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Archivo Arturo y Adolfo Reyes Escritores de Málaga por Mª José Reyes Sánchez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

domingo, 3 de marzo de 2024

CUENTO: DEBAJO DEL PUENTE. AUTOR: ARTURO REYES.

La sequía que acompaña a nuestra tierra cíclicamente, es hoy en día, como ya tod@s sabemos, una de las mayores problemáticas, a la que nos enfrentamos en Málaga. 

Los nubarrones llenos de esperanza, que a veces atraviesan nuestros cielos, no alivian nuestros temores ni nuestros pantanos, pues pasan por nuestra orografía sin dejar rastros de lluvias significativas. 

Muchas de las tierras de la Axarquía, que siempre fueron consideradas de secano, con cultivos de almendros, olivos y algarrobos, han llegado a reconvertirse “por arte de magia” en zonas de regadío, donde se han plantado productos subtropicales como el aguacate y el mango, que tanta agua necesitan.

Los políticos no han tenido en cuenta los efectos negativos que los nuevos cultivos podían acarrear a nuestra provincia, llevándose a cabo una mala planificación y gestión política tanto de la agricultura como de los recursos hídricos de los que disponemos. 

En definitiva las restricciones por sequía llegaron a nuestras tierras hace ya meses, y si la meteorología no nos favorece, llegaremos al verano aún con más serios problemas de suministro. 

Hoy queremos compartir con vosotr@s un cuento corto de mi antepasado, el escritor Arturo Reyes, quien nos describe una escena de la vida cotidiana malagueña ambientada en los márgenes de nuestro céntrico río Guadalmedina, cuyo cauce casi siempre seco, atraviesa la ciudad, de norte a sur. 

Un río, en el que, tras muchos años de espera, aún no se han encontrado soluciones eficaces, que eviten, por ejemplo, que las compuertas del Pantano del Agujero se tengan que abrir cuando llueve mucho, por incapacidad de conservar y almacenar todo el agua de la lluvia. 

Tampoco se ha ejecutado ningún proyecto que revitalice de forma integral la zona, y que conviertan al Guadalmedina en un eje vertebrador, en una nueva área de expansión tan necesaria en la ciudad para que los habitantes y visitantes puedan reunirse, divertirse, realizar actividades de ocio y tiempo libre, y practicar deportes, entre otras actividades. 


Con este cuento corto podremos visitar este lugar tan histórico, el río Guadalmedina, de la mano del autor, quien nos convertirá en testigos directos de la acción. 

Podremos descubrir cómo nuestros antepasados se relacionaban, dejándonos entrever sus comportamientos, sus costumbres, sus oficios, todo ello regado con el “salero andaluz” que siempre nos ha caracterizado. 

Con este relato el escritor aportará su granito de arena para poder incrementar el conocimiento que sobre la historia del río Guadalmedina se tiene.

Esperamos que sea de vuestro agrado… 


Nota: 
Cauce del Río Guadalmedina, Málaga, aprox. 1914. Fotografía original familia Lamothe. Archivo Histórico de la Universidad de Málaga. 


             DEBAJO DEL PUENTE 

Guadalmedina, como casi todos los del año, más parecía arenal que lecho de río el día a que hacemos referencia, y más aún que arenal campamento de gitanos, en el sitio en que uno de los puentes que lo salvan pone en comunicación Puerta Nueva con el Perchel y la Trinidad, dos de los más famosos de nuestros barrios populares. 

Nada más pintoresco y peor oliente que el sitio a donde pretendemos llevar a los que nos leen; lugar donde al que, con nosotros, por él se aventure aconsejaremos recate el olfato si no quiere oler a aceite frito, que a esto, y no a nardos y a jazmines, huelen las enormes sartenes, donde alguna sacerdotisa de las dedicadas en otras horas a leerle el porvenir al más vivo en la palma de la mano, confecciona el sabroso tejeringo, o mal fríe el atún y los boquerones, que llegada la hora de hacer por la vida, buscan, pagan, o no pagan y devoran, los menos escrupulosos y adinerados de los de su ilustre abolengo. 

