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Archivo Arturo y Adolfo Reyes Escritores de Málaga por Mª José Reyes Sánchez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

sábado, 1 de agosto de 2015

EL ESCRITOR COSTUMBRISTA MALAGUEÑO ARTURO REYES Y SUS PROBLEMAS DE SALUD.


Mi bisabuelo Arturo fue de esa clase de personas, a las que admiro enormemente, tanto por mantener una gran fortaleza y entereza ante las adversidades que a veces la vida nos depara, como por ser luchadores natos, capaces de  afrontar una larga enfermedad y superarse a sí mismos en esa dura batalla... 

Su delicada salud le sirvió para aprovechar cada instante de esta última etapa de su vida como si fuera el último día de su existencia: “Carpe Diem”, que dirían los latinos.



Nota: Reloj solar con la inscripción: "Carpe Diem". Localización: Capbreton, Landas. (Francia). Autor de la fotografía: Tangopaso. 

Nuestro popular  refrán “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, se convertiría probablemente en la frase que rondaría diariamente sus pensamientos. 

Y como escritor, Arturo decidió aprovechar de la mejor manera que sabía, el tiempo que la vida le regalaba, dedicándose en cuerpo y alma a su afición favorita, la literatura; dejándose llevar por la inspiración, y plasmando en pequeñas hojas blancas y con letras diminutas, todo aquello que le interesaba, en ese ejercicio de plenitud suprema que es la expresión de los sentimientos más íntimos.

Esta última etapa de la biografía del escritor malagueño se caracterizó por ser la más productiva literariamente. Me imagino a mi bisabuelo, con una actividad frenética, pensando que quizás ese fuese el temido "último día", y quizás influenciado por la morfina, ¡por qué no!, como los poetas malditos franceses, consumiendo esa potente y anestésica droga, tan utilizada en aquellos tiempos en medicina, para mitigar y aliviar los dolores, pero que tan adictiva era aunque me imagino que también le serviría para aumentar su inspiración poética.

Algunos piensan que la potente droga hizo mella en él pero yo pienso que no fue así, simplemente porque fue la época en que más trabajó, en la que más premios recibió, y además porque una mente que "desvaría", no está preparada para poder hacer frente a la vida familiar, laboral, intelectual y social, que él llevó en aquella época.

Hoy como siempre, es nuestro catedrático de referencia, D. Cristóbal Cuevas, quien nos informa en su libro de estos hechos:

“No obstante estas molestias, y aprovechando el carácter alternativo que su enfermedad adoptó prácticamente hasta el momento de su muerte. Arturo se sobrepone a sus achaques, y trabaja cuanto puede con un heroísmo que hoy parece casi inhumano: 

“La enfermedad – dice un periodista amigo suyo – le obligaba a un método severo, como un suplicio. Ahora nos admira la reciedumbre de aquella naturaleza, que pudo resistir tantos dolores sin entregarse. En esta lucha entre la vida y la muerte, la naturaleza vencía, levantándose después de caer, cuando otros organismos de mejor temple hubieran sucumbido al primer embate. Y así, Arturo, sobreponiéndose a su dolencia con una energía inquebrantable, volvía a la pelea por el bienestar, acudiendo a su oficina del Ayuntamiento y encerrándose después en su despacho a escribir, con ansias febriles, cuartillas y cuartillas.” 

Gracias a este esfuerzo de superación, la época que va de 1908 a 1913 es precisamente la más fecunda de su vida en cuanto a creación literaria: “Estos años acerbos – escribió su hijo Adolfo- fueron, sin embargo, los de su más copiosa y febril producción intelectual; en los que alcanzó sus mayores premios. En ellos, para ir viviendo, esforzándose con sus últimas fuerzas, dio volúmenes sin descanso.”

Cuando los dolores se hacían intolerables, Arturo se veía obligado a recurrir al cloruro mórfico, alcaloide que le habían recetado los médicos desde los primeros ataques, y que utilizó hasta el fin de su vida como sedante. Sin él, su trabajo profesional, e incluso literario, le habría resultado imposible, dada la violencia de sus sufrimientos físicos. 

¿Llegó Reyes a habituarse a la droga, convirtiéndose en morfinómano? Así lo han afirmado algunos, ignoramos con qué fundamento. Lo que sí es cierto es que su progresiva destrucción física se debió exclusivamente a sus dolencias gastrointestinales, no pasando de ser una vulgar patraña la imagen de un Arturo alucinado y ausente, a quién el abuso de la morfina acabó por llevar a la tumba.”

Hoy quiero dedicar esta publicación a todos aquellos amig@s y conocid@s, que son un ejemplo para mí, por su entereza y fortaleza, por sus ganas de vivir, y por ese deseo inmenso de combatir la enfermedad con una actitud positiva.

Continuará…

BIBLIOGRAFÍA:

- “Arturo Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García, Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural. C. S. I. C. 1974.

2 comentarios:

  1. Felicidades,gracias por dar a conocer cosas interesantes de nuestras raíces y de las personas que construyeron nuestro momento.
    Un beso

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    1. Gracias a ti Carmen por apoyarme en este camino de recuperación histórica y familiar. Un beso y buen verano.

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