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Archivo Arturo y Adolfo Reyes Escritores de Málaga por Mª José Reyes Sánchez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

miércoles, 6 de abril de 2011

HOMENAJE DEL ESCRITOR ARTURO REYES A SU AMIGO EMILIO THUILLER. POESÍA: "A EMILIO THUILLER" (DESDE EL SURCO, 1896).

Hoy quiero publicar un poema que mi bisabuelo Arturo dedicó a nuestro notable actor teatral malagueño, Emilio Thuiller. Por su contenido podemos corroborar que ambos mantuvieron una amistad que nació cuando ambos eran jóvenes y aún no habían alcanzado la cima de la fama. Probablemente en sus tertulias, daban rienda suelta a la imaginación, y soñaban con conseguir las mieles del éxito. 

Ambos comenzaron sus carreras a la par, y a ambos la historia contemporánea los colocó en un pedestal, que actualmente se encuentra vacío. Los dos amigos, como otros muchos malagueños ilustres, se encuentran hoy olvidados por todos, y yo me siento en la necesidad de ubicarlos en el lugar que a todos ellos les corresponde en la historia de la Málaga actual y de nuestro país.








Nota: El actor malagueño Emilio Thuiller caracterizado para representar a uno de sus personajes en una obra de teatro.




En el año 1896 mi bisabuelo Arturo publicó su obra “Desde el Surco” y en ella dedica una poesía a su distinguido amigo Emilio Thuiller, quien ya había alcanzado el cenit de la gloria. Mi antepasado, también era considerado en esa época, una persona con una creciente fama como escritor, y prueba de ello es que el libro, de donde he extraído la poesía, fue prologado por el ilustre Núñez de Arce. 

Y esta es la poesía de la que os hablaba…


A EMILIO THUILLER

  Tu has llegado por fin, tú ya has vencido,
tú, por fin, ya tremolas
sobre la cumbre el pabellón glorioso
que fue en la lid tu poderosa égida:
tú ya a tus pies contemplas
los agudos zarzales,
los anchos precipicios, las abruptas
sendas que recorristes conturbado
para poder llegar al deslumbrante      
pórtico de la fama.

  Tú ya recoges de tu noble esfuerzo
el rico galardón, la dulce ofrenda
que el mundo brinda al gladiador que triunfa;
tú ya percibes el sagrado aroma
que dan al aire las fragantes flores
que los jardines de la gloria esmaltan;
tú ya en tus sienes luces
el laurel inmortal; tú ya en tus venas
arder no has de sentir la calentura
que á Tántalo abrasó en los arenales,
tú ya, cuando del sueño en el reposo
volar dejes feliz tu fantasía,
verá aparecer entre las olas
de luz de tus delirios,
la visión adorada
del triunfo conquistado que ya llena
de amor, ungió tu ser; posando un ósculo
celestial en tu frente.

  Tú ya no mirarás como yo miro
brotar de las penumbras
de los sueños fatídicos, la escueta
y amarga decepción, siempre vestida
de ilusiones ya muertas, ni con gestos
de irónico desdén y voz tonante,
te dirá sin cesar: - Todo es inútil,
siempre sujeto a la sangrienta roca
de tu ambición irrealizable, en vano
protestarás contra la aciaga suerte;
para ti no hay más luz que la luz mía,
ni más perfume que el mortal perfume
que el desencanto al florecer derrama;
ni más deleite que el deleite impuro,
ni más templo que el antro donde ofician
la eterna rebelión y la congoja.

.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .   .   .

  ¿Te acuerdas de aquel tiempo
en que felices,  sin cesar soñábamos
con esos panoramas
en donde tú, más fuerte y más dichoso,
lograste penetrar? Dime ¿te acuerdas
de aquellos días que jamás se esfuman
en mi cerebro, que la noche envuelve?

  Fijos los ojos en distintas cúspides
confiados los dos, nuestro camino
emprendimos al par... No siento envidia
al verte erguirte en la alcanzada meta;
lo que siento es tan solo
ardiente emulación, ansia sin límite
de alzarme como tú sobre la cumbre
que escalar pretendí desde la infancia.

  Tú al levantar el vuelo
lo hiciste tan viril y tan brioso,
que hoy ya te bañas en el éter puro,
entre tanto que yo, maltrecho y triste,
lanzo mis notas desde el árbol muerto
de mi yerta esperanza,
a donde me encadena mi destino,
sin ver a mi alrededor más que desiertas
perspectivas sin luz y sin colores.

.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .   .  .   .   .   .

  Perdona si mi voz se alza doliente,
y si al ir á arrancar de mis cantares
el más alegre para ti, he lanzado
una histérica queja en vez de un himno
de acordadas dulzuras; en mi lira
no hay una cuerda que al placer responda:
en ella sólo cantan
el dolor y la duda y la enervante
erótica molicie, que es la fuente
donde el olvido apuro,
cuando entre los escombros
del palacio ideal que alzara un día,
pienso desesperado
que no vale la mísera existencia
ni una de las lágrimas
que desborda en mis ojos y en mi pecho
la contraria fortuna.

  ¡Pero qué hacer! Al comenzar la senda
sin duda Dios en nuestra frente imprime
nuestro vario destino... así es la vida!
y en vano es que rebelde me levante
contra todo iracundo
porque entre tanto que la tierra aliente
habrá noches y auroras,
y tronos y calvarios
y en la lid vencedores y vencidos.

                                   Arturo Reyes.

                                          (Desde el Surco, 1896)


BIBLIOGRAFÍA:

“Desde el Surco”, Arturo Reyes. Madrid. Librería de Fernado Fé. 1896.



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