Hoy domingo 1 de Mayo no pensaba escribir pero lo he creído necesario ya que hoy celebramos dos fiestas muy especiales: el Día de la Madre y el Día del Trabajo. Un día estupendo para reflexionar sobre el papel que las mujeres han ejercido en la historia de nuestra sociedad y como de ellas han dependido muchos de los grandes acontecimientos históricos.
Hasta hace bien poco el papel de la mujer era primordial en el ámbito familiar, intentando cubrir todas las necesidades de sus hijos, y abandonando en muchas ocasiones sus inquietudes intelectuales, políticas, culturales, investigadoras, artísticas, etc.
El papel de la mujer en la sociedad actual ha evolucionado mucho desde entonces. Ahora además de cuidadoras, también llevamos el sustento económico a nuestros hogares, y tenemos ganas de disfrutar en otros ámbitos, queremos tener nuestra parcela donde poder dedicar un rato de nuestro tiempo a nosotras mismas y a nuestras aficiones tan necesarias para alcanzar nuestra plenitud como personas. Y no debemos sentirnos culpables por ello, a pesar de que las costumbres “nos exijan una entrega total”.
Debemos intentar trabajar para poder realizarnos como personas, y no tener que ser dependientes económicamente de nadie. Pero todo esto es muy difícil en la realidad ya que en la actualidad hay muchos obstáculos en el camino para que las madres trabajadoras puedan conciliar la vida familiar con el rol materno.
Falta de apoyo en el cuidado de los hijos, rigidez del mercado laboral, horarios laborales no ajustados a nuestras necesidades, falta de tiempo para dedicar a la formación y el reciclaje unido al rol materno, que tantos esfuerzos requiere, conlleva a veces la imposibilidad de demandar un empleo.
El destino está en nuestras manos y somos nosotras las que tenemos que cambiar el mundo…
Hoy quiero dedicar esta publicación a todas las madres, que con su ejemplo nos han convertido en mejores personas. Y nunca olvidemos que también ellas se hacen mayores, y que llegará un día en el que necesitarán de nosotros. Ese puede ser el momento crucial que vivimos como hijos, cuando podemos devolver todos aquellos sacrificios que realizaron por nosotros, sin pedir nada a cambio.
Hoy quiero dedicar además todo ésto a mi querida y añorada madre, a la que nunca podré dejar de agradecer todo lo que hizo por mí.
Y para reflexionar sobre el papel de las madres en nuestra tierra andaluza, quiero dejar hablar hoy a mi abuelo Adolfo, que en su obra “Ensayos Moriscos” (1936), en el “Tema de la Tapada” refiere:
“En el siglo XVIII corrieron por España unas décimas, que algunas bibliotecas conservan manuscritas, describiendo los caracteres regionales del español, y en la dedicada al andaluz, chabacana y exacta, hay un verso chocante, que es una de las claves de mi tema:
Al andaluz retador
y excesivo en ponderar,
no se le puede negar
es gente de buen humor.
Jamás conservan rencor;
galantean a sus madres
nunca viven sin comadres,
y en sus desafíos todos
se dicen dos mil apodos
y luego quedan compadres.
Para comprender la veracidad del verso: “galantean a sus madres”, hay que limpiar el verbo de su sentido moderno; entenderlo como el autor lo escribió. Aquí, galantear tiene un significado de cortesía y deferencia, de afán y apresuramiento de agrado, que todavía se expresa por ser galante.
Esta devoción a la madre, más lírica que práctica, casi siempre tardía y con dejos de remordimiento, es la morriña andaluza. Para nosotros la tierra no sustituye a la madre; el paisaje no vale lo que su recuerdo. Igual da morir aquí o allá, si ella no nos acompaña ya, y las demás mujeres han mentido.
Aquella viejecilla abandonada, garabato de trabajos y penas, que se encorva cada vez más, en una desesperada espera, sobre la tierra sin labrar, como un signo de vana interrogación, hasta hincarse en ella como una raíz, y desaparecer sin cruz ni nombre, es para el emigrante andaluz toda la patria. Cuando hace examen de conciencia se acuerda de ella y no de Dios. Por esto no conoce la esperanza.
Por este verso : “galantean a sus madres”, es Andalucía la tierra de María Santísima. Hay entre tales galanteo y devoción, la misma conexión que entre la copla a la madre y el piropeo a la Virgen. Cuando se impone una religión por fuerza, Dios pierde su unidad, se parte en un dios vencedor y otro vencido. Mientras el vencedor queda con su guardia celestial victoriosa, rodeado de espadas flamígeras, caballos voladores y dragones babeantes, el vencido se humaniza y, con queja y desmayo, baja a sufrir.
Por esto, mientras en el Norte de España a los santos todavía rechinan sus armaduras medievales, en Andalucía se arrastra la Madre Dolorosa detrás del Hijo muerto”.
Continuará…
BIBLIOGRAFÍA:
“Ensayos Moriscos”. Adolfo Reyes C. Guillot. 2ª edición. Editorial Aljaima (Málaga). Año 2.000. Pags. 76-79.
Fotografías de Marina Scardavi. Palermo (Italia)
Me has emocionado..y eso que no soy madre...pero soy hija...
ResponderEliminarMe he acordado de tu madre...me ha emocionado...Ella estaría tan orgullosa de ti, Pepa!!!!! Tú que eres una mujer tan estupenda; buena madre, esposa, hermana y amiga. te quiero, Pepita ;)))