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domingo, 3 de noviembre de 2013

EL ESCRITOR COSTUMBRISTA MALAGUEÑO ARTURO REYES. POESÍA: "A LA MUERTE".


Esta semana quisiera dedicar esta poesía que mi bisabuelo Arturo publicó en su obra póstuma “Del Crepúsculo”, y que tituló “A la Muerte”, a todas aquellas personas queridas que se marcharon y que a pesar del paso del tiempo, siguen y seguirán ocupando un lugar privilegiado en nuestros corazones porque nunca podremos dejar de recordar todo lo bueno que hicieron. 

Aunque suframos sus pérdidas, siempre permanecerán a nuestro lado, con sus recuerdos; con sus consejos; con sus vidas, ejemplos de humanidad, sencillez, bondad, lealtad y otras muchas cualidades que los hicieron únicos.

Éste es un homenaje a todos ellos, héroes anónimos cuya trayectoria vital está cargada de experiencias que nos hacen enorgullecernos y a los que nunca debemos olvidar.



Nota: Grabado del Cementerio San Miguel (Málaga). Imagen tomada del blog de amigos del Cementerio de San Miguel.


    A LA MUERTE

¡Oh muerte, ya te presiento!
Ya, con sigiloso y lento
paso, acercándote vas,
y en breve tal vez al lado
del que tanto te ha invocado
llegarás.

Llegarás grave y sombría,
y tu mano, yerta y fría,
sin ternura ni rencor,
pararse hará de repente
el latir de mi doliente
corazón.

Del triste corazón mío,
que se me muere de hastío,
de cansancio y de inquietud;
que terco el dolor azota
desde mi, ya tan remota,
juventud.


Del mundo cansado, el mundo
desdeño, y tan sólo fundo
mi esperanza en olvidar
las penas que en mi camino
germinar hace el destino
sin cesar.

Las flores que marchitaron
los vientos que me arrullaron
para azotarme después,
¡espejismos del desierto!
ya es sólo un páramo el huerto
de mi ayer.

Yermo triste y sin verdores,
donde todos los rigores
¡oh, muerte! siempre sufrí;
por eso el alma cansada
tantas veces su mirada
puso en ti.

Ya, brindándome un asilo,
te veré llegar tranquilo
tal vez, tal vez con temor:
¡triste condición humana,
quien al verte ya cercana,
no tembló!

¡Quién no tembló al contemplarte!
¡Quién, a su lado al mirarte,
no amó, cobarde, el vivir!
¡Tan solo el niño y el justo
no tienen el ceño adusto
para ti!

Todos se aterran al verte;
y quién sabe si yo, ¡oh muerte!
cuando llegue mi postrer
momento, también vencido,
no obstante lo que he sufrido,
temblaré.

¡Más por qué temblar, Dios Santo!
¿por qué ha de temblar quien tanto
en su ruta te invocó?
¿por qué al verte frente á frente
ha de temblar mi doliente
corazón?

Oye mi ruego, Dios mío:
rompe este cristal sombrío
por el que me hacen mirar
aún la muerte los terrores
que sienten los pecadores
nada más.

No los justos, ni los buenos;
no los que miran serenos
el incierto porvenir;
sí los tristes, los manchados,
los que viven alejados
del redil.

Ven, ¡oh, mi Dios!, en mi ayuda,
y mi corazón escuda,
Luz, esencia de la Luz,
puesto que volar anhelo
por el azur de ese cielo
tan azul.

Ven en mi ayuda, ¡Dios mío!
¡Cuán grande es tu poderío!
¡cuán inmenso es tu saber!
¡cuán infinita tu ciencia!
¡cuán grande la omnipotencia
de tu Ser!

Tu misericordia ¡cuánta!
¡cuántas veces Santa y Santa
tu increada excelsitud!
Oye, oh, Dios omnipotente,
el himno de mi ferviente
gratitud.

¡Oh, Dios! bendito el momento
en que el loco pensamiento
volar a Ti consiguió!
Tronó la voz del Profeta,
y, ante tu altar, el poeta
se postró.

Y bendita, ¡oh Dios! la muerte,
si al morir consigo verte,
ó á verte puedo aspirar
al cumplirse mi condena,
y bendita sea la pena
conque me has de castigar.

      Arturo Reyes
      (Del Crepúsculo)

Continuará… 

BIBLIOGRAFÍA:
- “Del Crepúsculo”. Poesías póstumas. Arturo Reyes. Málaga, Zambrana Hermanos. Impresores. 1914.

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