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Archivo Arturo y Adolfo Reyes Escritores de Málaga por Mª José Reyes Sánchez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

domingo, 22 de junio de 2014

EL ESCRITOR COSTUMBRISTA MALAGUEÑO ARTURO REYES. CUENTO CORTO: "YO SOY ER TANO" (1907).


Ya ha llegado el verano y es tiempo de descansar tras un largo invierno. Nos merecemos unas vacaciones en la que podamos relajarnos y dedicar nuestro tiempo libre a nuestras aficiones, a disfrutar de la naturaleza y de la playa, a compartir días entrañables e inolvidables con familiares y amigos, a viajar a algún destino deseado, en definitiva a dedicarnos a lo que más nos apasione.

El blog también quiere tomarse unas merecidas vacaciones en esta época estival y quizás sea el momento de difundir parte de la obra de mi bisabuelo Arturo como una amiga me sugirió y así podáis conocerlo un poco mejor.

En primer lugar publicaremos “Yo soy er Tano”, un cuento corto que escribió a principios de junio de 1907, y que posteriormente D. Angel Caffarena Such reeditó en 1963, como colaboración en la celebración del primer centenario del nacimiento del escritor costumbrista malagueño.

Esperamos que os guste…



                   YO SOY ER TANO.

- Yo soy er Tano de Écija, ¿sabe usté?, er Tano de Écija. Y er Tano de Écija es el primer cantaor de seguirillas y de soleares y de serranas y de carceleras y de polos y de medios polos, que hay bajo er sol, y bajo la luna y bajo el lucero matutino; y aquí aónde usté me ve yo canto siete veces más que el Chinche, y siete veces más que el Pirulero, y siete veces más que el Pucherete y siete veces más que too los que viven de dar jipíos, dende aquí a las pampas argentinas, ¿sabe usté?

- Pos que Dios Uno y Trino le conserve a usté la sirena -repúsole Joseíto el Cañamones, sonriendo irónicamente y mirando irónicamente también a aquel típico representante de la gitanería andaluza.

- ¿Pero ¿es que se cree usté que es onjana lo que yo platico? Vamos, hombre, lo que yo hablo es más verdá que la luz, y aquí aonde usté me ve al parecer tan de uñas con el sastre y con er zapatero, si yo quisiera tendría la mar de ternos de elasticotín y ca diamante como un melón y la pechera bordá y las pretinas bordás y jasta los carcetines bordáos; pero es que ca uno es como es ca uno, y yo soy como me parió mi madre, y si bien yo tengo cuando quiero una sucursá der Banco en la campanilla, yo soy hombre mu raro y mu cabezón, y yo no canto más que cuando mi gusto me dice: “canta”, y como yo allí, en Écija, tengo tres olivos y tres jigueras brevales y a mí er jamón se me ripite, y en cambio me prevelico por el bacalao a la vizcaína, pos velay usté, no canto nunca cuando la gente me lo quieen pagar, sino cuando a mí me sale de los hijares, cuando a mí me da la repotente gana, ¿sabe usté?

- Hombre, ¿y pa decirme eso, es pa lo que usté me ha citao en este sitio?, ¿pa que yo me entere de lo que le gusta a usté er bacalao a la vizcaína?

- Aspere usté, hombre, y no sea usté súpito, hombre, que las cosas se deben emprencipiar por el principio, y si no ¿cómo diba usté a saber lo que yo canto si yo no se lo digo a usté como se lo acabo de decir, señor Joseíto?

- Pero hombre, ¿a mí qué se me da que usté cante más que un mixto? Lo mismito se me da a mí de eso que de la frabica de azúcar, o de la del chocolate de la Riojana.

- Ya verá usté como no dice usted eso cuando yo le diga a usté que na más que pa platicar con usté me he venío yo de Écija, porque yo no he venío de Écija más que pa contarle a usté lo que usté irnora, u sea que jace ya un año cuasi que se descorgó por mi pueblo una gachí que me miró una vez y me tuvo tábiro una temporá, una gachí argo pariente de usté, Lolilla la Miraflores.

- ¡Ah, ya, ya voy chanelando una miajita de lo que usté se trae conmigo - exclamó, frunciendo la frente, el gallardísimo Cañamones.

