Licencia Creative Commons
Archivo Arturo y Adolfo Reyes Escritores de Málaga por Mª José Reyes Sánchez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

domingo, 31 de enero de 2016

EL ESCRITOR COSTUMBRISTA MALAGUEÑO ARTURO REYES Y SU PRODUCCIÓN LITERARIA (1910).

En la crónica de hoy el catedrático de literatura D. Cristobal Cuevas nos muestra como el año 1910 fue un periodo en el que mi bisabuelo se sintió especialmente inspirado y motivado en el terreno literario, escribiendo muchos de sus cuentos andaluces.

En aquella época, Arturo gozaba de prestigio no solo en su país sino también en tierras lejanas, y nos parece muy interesante una reseña que sobre él escribió un periodista uruguayo, que hoy publicaremos.  

Como siempre, el escritor malagueño pide a sus queridos e insignes colegas que hagan una crítica de sus recién estrenadas obras. Algunas de ellas fueron buenas, pero otras no tanto. En aquella época el costumbrismo no estaba “demasiado bien visto”, y era tratado como un género menor. Creo que mi bisabuelo tuvo la osadía y también la valentía de no dejarse llevar por el que dirán, y por dedicarse a lo que más le gustaba y más le llenaba, escribir sobre su tierra, y ser embajador de ella en el mundo entero.



“A lo largo de todo el año 1910, Arturo había seguido cultivando la narración breve, tanto en forma de cuento como de novela corta, publicando sus obras en la prensa nacional y en la hispanoamericana. De esta época son De mi almiar, En el tren, Alma andaluza, En derrota, En el taller, El caramelo, A punta de capote, etc., así como la madura colección de cuentos titulada De Andalucía.

Su popularidad en Hispanoamérica se halla muy extendida, sobre todo, en la región del Plata, Uruguay y Venezuela, como atestigua el periodista criollo Norberto Peña en una crónica escrita a raíz de su viaje por España:

“Le conocí [a Arturo Reyes] hace poco, pero entiéndase bien que me refiero al hombre, no al novelista porque en América, digo en Buenos Aires y principalmente en mi patria, en  Montevideo, hemos leído casi todas sus obras; su nombre ya nos era familiar.”

Todavía, sin embargo, hay que añadir a esta asombrosa producción literaria una luminosa novela, Cielo azul, epopeya al mismo tiempo de la ciudad y del campo, que debió aparecer a finales de año. Este relato que, saltando por encima de Las de Pinto, empalma con su forma clásica de novelar, le ilusionó profundamente, y no sin fundamento, ya que es sin duda uno de los mejores que salieron de su pluma.

Arturo se apresuró a enviarlo a sus amigos, manifestando un especial interés en que éstos lo leyeran y le dieran su parecer, seguro de que habría de ser positivo. De acuerdo con esto, escribía a Galdós:

“Mi ilustre y respetable y queridísimo maestro: Por este correo envío a V. un ejemplar de mi nueva novela Cielo azul, y mucho, muchísimo agradeceré a V. que me dispense el honor de leerla, y de decirme si es o no de su agrado. Sé muy bien las muchas ocupaciones que le abruman, y que esto es pedirle verdaderamente un sacrificio, pero como a la vez tengo la grata convicción de que me honra V. con su afecto, no dudo de que si le es posible no dejará de complacerme.” Ni que decir tiene que el juicio del gran novelista canario fue absolutamente favorable.

Por el contrario, el que le envía su gran amigo y entusiasta D. Mariano Catalina le sorprende con algunas reticencias referentes precisamente a su andalucismo:

“Mi estimado amigo –le escribe el Secretario de la Academia-: Recibí su grata y su ultimo libro que acabé ayer de leerlo. No tiene que envidiar nada a los anteriores y tal vez está aún mejor escrito; pero con la franqueza que yo uso para las personas a quienes tengo afecto, he de decirle que su obra como escritor Malagueño está terminada con exceso. La literatura de costumbres de una región puede ser muy amplia, dígalo si no la de Fernán Caballero; pero ésta abarca todas las clases sociales de Andalucía, y la de V. se concreta a Málaga, y dentro de Málaga a una sola clase. Así es que, aunque cada libro nuevo que V. publica se lee con gusto y se admira por los encantos de su estilo, si se leyeran todos seguidos, el lector llegaría a los últimos ya algo fatigado. Es V. un instrumento musical delicioso; pero que no tiene más que un sonido, y sus melodías pueden parar en monótonas y amaneradas… Tal vez me replicará V. que esa es su vocación, y hasta que no sabe V. hacer otra cosa. Pero esto no es cierto, porque el que ha escrito En el surco (sic) y Béticas (no conozco Otoñales) tiene aptitudes para entrar, lo mismo en prosa que en verso, en campos más amplios: per troppo variar natura é bella.” (Madrid, 11.II.1911, A R T).