Y si los que se aventuren con nosotros por aquel lugar son de los que creen que el arte sólo se viste de riquísimas urdimbres, retírense de aquellos lugares, que allí sólo encontrarán sus ojos hembras, si graciosas y gallardas, no pulcras ni bien vestidas, dedicadas a la venta de ropa fuera de uso, de hierro viejo, de libros adquiridos casi de balde para venderlos casi con dineros encima, y de verduras de la que no osan los revendedores de fuste presentar a su escogida parroquia. 

Vengan, pues, conmigo aquellos que quieran por el sitio indicado; arremánguense, los más pulcros y cuidadosos, el pantalón; fumen y háganlo recio y aprisa los de nariz más delicada, y atravesando bañados en sol por entre la alegre multitud, llegaremos casi ensordecidos por el pregonar de los vendedores, el charlotear de los transeúntes y el repicar de las campanas, al lugar preferido para sus transacciones, expansiones y conferencias, por casi todos los que en esta tierra se dedican al manejo de las cachás, lo mismo para dejar al asno de pelo más indócil como si saliera de casa de Carbonell que para realizar alguno de sus sangrientos y frecuentes y heroicos desaguisados. 

Y ya sobre el terreno, después de mirar un punto a los cuatro cardinales y saludar por un lado al mar que se une al cielo en una línea azul y esplendorosa; a los montes que recortan el horizonte de zafir con sus cumbres onduladas por otro, y por los otros a la población donde hierve la vida, lléguense conmigo a un grupo donde lucen sus dotes personales tres de los más caracterizados prohombres de la gitanería malagueña, o sean, Currito Heredia, Antonio Alcaide y Joseíto Carmona, más conocidos por el Trompeta, el Guitarrista y el Niño del Calderero

Fíjense nuestros acompañantes en estas tres cúspides supremas, dos de ellos con la edad en la boca todavía, según aseguran, y todos ellos con las guedejas sobre las sienes y la frente, tirado hacia atrás el sombrero de alas amplísimas, la chaqueta corta de astrakán, el pantalón de pana, los zapatos de cuero, color de sangre la faja, pañuelos de seda de vivísimos colores a modo de corbata y apoyados todos tres en enormes báculos y pregonando su origen con sus semblantes bronceados, su fino perfil y sus enormes ojos negrísimos y luminosos. 

-Que Dios sus guarde, caballeros -digo yo, colocándole fraternalmente una mano en el hombro al Niño del Calderero, no sin antes ponerme de un choclazo el cordobés en la mismísima coronilla. 

-¡Venga osté con Él, pairino! 

-¿Aónde tan de mañana? 

-Güenos días, don Fulano. 

-De qué se trata, caballeros. ¿Qué tiée usté, tío Trompeta, que parece que le han cortao a usté el estornúo? -le pregunto al más viejo de los que formaban el brillantísimo triunvirato. 

-Calle osté, hombre, que hay días en que lo debían jacer a uno fideos tallarines y cosas en la vía que jacen más boquetes que un berbiquí y que duelen más que un avispero. 

-Pero ¿es que le ha tocao a osté la quinta por casolidá? 

Chavó, y qué dexagerao que es usté, tío Trompeta! -exclama escupiendo y matando con el pie la salivilla el Guitarrista, el cual después, volviéndose hacia mí, me dice con acento de hombre convencido: 

-Mire osté, ¡que me den una puñalá en un sobaco, si tiée este razón en naíta de lo que dice! -Mire osté -exclama el viejo con voz exaltada-; osté va a ser el que me va a dar, si la tengo, la razón y el que me la va a quitar si no la tengo. 

-¡Si no la tiée osté, cómo se la van a quitar! Mire osté, pairino, yo le contaré lo que pasa -exclama el Niño colocándose el báculo debajo del brazo. 

-Güeno, anda, cuéntaselo tú, pero sin fartarle al rispeto a la verdá, ¿sabes tú? 

-Pos verá osté, pairino: este puri, al que ya no le quea más que un raigón y dos dientes delanteros, tiée una gachí... 

-¡Un penco! -grita el tío Trompeta con acento despreciativo. 

