Mi
bisabuelo Arturo fue de esa clase de personas, a las que admiro enormemente,
tanto por mantener una gran fortaleza y entereza ante las adversidades que a
veces la vida nos depara, como por ser luchadores natos, capaces de
afrontar una larga enfermedad y superarse a sí mismos en esa dura
batalla...
Su delicada salud le sirvió para aprovechar cada instante de esta última etapa de su vida como si fuera el último día de su existencia: “Carpe Diem”, que dirían los latinos.
Su delicada salud le sirvió para aprovechar cada instante de esta última etapa de su vida como si fuera el último día de su existencia: “Carpe Diem”, que dirían los latinos.
Nota: Reloj solar con la inscripción:
"Carpe Diem". Localización: Capbreton, Landas. (Francia).
Autor de la fotografía: Tangopaso.
Nuestro
popular refrán “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, se
convertiría probablemente en la frase que rondaría diariamente sus
pensamientos.
Y como
escritor, Arturo decidió aprovechar de la mejor manera que sabía, el tiempo que
la vida le regalaba, dedicándose en cuerpo y alma a su afición favorita, la
literatura; dejándose llevar por la inspiración, y plasmando en pequeñas hojas
blancas y con letras diminutas, todo aquello que le interesaba, en ese
ejercicio de plenitud suprema que es la expresión de los sentimientos más
íntimos.
Esta
última etapa de la biografía del escritor malagueño se caracterizó por ser la
más productiva literariamente. Me imagino a mi bisabuelo, con una actividad
frenética, pensando que quizás ese fuese el temido "último día", y
quizás influenciado por la morfina, ¡por qué no!, como los poetas malditos
franceses, consumiendo esa potente y anestésica droga, tan utilizada en
aquellos tiempos en medicina, para mitigar y aliviar los dolores, pero que tan
adictiva era aunque me imagino que también le serviría para aumentar su inspiración
poética.
Algunos
piensan que la potente droga hizo mella en él pero yo pienso que no fue así,
simplemente porque fue la época en que más trabajó, en la que más premios
recibió, y además porque una mente que "desvaría", no está preparada
para poder hacer frente a la vida familiar, laboral, intelectual y social, que
él llevó en aquella época.
Hoy
como siempre, es nuestro catedrático de referencia, D. Cristóbal Cuevas,
quien nos informa en su libro de estos hechos:
“No
obstante estas molestias, y aprovechando el carácter alternativo que su
enfermedad adoptó prácticamente hasta el momento de su muerte. Arturo se
sobrepone a sus achaques, y trabaja cuanto puede con un heroísmo que hoy parece
casi inhumano:
“La
enfermedad – dice un periodista amigo suyo – le obligaba a un método severo,
como un suplicio. Ahora nos admira la reciedumbre de aquella naturaleza, que
pudo resistir tantos dolores sin entregarse. En esta lucha entre la vida y la
muerte, la naturaleza vencía, levantándose después de caer, cuando otros
organismos de mejor temple hubieran sucumbido al primer embate. Y así,
Arturo, sobreponiéndose a su dolencia con una energía inquebrantable, volvía a
la pelea por el bienestar, acudiendo a su oficina del Ayuntamiento y encerrándose
después en su despacho a escribir, con ansias febriles, cuartillas y
cuartillas.”
Gracias
a este esfuerzo de superación, la época que va de 1908 a 1913 es precisamente
la más fecunda de su vida en cuanto a creación literaria: “Estos años acerbos –
escribió su hijo Adolfo- fueron, sin embargo, los de su más copiosa y febril
producción intelectual; en los que alcanzó sus mayores premios. En ellos, para
ir viviendo, esforzándose con sus últimas fuerzas, dio volúmenes sin descanso.”
Cuando
los dolores se hacían intolerables, Arturo se veía obligado a recurrir al
cloruro mórfico, alcaloide que le habían recetado los médicos desde los
primeros ataques, y que utilizó hasta el fin de su vida como sedante. Sin él,
su trabajo profesional, e incluso literario, le habría resultado imposible,
dada la violencia de sus sufrimientos físicos.
¿Llegó
Reyes a habituarse a la droga, convirtiéndose en morfinómano? Así lo han
afirmado algunos, ignoramos con qué fundamento. Lo que sí es cierto es que su
progresiva destrucción física se debió exclusivamente a sus dolencias
gastrointestinales, no pasando de ser una vulgar patraña la imagen de un Arturo
alucinado y ausente, a quién el abuso de la morfina acabó por llevar a la
tumba.”
Hoy
quiero dedicar esta publicación a todos aquellos amig@s y conocid@s, que son un
ejemplo para mí, por su entereza y fortaleza, por sus ganas de vivir, y por ese
deseo inmenso de combatir la enfermedad con una actitud positiva.
Continuará…
BIBLIOGRAFÍA:
- “Arturo
Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas
García, Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra
Cultural. C. S. I. C. 1974.
Felicidades,gracias por dar a conocer cosas interesantes de nuestras raíces y de las personas que construyeron nuestro momento.
ResponderEliminarUn beso
Gracias a ti Carmen por apoyarme en este camino de recuperación histórica y familiar. Un beso y buen verano.
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