Esta carta, sin embargo, tras las decepcionante experiencia de Las de Pinto – novela, por cierto, que con bien poco tino le presenta D. Mariano como modelo unos renglones más abajo – no confunde ya a Arturo, que conoce perfectamente cuál es su camino y su misión en el campo literario.

Continuará…

BIBLIOGRAFÍA:

- “Arturo Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García, Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural. C. S. I. C. 1974.
- Archivo familiar Reyes (ART).
- Desde el surco”. Poesías. Carta – Prólogo de D. Gaspar Núñez de Arce. Reyes, Arturo. Madrid. Librería Fernando Fé. 1896.
- “Otoñales”. Reyes, Arturo. Madrid, R. Velasco, 1904.
- “Las de Pinto. Novela Andaluza”. Reyes, Arturo. Madrid, R. Velasco, 1908.
- “Cielo Azul. Novela andaluza”. Reyes, Arturo. Málaga. Tip. Zambrana Hnos., 1910.

– “Béticas”. Reyes, Arturo. Madrid, R. Velasco. 1910.

domingo, 24 de enero de 2016

EL ESCRITOR COSTUMBRISTA MALAGUEÑO ARTURO REYES: UNA VISITA INESPERADA (1910).

Hoy queremos daros a conocer un episodio que consideramos importante en la vida de mi bisabuelo, y que queremos compartir con vosotr@s. En el año 1910, encontrándose enfermo, Arturo recibe en su propia casa una sorpresa muy grata e inesperada. 

Por aquella época el escritor malagueño debía residir en la Plaza de Riego nº 30, actual Plaza de la Merced nº 19, donde vivió los últimos años de su vida.

Creemos que éste es un episodio importante en la historia de la céntrica plaza malagueña, quizás desconocida para los malagueños y visitantes, y es por esta razón, que queremos dejar constancia de ella en el blog.





Nota: Plaquitas ubicadas en la Plaza de La Merced, y que actualmente son ilegibles por su deterioro.


Siempre hemos pensado que la “Marca Málaga” no sólo es Picasso sino que pertenece a todas aquellas personas, que ponen y han puesto su granito de arena para engrandecer a través de las artes, las ciencias y las humanidades, el nombre de nuestra bella ciudad.

Málaga siempre podrá sentirse orgullosa del inmenso talento, que a través de la historia, han desarrollado los numerosos artistas, que aquí han nacido o vivido, pero deben de ser los gestores culturales los responsables de hacer llegar al pueblo su propia historia.

En nuestro blog, será como siempre nuestro querido catedrático de Literatura, D. Cristóbal Cuevas el encargado de relatarnos esta bonita historia…

“El 25 de mayo de este mismo año un nuevo agravamiento de su enfermedad vuelve a postrarle en el lecho; y precisamente ese día llega a Málaga Galdós, con la natural contrariedad por parte de Arturo, que escribe a su maestro al hotel donde se hospeda una carta en la que le dice:

“Estoy en cama algo echado a perder y esto me impide tener el gusto de ir a reiterarle la expresión de mi admiración y cariño. Si, como me aseguran, es cierto que piensa V. permanecer aquí dos o tres días, en ese caso tal vez pueda proporcionarme la satisfacción que lamenta no poder proporcionarse su apenado admirador y agradecido amigo que le saluda atentamente y cariñosamente.”

D. Benito, acompañado de Rodrigo Soriano, acude inmediatamente a verlo a su casa, permaneciendo a su lado un largo rato en amigable conversación con el poeta.

También en Madrid logró “Béticas” un éxito considerable de crítica y lectores. En la prensa como en las tertulias literarias, se formularon elogiosos comentarios a su respecto.