- Pos verá usté -continuó el Tano con acento plácido y zalamero - como a mí me gusta lo güeno, como a usté, pongo por caso, y en el lao dizquierdo no manda naide, pos la verdá, ver a Lolilla y quearme medio perlático, to fue uno; y como es naturá, encomencé yo a dar paseitos en su calle, con las alas caías y arrastrando la cola, y viendo que ella ni pa Dios se adolesía de mí y viendo que de la pena diba a perder jasta el cielo de la boca, pos jeché manos de mis méritos, y una noche me pegué a su reja acompañao der Tabardillo, un gachó que toca la guitarra como los propios ángeles, y me arrimé a la reja – digo - y apenas er Tabardillo me dio la entrá, salí yo templándome y na..., lo que pasa a cuasi toítas las mujeres en cuantito me oyen er pito, que se desparranguilló de gusto la Lola, y que se asomó a la reja, y que encomenzamos a platicar y na..., lo que pasa..., que hoy dambos estamos sin sentío, y yo vivo pasando más fatigas que si estuviera en un pozo, y ella

tiene la cara morena
y negrito el corazón,
que se lo quemó la pena.
- Güeno, ¿y qué más? -exclamó con acento sordo el Cañamones, al cual a medida que hablaba el de Écija íbasele ensombreciendo más y más el atezado semblante.

- Pos bien, como era de esperar, ella se pasó en seguiita ar moro, pero er bato que tiee por sangre la giel de los calamares y al que no le gustó mucho mi postín, al comerse la partía, me cojió a mi Lola y a la probetica mía la tuvieron que meter en una tina de árnica, y endispués se la trajo aquí, y ella aquí y yo allí empezamos a escribirnos, y oiga usté lo que me escribió mi Lola la última vez, que jace ya ocho día por lo menos.

Y diciendo esto, el Tano sacó de la faja la faltriquera, de la faltriquera un pañuelo, y de entre los dobleces del mismo una carta, la que leyó quitándole casi la arenilla con las encorvadas y negrísimas pestañas:

- Tanillo de mis ojos, has de saber tú al recibo de ésta, que la cosa se está poniendo mu esaboría, que mi primo er Cañamones está por mí que elira, y como aprieta más que un miserere, y como a mí mi primo me sabe a ragua de cañadú abitocá, y como tú me sabes a mí a lo que tú sabes que a mí me sabes, pos yo digo que yo no tengo lo que tengo más que pa tu persona gitana y que antes de casarme con mi primo me tiro a la mar pa que me coman los peces y cuando yo digo me arrima mi vato ca pie e paliza que me troncha y to mi cuerpo lo tengo acardenalao y como quiera que esto no es vivir, yo te pío por los ojitos e tu cara que vengas acá y que veas de arreglar er negocio sin dirte der seguro, porque has de saber tú que mi primo es mi primo, porque es hijo der señor Paco er Cacatúa, al que Dios tenga en su santa gloria, y er Cacatúa era como sabes hermano de mi probe mare, y si te fueras der seguro y sus embistiérais dambos y yo tuviese la suerte de que tú le dieras un crugío al otro, mi vato no te lo perdonaría ni manque te vistieras de nazareno, y sería peor lo roto que lo descosío, asín es que ven juyendo y ve de arreglar la cosa, sin que la tierra se entere tan siquiera de que yo te he escrito esta carta, que me la escribe er sereno, que ya sabes tú que es hombre más callao que un chuzo -Tuya, tuya, tuya, tuya, tuuya, tu Lola la Miraflores.

- Güeno, pos no está saboría der to esa carta; no, señó, que no está saboría -exclamó con voz ronca y vibrante el Cañamones.

- Pos bien, ahora bien, si yo peleo con usté y me da usté candela..., malo, pero que mu malo; si le arrimo a usté un crugío y lo lisio, malo, pero que mu malo tamién. Y siendo dambas cosas malas está más claro que er solera claro que yo no peleo con usté, ¿usté se entera?

- Y si no peleamos, ¿qué es lo que vamos a jacer, que yo me entere?

- Pos lo primerito que va usté a jacer, digo, si es que usté quiere jacello, es contestarme a una pregunta, y esta pregunta es que me diga usté si es verdá que usté está prendaíto der to de su prima Lola.