-Güeno, lo que osté quiera..., un penco..., la Taponera..., una jembra que entoavía trota y galopa y se canta unas siguirillas que quitan toas las tapaeras der sentío..., porque eso no me lo negará osté, ¿verdá? 

-Pa mí ya ca siguirilla que canta es un martillazo que me pega en er tímpano, y eso te lo sabes tú de corrío. 

-Pos bien..., este caballero está ya más jarto de la Taponera que del mal comer, pero como de gusto no hay na escrito, si no le gusta la Taponera, en cambio está prevelicaíto por un burro que tiée el Córdoba... 

-Un burro que es una prenda e gala y que vale un Potosí...; un burro más grande que un cerro y con una sangre que es pórvora y sabiendo más que un catedrático. ¡Como que na más que por mirarlo se debiera pagar contribución! 

-¿Me dejará osté que arremate? 

-¡Es que cuando oigo platicar de ese pasmo se me va er sentío! 

-Pos bien, como diba diciendo, este está prendao der Ceniciento, que asín se llama er burro, y, en cambio, el Córdoba está que tira piedras por la Taponera

-Y como yo -exclama el tío Trompeta interrumpiendo bruscamente al Niño - nunca le he tenío voluntá a esa gachí, que tiée por cabeza un bolo de billar y por pinreles dos lanchas cañoneras, y si le ha dao ar pico arguna que otra vez ha sío porque a mí me echó mi madre al mundo con el corazón lleno de misericordia, y ya me apesta que me mata, y como a mí el Ceniciento me gusta al perder, y al Córdoba (un divé le valga) le gusta la Taponera, pos el otro día como el hombre me tiée rispeto y no se atreve a meterse en mis aguas sin que yo le vise el ro, pos como el otro día estuvimos un rato de copas y de polos y de jaberas..., pos lo que pasa..., se rodeó la cosa, y como las palabras se enrean y las unas tiran de las otras... 

-Miré osté, pairino -dice el Niño interrumpiendo a su vez al viejo-, lo que en resumías cuentas pasó fue que este punto y el otro punto trataron una cosa esaboría, u sea que el Córdoba le diera el Ceniciento a éste, y que éste dejara al Córdoba jonjabarle la Taponera

-Lo que chanelan sus güesos, camará -digo yo, guiñándole un ojo a los que nos acompañan, que nos miran turulatos, boquiabiertos y casi, casi despavoridos. 

-Pos a pesar de to lo que yo chanelo me han salío las contrarias, no le digo a osté que hay cosas en la vía que duelen más que un avispero. 

-Pero ¿no se quedó el trato firmao y rubricao por dambos a la vez? 

-Vaya, y el Córdoba me dio el Ceniciento jasta con la baticola bordá, pero es que yo creía... que la Taponera, a la que un divé quiera le salga un cangro en ca poro, se ha portao como quien es, y esta mañana, cuando el Córdoba le arremató de platicar der negocio, como la mu mala jembra estaba friyendo unos calamares y como tiée er genio tan súpito y como no le sentó bien er trato, pos la mu pícara, se fue der seguro y según parece le metió un sartenazo al Córdoba que cuando este vino a contarme lo que pasaba, ¡entoavía estaba er gachó escupiendo calamares! 

                        *  *  * 

Y como ya va picando el sol y es llegada la hora de que cada hormiga busque el grano para su troje, si los que nos acompañaron en esta expedición matinal nos lo permiten, nos despedimos hasta otro día del enamorado del Ceniciento y de sus dos ilustres compañeros, tres de los más bizarros representantes, en esta tierra, de los de chaquetas de astrakán, pantalón de pana y cachás en la cintura. 


BIBLIOGRAFIA: 

Cuento: “Debajo del puente”. Autor: Reyes, Arturo. 

Publicado en la Revista España, Revista de la Asociación Patriótica Española. Buenos Aires, 9 – IV – 1905. 