“Béticas” – pronosticaba D. Mariano Catalina en carta a Arturo Reyes de 11. II. 1911- es uno de los pocos libros de poesías que quedarán en nuestra literatura.”

Y, pocos meses después, el 21 de junio, remachaba: “Comencé a leer con gusto su libro de poesías titulado “Béticas”, llegué a la mitad con admiración, y lo terminé con entusiasmo. Es V. un verdadero poeta… No conozco hoy poeta más igual, más espontáneo y correcto que V.” (ART).

Resultado de este triunfo fue el nombramiento de Reyes como Correspondiente de la Academia de la Poesía Española de Madrid, distinción que le fue conferida en sesión celebrada en el Ateneo de la capital en 12 de diciembre de 1910.

Continuará…

BIBLIOGRAFÍA:

- “Arturo Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García, Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural. C. S. I. C. 1974.

- Archivo familiar Reyes (ART).

domingo, 17 de enero de 2016

EL ESCRITOR COSTUMBRISTA MALAGUEÑO ARTURO REYES Y SU NUEVO LIBRO DE POESÍAS "BÉTICAS". (I).


Tras regresar de su estancia en el pueblo de Jimera de Libar en la serranía de Ronda, mi bisabuelo Arturo, tuvo que ponerse de inmediato a trabajar, pues su nuevo libro de poesías “Béticas” ya estaba en la calle. Él todavía no lo sabía pero este “joyita poética” marcó un antes y un después en su vida, y será nuestro querido catedrático de literatura D. Cristóbal Cuevas, el que como siempre, nos relate estos acontecimientos:


Nota: Portada del libro "Béticas. Poesías" (1910).

“Ya de vuelta en Málaga, recibe Arturo de Madrid una buena parte de la tirada de la primera edición de “Béticas”, nuevo libro suyo de poesías, cuyo manuscrito había enviado a la imprenta a fines del año anterior.

Inmediatamente, y con una generosidad desconcertante, se encierra en su despacho, aplicándose a la tarea de dedicar y enviar ejemplares a todos sus amigos y conocidos.

“Cuando estos pasados días – contaba A. Guzmán- veía a Arturo Reyes rodeado de numerosos ejemplares de su obra, poniéndoles dedicatorias y repartiéndolas a manos llenas, con un generoso desprendimiento rayano en la prodigalidad, consideraba cuán grande era su corazón y cuán abundante el caudal de los sentimientos de amistad que en su alma mana.”

El libro, uno de los más bellos que jamás salieron de su pluma, obtuvo una gran aceptación en Málaga, hasta el punto que el Gobernador Interino, Sr. Fernández Alcalde, ordenó, tras acuerdo de la Comisión Provincial de Cultura de 18 de abril, se adquirieran cien ejemplares con destinos a las escuelas de la capital y a la biblioteca popular de “Amigos del País”, “ y que su importe de 300 pts. se abone con cargo al capítulo de Imprevistos del vigente presupuesto.”

También, como de costumbre, se lanzó la idea – esta vez por el novel periodista Sr. Cassaux – de ofrecer un nuevo banquete de homenaje al autor, honor que éste declinó, alegando motivos de salud.

“No parece sino que pensamos con el estómago” – escribía en “El Cronista” A. Guzmán -, añadiendo, con muy buen sentido Pascual Santacruz: “Yo pienso que el mayor homenaje que puede tributarse a un escritor es leer sus libros… Todo menos un banquete. ¡Horror! No hay escritor mediocre ni tonto adulterado por la media ciencia que no haya sido glorificado con un cubierto de cinco o diez pesetas. En España no hay admiración sin digestión y sin eructos oratorios.”

Continuará…

BIBLIOGRAFÍA:

- “Arturo Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García, Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural. C. S. I. C. 1974.
- Archivo familiar Reyes (ART).
– “Béticas”. Reyes, Arturo. Madrid, R. Velasco. 1910.

domingo, 10 de enero de 2016

EL ESCRITOR MALAGUEÑO ARTURO REYES: VISITA A JIMERA DE LIBAR (1909).


