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domingo, 3 de febrero de 2013

RELACIÓN ARTURO REYES - FEDERICO MOJA Y BOLIVAR


El año 1897 fue un año importante para Arturo Reyes ya que publica una de sus obras más célebres “Cartucherita”, pero por otro lado también sufre la pérdida de uno de sus mejores amigos, D. Federico Moja y Bolivar, periodista y escritor de origen santanderino que  participó activamente en 1895 en la fundación de la Asociación de la Prensa de Málaga, de la que fue su primer presidente. Fue en un corralón de la barriada del Palo donde falleció el gran intelectual cántabro, cuyos restos descansan actualmente en el Cementerio de San Miguel en Málaga.




Nota: Vista panorámica de la barriada del Palo (Málaga) en el siglo XIX.

D. Cristóbal Cuevas nos informa en su libro de algunos aspectos de la relación entre ambos escritores así como lo que ocurrió cuando Moja falleció:
  
"La publicación de "Cartucherita" se vió, sin embargo, ensombrecida en marzo de 1897 por un luctuoso suceso que acongojó profundamente el ánimo de Arturo.

El 26 de ese mes muere, en efecto, su íntimo amigo y brillante periodista Federico Moja y Bolivar, director en Málaga del diario “Las Noticias”. 

Santanderino de nacimiento – 1842-, había sido en Madrid colaborador de “El Imparcial”, “La Revista Europea”, “La América”, “La Academia”, “La Ilustración Española y Americana”, y estando ya en Málaga seguía escribiendo en los diarios madrileños “El Liberal”, “El Heraldo”, “El Globo” y el mismo “Imparcial”. 

Con Reyes se había mostrado siempre generoso y desinteresado, poniéndolo en relación con la prensa madrileña, donde tantas amistades tenía. Su benevolencia para con sus colegas de la pluma era proverbial: 

“De todos los que hoy cultivan la literatura en Málaga - escribe Arturo en un artículo sin firma aparecido en “El Cronista” el 27.III.97 – serán muy pocos, si es que existe alguno, los que no le deban algo.”

Era Moja, sin embargo, hombre de carácter adusto, rígido, incapaz de aceptar un convencionalismo o de fingir una alabanza hipócrita por afán de medro, pero entrañable y cordial en la intimidad y siempre leal con sus amigos, como pudo comprobar personalmente Reyes en la admiración que, sin asomo de envidia, le profesó invariablemente Federico. 

El fallecimiento de éste, pobre, postergado e incomprendido, fue un rudo golpe para el poeta, y más cuando se enteró de ciertos procedimientos, todo lo bienintencionados que se quiera, pero irrespetuosos y coactivos, que se habían empleado con su amigo para reducirlo de su ideología irreligiosa y “ayudarlo a bien morir”. 

De lo que realmente sucedió, puede darnos una idea la carta que envió al poeta el mismo D. Antonio Cánovas del Castillo y Vallejo, gobernador civil de Málaga, y amigo recién estrenado del autor de “Cartucherita”: 

“[Málaga], 27, marzo, 97. A Eduardo León ó Arturo Reyes…: Supongo que después de la confesión con el P. Lapuente del pobre Moja (q. e. p. d.) no habrá ni propósito de mescolanza en el entierro de elementos masónicos o anti– religiosos. Sería conveniente que previeran V. V. el caso para no dar lugar al espectáculo de que nos tuviésemos que retirar muchos de los que pensamos asistir.” (ART) 

Callejón Navas nos ha conservado por su parte, otras noticias sobre los enojosos acontecimientos y sobre la reacción de Arturo ante ellos: “Antes de mi salida de “El Cronista” – escribe, tuve el honor de acompañar a Arturo Reyes cuando falleció el gran Moja y Bolívar al humilde corralón del Palo, donde exhaló el último suspiro el gran literato. No se mostró muy conforme con ciertos procedimientos que, para preparar a bien morir a D. Federico, parece que llegó a advertir. Noté entonce que Arturo era algo más que un escritor notable. Sus palabras, sus gestos, sus ojos, me dijeron que no transigía con ciertos convencionalismos; que su alma bondadosa compartía las desgracias de los desheredados; que en él había nobles rebeldías ocultas.” (Op. Cit., pág. 184).

Un año antes, cuando Federico estaba ya muy enfermo, su amigo con clarividencia de intuitivo, le había dedicado su poema “En el dintel”, que es toda una premonición de lo que estaba a punto de suceder y un consuelo, de cara a Dios, contra la injusticia de su postergación terrena. En él, a la manera de Núñez de Arce, se cuenta la muerte de un rico, cuyo cuerpo recibe en la tierra el homenaje de un funeral de potentado”, con aparatosos doblar de campanas –Epulón/ Lázaro-; pero la sorpresa de su alma orgullosa no tiene límites al ver que no hay un criado que le abra las puertas del cielo, mientras Arturo apostilla con amargura:

“Por mucho que alce su vuelo,
no es fácil que llegue al cielo
la voz de los santuarios:
desde zonas tan lejanas,
¡ni se escuchan las campanas!,
¡ni se ven los campanarios!”. (D S, 202) 

Continuará ... 

BIBLIOGRAFÍA: 

“Arturo Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García, Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural. C. S. I. C. 1974.
- "Desde el surco”. Poesías. (DS) Carta – Prólogo de D. Gaspar Núñez de Arce. Madrid. Librería Fernando Fé. 1896.
- Archivo familiar Reyes (ART).

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