Publicado en “Cuentos andaluces, Tomo 1. Pags 117 – 120. Edición Homenaje del Excmo. Ayuntamiento de Málaga, 1964. Gráficas San Andrés, Alonso Cano, 4 – Málaga.

jueves, 2 de noviembre de 2023

MARIDAJE ENTRE MÁLAGA Y VIETNAM: EL ESCRITOR MALAGUEÑO ARTURO REYES JUNTO AL FOTÓGRAFO FRANCÉS REHAHN

 Hoy quiero cumplir un deseo que he tenido hace varias semanas, y que consistía en interrelacionar a un fotógrafo francés que vive en Vietnam con mi bisabuelo Arturo.

Durante el viaje a Vietnam que hemos realizado esta pasado mes de octubre, descubrimos un museo instalado en un edificio colonial francés, en la bonita ciudad de Hoi An, el Precious Heritage Museum, que me causó una enorme impresión y  una gran  admiración por su director.

Decidí que quería escribir sobre él porque me producía mucha curiosidad encontrar a un personaje de tal magnitud, y quería contribuir desde este blog familiar a su engrandecimiento, y a agradecerle su contribución al mundo.




Nota: Retrato realizado por Rehahn que sirvió de inspiración a su proyecto "Sonrisa oculta". 

Según cuentan en su página oficial "la señora Bui Thi Xon era una mujer que transportaba turistas en su barco sampán por los canales de Hoi An. El fotógrafo se sintió atraído por ella, y le pidió que lo llevara. Cuando Rehahn le preguntó a la señora  si podía tomarle un retrato, ella accedió tímidamente. 

Después de ver su propia foto, comenzó a reír y cubrió sus sonrisa con una mano. Esta acción inspiró a Rehahn a tomarle otra foto con esta pose. El fotógrafo eligió esta fotografía para la portada de su primer libro "Vietnam, mosaico de contrastes". Se ha convertido en una de las imágenes de Vietnam más conocida en el mundo.



Nota:
Retrato de An Phuoc, la niña de ojos azules, descendiente de la etnia Cham, pueblo de origen malayo-polinesio, con fuerte influencia budista e hindú.


Pensando qué podían tener en común este fotógrafo francés contemporáneo con mi bisabuelo Arturo tuve varias ideas.

Una era el deseo que ambos tenían de preservar la cultura: el francés Rehahn viajando por todo el mundo captando instantáneas frescas y sublimes de las minorías étnicas, y mi bisabuelo, en su ciudad natal, Málaga, inspirándose en la gente de la raza calé para dar a luz su obra literaria, mostrándonos también a esta minoría étnica tan española en su mayor esplendor, y siempre con mucho respeto y enalteciéndolos.  

Otra punto en común entre ambos era su honda inspiración, plasmando sus obras con una gran sutileza y belleza. Rehahn a través de la fotografía y Arturo mediante la producción literaria.

Pues bien ahora quiero presentaros al director de este magnífico museo.

Rehahn Croquevielle, es un fotógrafo francés nacido en Normandía en 1979, que vive desde hace más de dos décadas en Hoi An, una preciosa y pequeña ciudad situada en el centro de Vietnam. Este magnífico artista ha viajado por muchísimos países del mundo, fotografiando no solo sus paisajes y su gente, sino sus almas, emociones y sentimientos.

El museo que dirige en Hoi An está dedicado a las minorías étnicas que conviven en Vietnam, y que si no se preservan desaparecerán. Él ha querido subrayar la gran importancia que tienen estas pequeñas comunidades con una herencia cultural muy frágil, que se encuentra en manos de personas muy ancianas, que aunque muy activas, tienen la esperanza de que las nuevas generaciones aprendan sus conocimientos, y tomen el testigo de ese importante legado.

Rehahn viaja por el país buscando a las minorías étnicas en sus pequeñas aldeas, se granjea su amistad, los visita periódicamente, y convive en sus casas. Ha sido capaz de generar fuertes lazos de amistad con estos personajes singulares.

Para que sean expuestos en el museo y con el objetivo de que la sociedad los conozca, los jefes de las aldeas le regalan al artista sus atuendos típicos, sus instrumentos musicales, etc.

Rehahn les regala las fantásticas instantáneas e imágenes que fotografía con toda naturalidad, complicidad, sencillez y belleza, creando momentos únicos, y mostrándonos la diversidad multicultural que convive en Vietnam.

