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Archivo Arturo y Adolfo Reyes Escritores de Málaga por Mª José Reyes Sánchez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

domingo, 29 de julio de 2012

EL ESCRITOR MALAGUEÑO ARTURO REYES. VIAJE A MADRID 1893 (IV)


En el día de hoy el blog de la mano de D. Cristóbal Cuevas, nos cuenta el desenlace de la conversación que Arturo Reyes mantuvo con su paisano Salvador Rueda en Madrid en 1893, y que sirvió a Reyes para reflexionar sobre sí mismo como escritor y para no dejarse arrastrar por  el pesimismo de Rueda.

Su impetuosidad y fuerte temperamento le impedían dar marcha atrás en sus propósitos. Y fue por casualidad, “de chiripa”, como en Málaga decimos, que Reyes, mientras paseaba solo y sin rumbo fijo por Madrid, tuvo un encuentro inesperado con un importante periodista que le tendió la mano.


Nota: José Jurado de la Parra (Baeza 1856- Málaga 1943). Poeta y periodista andaluz nacido en Baeza (Jaén), discípulo de Campoamor y Pérez Galdós y amigo íntimo de José Zorrilla y de Blasco Ibáñez.

Sigue así…

“Estas últimas palabras de Rueda fueron salvadoras para Reyes, cuyo noble orgullo se yergue ante un reto tan descarado.

“Cuando salió Salvador – nos cuenta – quedé más sombrío que estaba cuando aquél entró; me sentí más solo, más abandonado, pero en el fondo de mi desaliento sentí germinar la cólera. ¿Por qué había de desmayar de aquel modo?

Los versos que llevaba en mi cartera habían sido, algunas de sus composiciones, publicados en las mejores revistas españolas: “La Ilustración Española  y Americana” habíales dado albergue a unos tercetos dedicados a un amigo, y estos tercetos habían sido traducidos y reproducidos en “La Ilustración Italiana”; además, Núñez de Arce, Manuel Reina, Gonzalo de Castro, Jurado de la Parra y algunos otros conocían muchos de los trabajos, que habían aplaudido con algún calor. ¿Por qué, pues, desesperarme de aquel modo?.”

Al día siguiente, mientras deambula otra vez confuso por Madrid dando vueltas a sus pensamientos, Arturo se encuentra en la Carrera de San Jerónimo con el periodista Jurado de la Parra.

Era éste persona de inmensa generosidad, cariñoso, limpio de toda envidia, y decidido como nadie cuando se trataba de prestar ayuda a un compañero. Apenas se entera del asunto que trae al poeta malagueño por la Corte, un torrente de palabras cálidas y reconfortantes sale de su boca, asegurando que el triunfo, dado el positivo valor de los versos de su amigo, no ofrece dificultad alguna.

Jurado – escribe Reyes- hizo cambiar a mis ojos la decoración; la perspectiva se vistió de más risueñas tintas. Todo cuanto me habían dicho los espíritus pesimistas era falso. Madrid no era la ciudadela inexpugnable de que me hablara Salvador; para penetrar en ella no había necesidad de escalar sus muros; sus cien puertas se abrían de par en par a todo el que llegaba con algo en el alma y algo también en el pensamiento. Era cosa indudable que D. Gaspar Núñez de Arce me escribiría el prólogo; además él tendría sumo gusto en presentarme a todos los maestros y a todos los compañeros.”

Continuará…

BIBLIOGRAFÍA:

- “Arturo Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García, Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural. C. S. I. C. 1974.
- Archivo familiar Reyes (ART).

sábado, 21 de julio de 2012

EL ESCRITOR MALAGUEÑO ARTURO REYES. VIAJE A MADRID 1893 (III)


Hoy el catedrático malagueño Cristóbal Cuevas reproduce de forma fidedigna, la entrevista que Salvador Rueda y Arturo Reyes mantuvieron en Madrid en 1893 y, dónde destaca la valentía que Arturo, escritor aún poco conocido, demuestra ante uno de los grandes de la literatura española de aquella época. 

Reyes no se achantó ante Rueda y supo salir victorioso de la encrucijada donde se encontraba. No permitiría que nada ni nadie destruyera su gran deseo: conseguir el prólogo de Núñez de Arce para su nueva obra…



Nota: Inscripción sobre la puerta de la casa natal de Salvador Rueda en Benaque (Macharaviaya) Málaga.


Sigue así...

“Entonces Rueda se pone a la defensiva, exagerando las dificultades de la empresa, intentando tal vez con mezquindad sólo subconsciente, desanimar a su inexperto émulo, que había acudido a él precisamente en busca de ánimos.

Arturo  reproduce así las palabras de Salvador: “Tengo la cabeza estallante de cosas y de ideas; a veces me la tengo que sujetar entre ambas manos para que no se me salte; a poder, le pondría un cintillo de oro y de pedrería, no como corona, sino a modo de camisa de fuerza.