- Ya esto no es cuestión de enamoramiento, hombre; esto es cuestión de negra honrilla. A mí mi prima me gusta, porque a quién no le gusta lo chipé, pero ahora mi prima me paga a mí eso de compararme con la ragua de una cañadú abitocá, y en dispués que me pague a mí ella eso, asín que me lo pague, ya pensaremos qué es lo que vamos a jacer nosotros.

- ¿Y no sería muchísimo mejó que jiciéramos dambos un tratillo que a dambos mos conviniera?

- ¿Y qué tratillo quié usté que hagamos mosotros?

- Pos verá usté; usté no está prendao como yo de la Olores; usté vive como las propias rosas cortando aquí er bacalao en el cante jondo, y yo si se me pone sobre er corazón, puéo dejarlo a usté pollito, pero que pollito der to, y quitarlo a usté der comeéro, ¿usté se entera?

- Por enterao.

- Pos bien, si usté se empeña en lastimarme un ala del corazón, yo me vengo de Écija, dejo allí mis cuatro olivos y mis cuatro chirimollos y me vengo aquí, y ya aquí, encomienzo a dar jipíos, y no van a llamarlo a usté a cantá, ni manque lo recomiende er Gobierno, ¿usté se entera?

- Por enterao.

- Pos bien, si por el contrario usté me deja libre la jaza y me jecha una manita pa con su tío de usté, yo le prometo en cambio no golver a cantar una copla elante e gente en to lo que me quea de vía.

El Cañamones quedó pensativo durante algunos instantes, miró después con escrutadora intensidad al de Écija, y

- ¿Me da usté su palabra de hombre de que esa carta se la ha escrito a usté mi prima?

- Mi palabra de hombre que ella me la ha mandao, porque eso de escribirla ya sabe que quien la ha escrito ha sío er sereno de su calle.

Tornó a quedar pensativo el Cañamones, y tras otros instantes de vacilación, díjole sonriendo irónicamente al ecijano:

- ¿Y quién me prueba a mí que es usté cantando un proigio, como usté dice?

- Eso se lo pruebo yo a usté ahora mismito, pero que ahora mismito. ¡Pu pa qué, si no lo he citao yo a usté en este escampao!

Y el Tano, tras un brevísimo silencio, entreabrió los labios, y...

.          .           .          .          .           .           .            .         .

- Por vía de Dios y de la Santísima Virgen, chavó, que canta usté que pone er pelo de punta, camará - exclamo brusca y apasionadamente el Cañamones cuando el Tano hubo puesto fin a su seguidilla gitana.

- ¡No se lo decía yo a usté, hombre! -díjole el de Écija con expresión complacida y después, y mirando maliciosamente a su rival, le preguntó:

- Y qué, ¿entonces hacemos o no el tratillo que yo pensaba jacer con usté, mozo güeno?

- Ya lo creo que sí, que lo hago, pero con una condición, y es que siga usté cantando toíto lo que le dé a usté la repotente gana.

- No, eso no; yo le prometo a usté no cantar en tanto y cuanto no me lo pía usté por favor, lo menos catorce veces...

.          .           .           .           .            .             .           .    

Y según hemos oído asegurar a muchas gentes, para que cante una copla el ya marido de Lola la Miraflores, hácese preciso que se lo suplique catorce veces, por lo menos, Joseíto el Cañamones.

                                                       Arturo REYES.

BIBLIOGRAFÍA:

- "¡Lo de siempre!" y "Yo soy er Tano". Reyes, Arturo. Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce. Málaga, 1963. Nota previa, bibliografía y edición de Angel Caffarena Such.

domingo, 1 de junio de 2014

HOMENAJE DEL ESCRITOR MALAGUEÑO ARTURO REYES AL CORRALÓN DE SANTA SOFÍA (S. XIX).


El escritor Arturo Reyes nació en El Perchel y presume de sus orígenes en el prólogo de uno de sus libros, cuando afirma con mucho orgullo: “Yo nací en el barrio más famoso de Málaga”. 

Fue también entre La Trinidad y El Perchel, donde transcurriría su infancia y adolescencia, lo que le hizo ser un perfecto conocedor de la gente de  estos dos barrios, de sus costumbres, sus inquietudes, sus vivencias, sus sentimientos, su habla típica, etc.