El francés quiere salvaguardar este inapreciable tesoro que se ha ido encontrando en este precioso país, y nosotros queremos darle las gracias.

Vamos a publicar hoy una poesía de mi bisabuelo Arturo titulada “La castañera”, una profesión que como tantas otras se encuentran  en vías de extinción, y que queremos hacer la protagonista de hoy, con la llegada del otoño. 

Se la queremos dedicar al fotógrafo francés Rehahn en muestra de nuestro gran respeto hacia él y nuestro reconocimiento.


Esperamos que sea de vuestro agrado.

 

            LA CASTAÑERA

                  Llegó ya el invierno

                  vestido de nieblas,

                  y vientos y lluvias;

                  llegó, y ya en mi puerta

                  coloca su hornillo,

                  su silla y su mesa,

                  y el farol que la alumbra, la alegre

                  gentil castañera.

 

                   Gitana es, gitana

                   graciosa y esbelta;

                   de raso parece

                   su cara morena;

                   son rojos sus labios,

                   sus labios que muestran

                   cual en ricos engarces de grana,

                   dos hilos de perlas.

 

                   Sus lánguidos ojos

                   parece que llenan

                   de luz cuanto miran;

                   luce en la guedeja,

                   sedosa y brillante,

                   flores y peinetas;

                   y en el cuello, un collar de abalorios

                   de múltiples vueltas.

 

                   Grandes arracadas

                   luce en las orejas;

                   purpúreo pañuelo,

                   de crespón de seda

                   y flecos larguísimos,

                   su busto moldea,

                   su busto arrogante, en donde 

                    el que pasa los ojos recrea.

 

                    De metal dorado

                    brillantes pulseras,

                    que ajorcas parecen,

                    ciñen sus muñecas;

                    y su limpia falda,

                    plegándose, deja

                    ver los pies, dos primores que encienden

                    la sangre en las venas.

 

                    Y lleno de orgullo,

                    de pie junto a ella,

                    está su gitano,

                    luciendo su enérgica

                    viril hermosura;

                    su hirsuta melena

                    y sus ojos ardientes, henchidos

                    de dulces promesas.

 

                    Allí está luciendo

                    la corta chaqueta,

                    pantalón de pana,

                    camisa entreabierta,

                    cordobés sombrero,

                    y al desgaire puesta

                    una faja celeste, su traje

                    gitano completa.

 

                    Gitano y gitana

                    se quieren de veras,

                    se quieren, y en vano

                    por tanto se esfuerzan,

                    cuantos ser un punto

                    los dueños quisieran

                    de la hermosa gitana que tiene

                    su puesto en mi puerta.

 

                       Arturo Reyes.

 

BIBLIOGRAFIA:

Poesía “La castañera”; Autor: Arturo Reyes;  Libro: Romances andaluces; Pags 197 – 199; Málaga, Zambrana Hermanos, Impresores. 1912.

Poesía “La castañera “; Revista Blanco y Negro. 04 -XI - 1899. Pag 19. Dibujo de Varela.


ENLACES:

-      Revista Blanco y Negro: Poesía La castañera; Arturo Reyes:

https://www.abc.es/archivo/periodicos/blanco-negro-18991104.html

-      Fotógrafo francés Rehanh:

 https://www.rehahnphotographer.com/




 

domingo, 18 de junio de 2023

HOMENAJE AL ESCRITOR ARTURO REYES TRAS CUMPLIRSE 110 AÑOS DE SU FALLECIMIENTO (1913 - 2023).

 El 17 de junio del año 1913 fallecía en Málaga, en su casa, y rodeado de sus más allegados, mi bisabuelo Arturo. Murió demasiado joven, con 49 años, tras una larga y dolorosa enfermedad, que le hizo flaquear en sus últimos años, pero que propiciaron su preparación para poder abordar de forma más natural, el paso que existe entre la vida y la muerte.

