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domingo, 27 de septiembre de 2015

EL ESCRITOR ARTURO REYES Y LAS TERTULIAS EN LA MÁLAGA DEL SIGLO XIX-XX (I).


Mi bisabuelo Arturo cultivó la amistad como un pilar fundamental de su vida. Los que bien le conocían, lo definían como un amigo incondicional, al que no le gustaban en absoluto las habladurías ni las críticas negativas. Delante de él no se podían hacer observaciones sobre los trabajos realizados por ninguno de sus amigos, y lo más particular de todo es que los defendía, en algunos casos, sin haberse tomado el trabajo de leer sus obras.

En esta época Málaga brilla por su esplendor cultural. Una ciudad con muchas inquietudes intelectuales, con un gran plantel de artistas que se reunían en cafés y ventorrillos, verdaderos centros de la vida y social de aquel tiempo. 

En estos lugares se celebraban las famosas "tertulias”, reuniones espontáneas en las que, en un ambiente distendido, un grupo de amigos y colegas, en torno a una cerveza o un buen vino, podían compartir sus ideas, sus experiencias, sus deseos, sus proyectos. 

El estrecho vínculo que les unía, los hacía trabajar en equipo, colaborar unos con otros, convirtiendo a nuestra ciudad, Málaga, en un importante referente cultural en la España de finales del siglo XIX y principios del XX.


Nota: Portada del libro escrito por el ilustre historiador malagueño, D. Francisco Bejarano Robles, sobre los "antiguos cafés de Málaga ... y otros establecimientos". Editorial Sarriá. Málaga  2003.

De todo ello nos informa como siempre, nuestro querido catedrático D. Cristóbal Cuevas:

“Este mismo incremento de afecto le lleva por entonces a intensificar las relaciones con sus amigos, en un ambiente cada vez más cariñoso y sereno.

Frecuentemente, se reúne con los más íntimos, en su casa, o en los locales de la Academia y hablan interminablemente de religión, arte, política, literatura, o de los nimios acontecimientos del día.

“A la Academia – recuerda Antonio de Nicolás- me llevó una noche [Narciso Díaz de Escovar] ya bien mediado el otoño [de 1908], para presentarme al insigne Arturo, que allí explicaba no recuerdo qué asignatura.

Concluidas las clases, comenzó la acostumbrada tertulia, que se prolongó más de lo ordinario, y quedé admiradísimo de su ardorosa sinceridad, de su modestia huraña, de su trabajosa vida y sus esfuerzos de autodidacto, del respeto y agradecimiento extremados con que pagaba el menor favor recibido, de su profundo amor a las cosas que fueron, de su soñador e inexplicable optimismo y del fervoroso culto rendido a su patria chica, en la que no quería ver ni pecados ni aun defectos. Su crítica literaria fue demasiado benévola, y manifiesta su repugnancia a toda murmuración.”

En otras ocasiones, aunque cada vez con menos frecuencia, acudía a las reuniones de escritores y artistas en cafés o ventorrillos, donde, tras escuchar a los contertulios y razonar sus propias teorías, intentaba ponerse a tono apurando unos sorbos de vino o un vaso de cerveza.

Así nos lo ha pintado un periodista de la época: “Al rincón apacible acudía de tarde en tarde … el magno poeta y novelista, que tiene dentro de sí, de su alma tímida y humilde, su enemigo mayor. Arturo Reyes se sentaba en un extremo, hablaba nervioso y rápido, con andalucismo simpático, apuraba el bock o la caña y tornaba enseguida al sosegado retiro del hogar.”

Continuará…

BIBLIOGRAFÍA:

- “Arturo Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García, Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural. C. S. I. C. 1974.
- Archivo familiar Reyes (ART).

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