Hace pocos día nos dejaba tras una larga enfermedad D. Cristóbal Cuevas, nuestro catedrático de referencia, la persona que
desde hace tiempo ha capitaneado y guiado el rumbo de esta nave. D. Cristóbal
era la persona que mejor conocía al escritor malagueño Arturo Reyes y seguirá entre nosotr@s porque es nuestro deseo mantenerlo vivo en nuestras memorias, relatándonos como siempre la vida de mi bisabuelo.
Muchos han sido sus
títulos honoríficos, muchos han sido sus libros, muchas también sus
investigaciones, muchos los alumnos que se han sentido orgullosos de haber sido
sus pupilos y que como él, también se han interesado por la investigación.
¡Una
persona a la que su ciudad le dio el reconocimiento que se merecía en vida por su brillante contribución al
mundo de la literatura española!.
Este blog tuvo el honor
de biografiarlo con ayuda de sus familiares, una “modestísima biografía” para “una
persona tan importante”, pero realizada con todo el apasionamiento y admiración
que sentimos hacia su figura, y a partir de la cual, hemos recibido mensajes de sus antiguos alumnos, expresando la gran admiración que por él sentían, no sólo
por su trabajo como docente sino también por su valía personal.
El destino unió a D.
Cristóbal Cuevas con mi bisabuelo Arturo, un día en el que llevado por su
curiosidad investigadora, y paseando con su familia por la Cortina de Muelle, se interesó por la estatua de ese escritor malagueño que ocupaba un lugar privilegiado a la entrada del parque de Málaga y del cual probablemente no tendría muchas referencias.
Nota: Fotografía de la estatua de Arturo Reyes (Parque de Málaga). Autora: María Román Reyes.
Contactó con mi padre José Carlos, que le ofreció el archivo familiar para que pudiera investigar sobre la vida y obra de Arturo, a partir de los documentos y cartas que mis antepasados habían guardado y conservado durante muchos años. Además D. Cristóbal, para llevar a cabo esta investigación, tuvo que realizar una profunda y exhaustiva búsqueda bibliográfica, al encontrarse la obra de mi bisabuelo muy dispersa en periódicos y revistas de la época.
Contactó con mi padre José Carlos, que le ofreció el archivo familiar para que pudiera investigar sobre la vida y obra de Arturo, a partir de los documentos y cartas que mis antepasados habían guardado y conservado durante muchos años. Además D. Cristóbal, para llevar a cabo esta investigación, tuvo que realizar una profunda y exhaustiva búsqueda bibliográfica, al encontrarse la obra de mi bisabuelo muy dispersa en periódicos y revistas de la época.
Supuso para él un enorme
esfuerzo porque además el trabajo fue elaborado “a larga distancia” según
consta en las cartas que, desde Madrid y Mallorca, enviaba a mi padre, pidiéndole
documentación. Y la recompensa se materializó con la publicación de dos volúmenes sobre la vida y obra
de Arturo Reyes, en los que D. Cristóbal, realiza un estudio muy meticuloso y
completo sobre mi bisabuelo.
En fin sólo nos queda mostrar
nuestras condolencias a su familia en estos momentos tan dolorosos y nuestro
único deseo hoy es dedicarle este espacio a él, y a otra gran persona, que por desgracia también
nos ha dejado, mi estimado Paco Álvarez, quien como D. Cristóbal deja una inmensa huella entre los que lo conocieron. A ellos y a sus familias queremos ofrecerle esta poesía de mi bisabuelo.
LA
LEGIÓN DIVINA
Nunca mueren, nunca mueren
los invictos paladines
que,
explorando de los cielos
y la tierra los confines,
interrogan el arcano
de la vida sin cesar;
nunca mueren, nunca mueren
los constantes luchadores,
que rasgando van las sombras
con sus dardos brilladores,
y caminan, y caminan,
siempre en pos del ideal.
¡Cuán preclaros! ¡cuán tenaces!
¡cuán indómitos guerreros!
¡Cuán radiantes, cuán bruñidos,
cuán lucientes sus aceros!
¡Cuán gloriosa, cuán altiva,
cuán excelsa la legión!
¡Cuán intrépidos cruzando
van las arenas del combate!
¡cuán veloces sus corceles!
¡cuán áureos sus acicates!
¡cuán sus ímpetus soberbios!
¡cuán augusta su misión!
Son filósofos, son sabios,
son videntes, son profetas,
son artistas soñadores
y eremitas y poetas;
son espíritus ardientes;
son espíritus de luz;
son cual faros, que los mares
y las costas iluminan;
son hipógrifos celestes
que á los cielos se encaminan;
son humanos redentores
que también llevan su cruz.
Ellos son los que no mueren,
ellos son los inmortales;
los que fulgen como estrellas
en las cumbres ideales;
los que un surco van dejando,
de fulgores, de sí en pos;
y delante de la hueste,
como un sol esplendoroso,
más que un sol esplendoroso,
más que un sol y que cien soles
refulgente y luminoso,
va, la hueste acaudillando,
el Divino Redentor.
La parábola en su labio
como el rayo centellea,
y destila más dulzores
que un panal de miel hiblea,
y derrama, más que el día,
refulgente claridad;
con su planta poderosa
huella el símbolo pagano,
y en sus hombros redivivos
lleva el símbolo cristiano,
en que un día, con su sangre
redimió la humanidad.
Es de Dios el Hijo Santo
en el que Dios se recrea;
es el hijo de María,
Lirio Santo de Judea,
el que á Lázaro levanta,
y el que al ciego le hace ver;
y distantes del Dios Hombre,
muy distantes, muy distantes,
los que siguen sus banderas,
los espíritus valientes,
caminado van tras Él.
Son filósofos, son sabios,
son videntes, son profetas,
son artistas soñadores
y eremitas y poetas;
son espíritus ardientes;
son espíritus de luz;
son cual faros, que los mares
y las costas iluminan;
son hipógrifos celestes
que á los cielos se encaminan;
son humanos redentores
que también llevan su cruz.
Arturo Reyes
(Del Crepúsculo, 1914)
LAS PERSONAS QUE SE VAN DE LA TIERRA , NO DESAPARECEN DEL TODO PORQUE AQUELLOS QUE APORTARON EN ELLA , ALGO , SIEMPRE PERDURARA EN EL RECUERDO DE TODOS
ResponderEliminarANTONIO RUIZ
Muchas gracias por ese recuerdo a mi padre, gran amigo del tuyo al que como toda mi familia queriamos y respetabamos como persona y excelente médico.
ResponderEliminarNo se merece menos y es una forma de dejar estas palabras escritas para siempre. ¡Nuestros sentimientos hacia los demás!
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