que él carece – vigor, simpatía, arrogancia, éxito con
las mujeres, hondura trágica de sentimiento… - logre también en lo literario un
éxito mayor que el suyo, y eclipse en parte su gloria."
Continuará...
BIBLIOGRAFÍA:
- “Arturo Reyes. Su vida
y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García,
Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural.
C. S. I. C. 1974.
- Archivo familiar Reyes
(ART).
FOTOGRAFÍA:
-Retrato de Salvador Rueda, 1909. Archivo de Fotografía Histórica de Canarias. FEDAC/Cabildo de Gran Canaria.
Lástimoso que haya personas que no echen una mano cuando se les necesita.....y que miren por encima del hombro a los que cree que pueden hacerle sombra.
ResponderEliminarGracias por compartir un trozo de la historia malagueña...de la cultura y de la vida de tu familia.
Besos