Málaga celebra entre el 30 de Mayo al 6 de junio, la X Semana de los Corralones de la Trinidad y El Perchel, y sería una buena oportunidad para que las obras de mi bisabuelo Arturo vieran de nuevo la luz, en forma de escenificación teatral o lectura dramatizada ya que fue en este ambiente tan típicamente  malagueño, en los corralones, donde recreó la historia de algunos de sus vecinos, gente buena, humilde y trabajadora que convivía en perfecta armonía en ese espacio común que todos compartían como si de una gran familia se tratara.



Nota: Detalle de un corralón malagueño. Fotografía publicada por el blog que realiza el Centro de Participación Activa para personas mayores Málaga Perchel.

Llevo algunos años pensando en ofrecer la idea a los organizadores de estas jornadas culturales, para que no sólo se visiten estos espacios tan típicos de nuestra tierra sino que también quepa la posibilidad de que algún grupo teatral vuelva a recuperar estas historias cotidianas de antaño, y de quién mejor que de la mano de un ilustre y humilde perchelero, el escritor costumbrista Arturo Reyes.

Sabéis que él único corralón del siglo XIX que se conserva en Málaga, es el de Santa Sofía, situado en la calle Montes de Oca nº 16.

Hoy queremos desde este blog contribuir a una reivindicación importante para nuestra ciudad, la de salvaguardar los pocos corralones que aún se mantienen en pie, publicando una obra de Arturo titulada “Desencanto”, que escribió para ser llevada a la escena y que se desarrolla en unos de estos lugares tan típicos de nuestra tierra.

¡Esperamos que os guste!...

               DESENCANTO

PERSONAJES:

- EL TIO ZANCAJITO, el zapatero.
- DOLORES “LA PICAPEA”
- SEÑÁ TOÑA.
- EL CARTERO.
- ZURRAPA.

La escena representa el patio de un corralón; a derecha e izquierda, puertas numeradas; en el fondo, el muro, vestido de enredaderas y campanillas azules, y al pie del muro, un ruinoso arriate, donde margaritas y geráneos lucen sus flores blancas, unas, y carmesíes, las otras; a la entrada, a la izquierda, el brocal carcomido de un pozo, sobre el cual un cubo oscila y gotea, pendiente de una garrucha; el sol inunda el fondo del patio y báñanse en el sol un gato de morisca piel y algunas gallinas que parecen querer hundirse entre la tierra removida; EL TIO ZANCAJITO el zapatero, delante de la mesilla de trabajo, canturrea con voz gangosa golpeando a la vez la suela con el achatado martillo.

En el momento de levantarse el telón ábrese una de las puertas de las habitaciones del patio y aparece en el umbral DOLORES “LA PICAPEA”, una chavala de arrogantes hechuras, de tez morena, ojos negrísimos y apasionados y rica cabellera que se le revuelve sobre la nuca y la frente en anillados mechones

 ESCENA ÚNICA.

EL TIO ZANCAJITO.-
Por la calle abajito
va mi comadre…

DOLORES.- ¿Me quiere usté jacer el favor de dejar ya en paz a su comadre, que es usté más pesao que un grillo?

EL TIO ZANCAJITO.- Pos dejá, salero, que por darte gusto a ti soy capaz de pasarme la vía en una mazmorra, que por algo eres tú más bonita que er sol y más salá que un salero y güeles más y mejor que un manojo de claveles; como que yo no he encontrao en toíto er mundo más que una gachí que se puea comparar con tu presona.

DOLORES.- Su hija de usté, Pepa, ¿verdá?

EL TIO ZANCAJITO.- Mi hija Pepa, que es otro sol como tú, con unos sacais que meten mieo. Y si no ya la verás tú y verás tú como es lo que yo te digo.

DOLORES.- Pero ¿es que se va a vinir de La Habana su hija Pepa, agüelito?

EL TIO ZANCAJITO.- ¡Ca! Ella no se viée de allá ni amarrá ar mesana de un navío; pero en su última carta mos dicía que mos diba a mandar en la que debe llegar hoy un retrato que se ha jecho mu requetebién vestía, porque has de saber tú que ella tamién es mu pinturera y mu aficioná a meterse er talle en un cintillo y a jechar mu por delante lo que Dios, su madre y yo le pusimos entre la cintura y la barba.

DOLORES.- ¿Y hace mucho tiempo que está por allí ese fenómeno de hermosura?

EL TIO ZANCAJITO.- (Suspirando) Ya va pa catorce meses, que a su madre y a mí mos parecen catorce mil puñalás que mos han pegao. ¡Tengo ya unas ganitas de golver a oír er metal de su voz!