Su vida fue muy intensa y apasionada, y como herencia de sus vivencias y experiencias, nos regaló un extenso y variopinto  legado literario; una estela de poesías, cuentos, y novelas, que trascendieron a nuestra ciudad y a nuestra provincia. Fue el malagueño un escritor prolífico y muy perfeccionista. Nunca se contentaba con el producto final, y necesitaba casi siempre realizar correcciones y tachaduras a sus publicaciones.

Fue "un personaje del pueblo y para el pueblo", y es ahí donde creemos que radica su esencia como escritor. No dejaba ningún detalle a la improvisación, y si describía alguna escena o lugar, primero lo estudiaba con precisión para posteriormente poder describirlo con todo lujo de detalles.

Fue una persona muy querida, con una numerosa colección de amig@s. Supo granjearse la amistad de muchos personajes célebres, y algunos de ellos, como Galdós, repitieron sus visitas a Málaga, quizás en parte, porque el famoso escritor canario quería seguir compartiendo experiencias con sus buenos amigos y "mejores anfitriones", Arturo Reyes y Narciso Díaz de Escovar, quienes lo esperaban como "agua de mayo", impacientes y orgullosos por poder mostrar y compartir con un personaje tan célebre y admirado, la vida y ambiente de nuestra ciudad.

Málaga  y sus políticos estarán muy  orgullosos por tener muchos museos pero existe también una ignorancia supina en cuanto a nuestra historia más cercana, dejando en el olvido a cientos de personajes célebres malagueños que construyeron la historia de nuestra ciudad.

Tenemos que agradecer a la escritora y periodista Lola Clavero la publicación de su libro: “Los olvidados”, no solo por haber rescatado del pasado a much@s malagueñ@s que deberían formar parte del presente de nuestra ciudad, sino también por haberle dedicado un capítulo a mi bisabuelo, y otro a la Academia de Declamación de Málaga, institución fundada por Narciso Díaz de Escovar, el actor José Borrego y también por mi bisabuelo Arturo. 



Nota: Libro "Los olvidados. Autora: Lola Clavero. Jákara Editores. Málaga, 2022.


Para tod@s vosotr@s, os damos a conocer una poesía que escribió mi bisabuelo en honor a Andalucía, y que esperamos sea de vuestro agrado.


LAS CALLES DE ANDALUCÍA

Calles de la tierra mía,

¡como viéndolas tan bellas

el corazón se extasía!

¡como olvidar sus querellas

hacen al que vive en ellas, 

las calles de Andalucía!

Fulge el sol en los balcones,

más que balcones jardines,

en donde, en lindas prisiones, 

canarios y colorines,

dan al viento sus canciones

entre rosas y jazmines.


De los balcones rivales,

las rejas, que al suelo tocan,

brillan, en tintas iguales,

y entre nardos y rosales, 

al transeúnte provocan,

labios que el ósculo invocan, 

tan rojos como corales. 


Rientes labios bermejos

que en sus años juveniles

hacen que evoquen los viejos

y lloren viendo tan lejos

sus ya pasados abriles

y que aborrezcan, seniles,

las lunas de los espejos.


El pescadero la ingrata 

vida por ganar, los sones

de sus pregones desata;

gritando: ¡La flor y la nata

de la mar; llevo dentones

y llevo los boquerones

branquitos como la prata!.


- Llevo la flor de las flores,-

grita el florero, en la esquina-

el clavel de tos colores

y el nardo y la clavellina

y la rosa, la más fina,

y de más ricos olores.


Del sol a la luz ardiente,

ardiente luz meridiana,

brilla la calle riente,

cual fúlgida estofa indiana,

cual la alcatifa africana

de un Califa del Oriente.


¡Calles de la tierra mía!

¡como viéndolas tan bellas

el corazón se extasía!

¡como olvidar sus querellas

hacen al que vive en ellas,

las calles de Andalucía!.

            

                        Arturo Reyes


BIBLIOGRAFÍA:

Romances andaluces. Reyes, Arturo. Málaga, Zambrana Hermanos, Impresores. 1912.

Romances andaluces. Reyes, Arturo. Madrid, Sucesores de Hernando. 1912.


ENLACE DEL LIBRO: 

https://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/catalogo/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=87273