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Archivo Arturo y Adolfo Reyes Escritores de Málaga por Mª José Reyes Sánchez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

domingo, 5 de mayo de 2013

EL ESCRITOR MALAGUEÑO ARTURO REYES EN LA MÁLAGA DE FINALES DEL SIGLO XIX.


El apoyo y la influencia de algunos de sus buenos amigos, que intermediaron, para que Arturo ascendiera en su puesto de trabajo, tuvieron su fruto, ascendiendo de posición dentro del servicio de Contaduría del Ayuntamiento de Málaga, lo que haría gozar a nuestro escritor de una mejor situación económica tan necesaria para poder dedicarse a la literatura. Pero la dicha no iba a durar mucho y la vida de Arturo sufriría un vuelco trágico del que nunca se recuperaría.

Y así lo deja plasmado el catedrático D. Cristóbal Cuevas en su libro sobre el autor malagueño...

“Tan amarga situación se vio aliviada, no obstante, aunque no en la cuantía que hubiera necesitado, el 1 de julio de 1899, por una mediana subida del sueldo, que percibía en el Ayuntamiento.

Con fecha de 30 de junio, se le comunicaba por Oficio que, habiéndose suprimido en el presupuesto municipal la plaza que venía desempeñando, quedaba cesante en la misma, por lo que se destinaba al cargo de Oficial 2º Interino de la Contaduría de Fondos, con el haber anual de dos mil quinientas pesetas. Es decir, salía ganando en el cambio quinientas pesetas al año, acreditándose mensualmente doscientas ocho pesetas con treinta y tres céntimos, de las que, deducidas veinticinco con veinte, percibía un líquido de ciento ochenta y tres  con trece pesetas al mes.

Arturo, sin embargo, no pudo sentir la alegría que normalmente le habría producido esta inopinada mejora, ya que, pocos días después de conocerla, una terrible desgracia se abatía sobre su familia.

Con catorce años recién cumplidos, se le moría por estas fechas su hijo más querido, el primogénito Arturito, en quien tantas ilusiones tenía cifradas. Su amargura estalla en un desgarrador poema, en el que los últimos versos nos producen un estremecimiento involuntario, como si el poeta hubiera adivinado lo que el destino le preparaba. Su título es un quejido en carne viva: “¡Hijo mío”:

“Yo pensaba que Dios colmado había
la copa del dolor, que era bastante
lo ya sufrido y que tu brazo amante
apoyo en mi vejez me prestaría.

Yo pensaba, mirándote, que un día,
cuando llegara mi postrer instante,
como último tributo mi semblante
de tu llanto el raudal inundaría.

Que en la ruda batalla en la que prosigo
ya sin ti, no a romper iba la suerte
de modo tan cruel tan hondos lazos.

Mas ya tan sólo mi dolor mitigo
pensando que al morir volveré a verte
y a sentirte otra vez entre mis brazos.”

Actualmente – caprichos de la fortuna-, Arturo comparte su sepulcro y su ataúd con el cuerpo de su primogénito."

Continuará…

Esta poesía la quiero dedicar a nuestras madres, modelos de perfección, por su trabajo abnegado, por sus sacrificios, por su cariño sin límites, por sus consejos sabios, por todo...



BIBLIOGRAFÍA:

- “Arturo Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García, Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural. C. S. I. C. 1974. 
- Archivo familiar Reyes (ART).

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