DOLORES.- ¿Y qué se fue a jacer allí esa criatura?

EL TIO ZANCAJITO.- Pos ella es peinaora, ¿sabes tú? Pero una de las de las punta; como que es una gachí que pone un deo en una calva y sale en la calva un tirabuzón de pelo.

DOLORES.- ¡Qué lástima, hombre, que antes de dirse  no le hubiera puesto a usté los diez en las suya, que güena farta le están a usté haciendo, agüelito!

EL TIO ZANCAJITO.- Nunca quise yo que me los pusiera, porque mi calva es un ricuerdo. Yo tenía una melena que parecía mismamente un zarzal, pero una noche me dio un susto un guardacalle y, camará, como si me la hubiera afeitao Relampaguzita el barbero.

DOLORES.- ¿Y se fue sola su hija Pepa a La Habana?

EL TIO ZANCAJITO.- No, señora, que se fue con la familia del coronel Triviño, una familia mu superior. ¡Más gracioso es el coronel! Es un hombre que le gusta la mar que le jagan cosquillas, y cuando se la jacen, se echa a reir de un mo que viéndolo no hay más remedio que reírse.

DOLORES.- No reventará usté, so guasón. ¡Camará, cómo está usté hoy de chungo y de alegre!

EL TIO ZANCAJITO.- ¡No he de estarlo, proigio, si estoy esperando al cartero con el retrato de mi niña y esta noche no voy a dormir, pa pasármela toíta entera mirando el retrato!

DOLORES.- ¿Y cómo es que ya no ha tirao de ustedes la Pepilla?

EL TIO ZANCAJITO.- Pues porque la otra hija, la Rosarillo, no mos quiée dejar de dir, porque como la probetica no tiée tampoco más calor que el nuestro…

DOLORES.- Pero ¿es que ya no le da calor su marío?

EL TIO ZANCAJITO.- ¡ Su marío! … ¡No lo cojiera un miura por charrán que es!...¡Su marío!... ¿Tú sabes quién es su marío?

DOLORES.- Pos dejuro que lo sé: Joseíto el Jureles.

EL TIO ZANCAJITO.- ¿Y tú sabes lo que es el Jureles?

DOLORES.- ¡Vaya! Uno de los que pregonan más mejor el pescao.

EL TIO ZANCAJITO.- Eso sí; lo que es pregonar, pregona como si tuviera en la boca una bandurria, pero es mu malito el gachó, y tiée una sangre que cuando se pincha suerta más negro que un rancho de jibias y otro rancho de calamares.

DOLORES.- ¿Y por qué consintieron ustedes en que se casara con ese mar bagío la Rosarillo?

EL TIO ZANCAJITO.- Yo no quería. Pero lo que pasa, yo encomencé a dicir que no y que no y que no, y ella que sí, que sí y que sí, y se me puso la muchacha que daba lástima verla, y na…, lo que pasa cuando a ustedes sus pica la tarántula del querer y se sus pudren los sentíos…

DOLORES.- ¿Y la Pepa no tiée novio?

EL TIO ZANCAJITO.- Que yo sepa, no: Mi Pepa es otra cosa, mi Pepa tiée más pesqui que un ministro, y mi Pepa, si se fue, se fue porque la daban ducas de muerte ca vez que mos teníamos que acostar sortando más flatos que un fuelle, y como la familia der coronel Triviño no podía arreglarse sin ella, pos se la llevaron y ya allí está buscándose la vía, y gracias a ella, lo que mus manda, pos vamos tirando, la Rosarillo con sus cuatro chorreles, y mi Toña, y yo. Por cierto que ya mos va queando poco arpiste, y por eso me he alenvantao trempanito y le he metío mano a los brodequines del Zurrapa, que ya está rabioso conmigo.

DOLORES.- Y con razón, hombre; si le ha tenío usté tres días corgaos los brodequines en lo más arto de la higuera.

EL TIO ZANCAJITO.- Y gracias que ha soplao terrá, que si no allí estarían ventilándose. ¡Tú sabes lo que ar Zurrapa le sundelan los pies! No te diré más sino que no encuentra casero que le alquile.

SEÑÁ TOÑA.- (Penetrando jadeante) Güenos días, Olores… ¡Ay!, qué recansaíta que estoy… ¿Ha llegao ya el cartero?