Mi bisabuelo Arturo, con una salud ya muy debilitada, decidió viajar al pequeño pueblo de la Serranía de Ronda, Jimera de Libar, intentando buscar la paz y el sosiego necesario para fortalecerse y mejorar su estado de ánimo así como para buscar la inspiración literaria para su nueva novela. 



Nota: Vista panorámica de Jimera de Libar (Málaga).

Hoy será un gran amigo suyo, el que nos cuente de primera mano, las andanzas del poeta por aquellas tierras a principios del siglo XX…

“A mediados de 1909, y pese a sus frecuentes y obligadas ausencias de la oficina por motivos de salud, Arturo tiene el consuelo de ver que sus superiores aprecian su trabajo y comprenden la situación en que se halla, lo que le demuestran, en sesión del Ayuntamiento celebrada el 23 de julio, ascendiéndolo al cargo de Jefe de Negociado de la Contaduría Municipal, con la categoría de Oficial 1.º, y subiéndole de nuevo el sueldo hasta un total de 4.000 pts. anuales.

Esta subida le permite atender el consejo de los médicos que, después de una nueva crisis de su enfermedad, acaecida a fines de 1909, le habían recomendado una temporada de descanso en la sierra, donde esperaban que el clima seco y el aire puro contribuyeran a abrirle de nuevo el apetito y a restaurar sus fuerzas.

Arturo acepta complacido esta sugerencia, y aprovecha al mismo tiempo la ocasión para documentarse con vistas a una nueva novela de ambiente parcialmente rural que tiene en proyecto por entonces.

Su amigo Antonio de Nicolás nos ha conservado el recuerdo de este viaje: 

“Buscando mejorar de sus achaques – escribe- y ambiente serrano para una novela, marchó Arturo Reyes, en la primavera de 1910, a Jimera de Líbar. A los pocos días, avisado por Díaz de Escovar, nos encontramos los tres en Ronda, y conseguí que ambos me acompañaran a Gaucín.

Para ir a este pueblo, desde la estación del mismo nombre, de la que dista dos o tres leguas, entonces de muy mal camino, había que pasar el río, bastante crecido. El espolique avisó al encargado de un puente de propiedad particular, por donde pasamos el poeta de los cantares y el autor de estas líneas, después de llamar repetida e inútilmente al intrépido Arturo, que vadeó el río en compañía de unos carboneros y arreando furioso al mulo alquilón que montaba, sin miedo al grave riesgo, sin pensar en sus dolorosos achaques, creyéndose quizás, por ilusión momentánea, alguno de los muchísimos personajes por su fantasía creados, al acudir ansioso a la cita amorosa, o acaso huyendo de civiles y carabineros.

A los dos días, mostró Arturo de nuevo su natural impetuosidad, en una excursión a la Atalaya, espoleando al caballo, subiendo a galope empinadísimas y peligrosas cuestas, y llegando el primero, con admiración de los numerosos excursionistas, a la altísima y para él desconocida cumbre.”

Pese a sus propósitos iniciales, el escritor malagueño no pudo sacar de este viaje todo el fruto literario que había deseado. Su popularidad era tan grande que autoridades, maestros nacionales, viejos aficionados a su narrativa o a su poesía, y hasta mucha gente sencilla del pueblo le molestaban continuamente con llamadas intempestivas, sacándolo de su soledad e impidiéndole escribir una sola línea. Ello desesperaba a Arturo, que no sabía como librarse de tan amistosa persecución, y que maldecía entre sus amigos la blandura de su carácter, que le hacía imposible el rechazo eficaz de tan molesto asedio.

No obstante su estancia en Jimera fue un sedante para su espíritu, que le proporcionó, aunque sólo fuera momentáneamente, energía y paz. A la hora de regresar a Málaga, su despedida del hermoso pueblo estaba cargada de nostalgia:

“Adiós, Jimera, Jimera
de Líbar, dulce ribera
del Guadalevín undoso,
margen risueña en que un alma
triste y ávida de calma
halló un punto de reposo.

Adiós, mis amigos fieles,
adiós, floridos vergeles,
donde, fui dichoso un día;
y adiós, gentil aldeana,
la serrana más serrana
de toda la serranía.

Continuará…

BIBLIOGRAFÍA:

- “Arturo Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García, Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural. C. S. I. C. 1974.

- Archivo familiar Reyes (ART).