No puedes imaginarte lo que es esta vida, esta lucha; se necesita  ser un titán, un cíclope para no caer desplomado. La envidia, ¡ah, la envidia!. Tú no sabes, no tiene entrañas; encontrarás cien y cien personas que al presente  [se te] meterán en el corazón, pero apenas vuelvas las espaldas te apuñalarán sin misericordia. Esto es coto cerrado; aquí no se le permite la entrada a nadie. En los muros de la ciudadela vigila el egoísmo, y guay del temerario que quiera burlar el cordón.”

Ante semejante andanada, Reyes se queda aun más desconcertado. Sin embargo, en un súbito destello de buen sentido, típico de su poderosa inteligencia intuitiva, replica a su amigo que, si todo es realmente tan difícil, cómo ha podido él mismo abrir brecha en la muralla.

Tras un momento de vacilación, responde Rueda con énfasis: “¿Y tú sabes lo que yo he tenido que pelear? Para llegar a donde he llegado he necesitado ahogar al enemigo bajo brazadas de flores, deslumbrarlo, enloquecerlo, volverlo loco con una orgía de color. Hacerles percibir lo que ellos no habían percibido; hacerles comprender que la creación no es más que una inmensa estrofa cantada por Dios…”.

El simpático precursor del Modernismo continúa espetando a su boquiabierto interlocutor, en este mismo tono, una larga y retórica parrafada, a la que la matizada zumba con que la transcribe Arturo convierte en chistosísima parodia. El calor amistoso se había roto ya degenerando la conversación en una tensa disputa, en la que Arturo responde con velada ironía a la declamación de Rueda, que ahora pretende constituirse a los ojos de su inopinado rival en fundador del Modernismo, como si Rubén Darío no hubiera existido en el mundo.

Al fin se despide Salvador, asegurando de paso a su paisano Arturo, que Núñez de Arce no le escribirá el prólogo que le había prometido, y que lo mejor que hace es abandonarlo todo y marcharse.”

Continuará…

BIBLIOGRAFÍA:

- “Arturo Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García, Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural. C. S. I. C. 1974.
- Archivo familiar Reyes (ART).

jueves, 12 de julio de 2012

EL ESCRITOR MALAGUEÑO ARTURO REYES. VIAJE A MADRID 1893 (II)


En estos momentos nuestro paisano Arturo Reyes se encuentra en Madrid, donde todo le parece demasiado grande, donde las personas semejan hormiguitas y donde él, un escritor novel de provincias, se siente una insignificancia. Pero ha venido a la capital del país para que el bueno de D. Gaspar Núñez de Arce le escriba el ansiado prólogo a la obra que quiere publicar en breve: “Desde el Surco”. Pues bien la historia continua de la mano de D. Cristóbal Cuevas, estamos en la primavera de 1893 en Madrid y Arturo no va  a cejar en su empeño a pesar de las circunstancias…

 “En esta amarga disposición de ánimo, sale a la calle, ya casi enteramente resuelto a renunciar a su empresa y regresar a Málaga. Pero entonces se acuerda de Salvador Rueda, a quién había tratado años atrás, y que entonces triunfaba en Madrid.


 Nota: Retrato del poeta Salvador Rueda nacido en Benaque (Málaga) .

Animado por un débil rayo de esperanza Arturo decide ir a verle, pero en la pensión le comunican que no se halla en casa, por lo que el acobardado visitante ha de limitarse a dejar su tarjeta y la dirección de la fonda en que se hospeda.

Aquella misma noche, poco después de las diez, le visita Salvador. Se le presenta con aires de suficiencia, como el triunfador que ha llegado con esfuerzos sobrehumanos a metas inasequibles para el común de los mortales.

Un aire de infantil pedantería, tan contraria al temperamento espontáneo de Reyes, sella todas sus palabras en aquella desafortunada entrevista:

Salvador Rueda penetra en la habitación. Su aspecto es el mismo de siempre, ramplón y vulgarote; su cabello crespo y corto, el semblante mofletudo y coloradote; en aquel rostro no hay más que dos notas brillantes: la dentadura que deja ver su constante sonreír como un relámpago marfilino, y sus ojos que centelleaban siempre llenos de vivacidad, entre los carnosos párpados”.

Tras los saludos de rigor, Rueda se informa de lo que pretende su paisano. Su reacción nos parece a la vez muy triste y muy humana. Sin él mismo darse perfecta cuenta de ello, debió de pensar confusamente en el prestigio que ya gozaba en su patria chica, dónde se le consideraba por entonces como la más alta gloria poética malagueña; este prestigio se debía, sobre todo, a su reciente triunfo en Madrid.

Como hombre tímido y pusilánime en el fondo, Salvador teme que Arturo, a quien en lo humano admira por tantas cualidades que él carece – vigor, simpatía, arrogancia, éxito con las mujeres, hondura trágica de sentimiento… - logre también en lo literario un éxito mayor que el suyo, y eclipse en parte su gloria."

Continuará...

BIBLIOGRAFÍA:
- “Arturo Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García, Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural. C. S. I. C. 1974.
- Archivo familiar Reyes (ART).

FOTOGRAFÍA:
-Retrato de Salvador Rueda, 1909. Archivo de Fotografía Histórica de Canarias. FEDAC/Cabildo de Gran Canaria.