DOLORES.- Entoavía no, señora.

SEÑÁ TOÑA.-Pos ahora debe venir; le ha dicho a la Tulipa que tiée carta pa nosotros (dirigiéndose a su marido).

EL TIO ZANCAJITO.- ¡Por vía e Dios! ¿Por qué no se la ha dejao a la Tulipa?

SEÑÁ TOÑA.- ¿Por qué él siempre quiée entregarla en propia mano.

EL TIO ZANCAJITO.- Pos yo voy a ver si me lo trompiezo por ahí.

DOLORES.- Espérese usté, hombre, que ya vendrá.

EL TIO ZANCAJITO.- No pueo, que me está bailando un chotis er corazón. ¡Tengo ya unas ganitas de ver er retrato!

SEÑÁ TOÑA.- Pero si yo ya he buscao a ese esaborío de cartero y no he podío dar con él.

EL TIO ZANCAJITO.- Habrá dío a llevarle arguna carta a la Generosa, y ya se sabe: como tiée él que leérsela a solas en su habitación…

EL CARTERO.- Buenos días. Carta, tío Zancajito.

EL TIO ZANCAJITO.- Gracias a Dios, hombre, que has llegao.

SEÑÁ TOÑA.- Démela usté y tome, tome usté el porte.

EL CARTERO.- Hasta otro día… Adiós, Dolores, que ya me has quitao hoy la gana de tomar alimentos con tu carita gitana.

EL TIO ZANCAJITO.- Oye tú, Toña…

SEÑÁ TOÑA.- Abre ya la carta, hombre, o la abro yo.

DOLORES.- Sí, ábrala usté ya, hombre, que tengo yo ganitas de ver ese proigio.

EL TIO ZANCAJITO.- (Con hondo desaliento). Oye, Toña… ¡No viene el retrato!

SEÑÁ TOÑA.- ¿Qué no viene? ¿Dices que no viene?

EL TIO ZANCAJITO.- No… Lo que viée es una letra.

SEÑÁ TOÑA.- Pero mira bien el sobre.

EL TIO ZANCAJITO.- (Con honda tristeza) Na..., lo que te digo..., que... no viene.

DOLORES.- No se lo habrán jecho... Pero ¿qué es eso, agüelito?... ¿Llora usté?

EL TIO ZANCAJITO.- ¿Yo? ¡Ca!... Es que me pican los lagrimales.

SEÑÁ TOÑA.- Vamos, hombre, por Dios, que no es pa tanto... No habrá podido mandarlo la probetica.

EL TIO ZANCAJITO.- ¡Dinero!... ¡Dinero!... Bien podía no habernos mandao dinero ninguno.

DOLORES.- ¡Vamos, que no se lo dará usté a un ciego, que nunca vienen mal los parneses bien viníos!

EL TIO ZANCAJITO.- No…, venir mal no , pero entre recibir el parné u recibir el retrato...

ZURRAPA.-  (Penetrando descalzo en el patio.) Tío Zancajito, ¿cuándo me va usté a rematar esa compostura, que estoy echando a perder estas botas de cartera?

EL TIO ZANCAJITO.- (Cogiendo los brodequines  con una mano y tapándose con la otra las narices.) Toma y llévatelos y que te los remiende un chato.

ZURRAPA.- Pero...

EL TIO ZANCAJITO.- Que te los lleves te digo, que no te los compongo.

ZURRAPA.- ¿Pos no me dijo usté que sí, con la condición de pagarle la alhucema que gastara?

EL TIO ZANCAJITO.- Pos ahora te digo que no y que no.

ZURRAPA.- Por su sal de osté y por la de la señá Toña.

EL TIO ZANCAJITO.- Que no, te digo.

ZURRAPA.- Por la de su Rosarillo de usté.

EL TIO ZANCAJITO.- Pero, hombre...

ZURRAPA.- Por la salú de su Pepa.

EL TIO ZANCAJITO.- ¡Deja ahí esas dos rosas de olor!... ¡Por vía e la Pastora!... Dinero..., siempre dinero... Bien podía haber mandao el retrato, y lo que es entonces sí que no es el tío Zancajito el que te compone a ti esos dos manojitos de azucenas.

           Arturo REYES.

Continuará...

BIBLIOGRAFÍA:
- "Desencanto". Autor: Reyes, Arturo.