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lunes, 18 de abril de 2011

LA PASIÓN DE MÁLAGA Y LA SAETA ANDALUZA


Por fin ha llegado la Semana Santa, momento tan deseado para  los malagueños, que esperábamos ilusionados nuestra fiesta grande, donde sabemos conjugar a la perfección el sentido religioso con nuestro espíritu festivo…

Málaga se viste de arte y sensibilidad para recibir a todos aquellos que quieran acompañarnos, y las saetas cortarán el aire, hasta perderse en el azahar o en la luminaria de un lucero. Por suerte para nosotros, todavía, seguimos escuchándolas cada Semana Santa a pie de trono o desde un balcón, en la salida y en los encierros de tantas cofradías malagueñas, con la devoción a flor de piel, cantando a sus Vírgenes y Cristos.






Nota: Cartel de la Semana Santa de Málaga, 2011. Autor: Pepe Palma.



La Saeta es, ante todo, la nota más apasionada y sentida de la Semana Santa, porque en las venas se siente y en las venas se lleva esta oración hecha cante. Es la expresión de una liturgia popular, sentimiento derretido que quema las entrañas, grito de amor y agonía con el que el pueblo andaluz canta a sus Sagradas Imágenes, para contarles sus cuitas, para aliviarles sus penas, para ensalzar la belleza de María Santísima que, aunque rota de dolor por el martirio del Hijo, va guapa como Ella sola.

Como canción popular es muy antigua, se le llamaba “cantar la Pasión”, y su primitiva forma era una entonación recitativa de la Pasión de Jesucristo, que el pueblo no siempre cantaba entera, sino que la fraccionaba convirtiendo un larguísimo romance en varios cantos basados en estrofas generalmente  octosílabas. Esos rezos, poco a poco, fueron calando en la costumbre y en la devoción de los cristianos.

Así llegó esta costumbre al siglo XIX, en que ya el concepto estético flamenco trastorna las canciones anteriormente existentes, y termina por crear un canto nuevo, que continúa practicándose en la Semana Santa, preferentemente dedicado a las imágenes representativas de la Pasión de Jesucristo, que la fe del pueblo cristiano sacaba en procesión.





Nota: Imagen de El Cautivo (Parroquia de San Pablo, Málaga). Es la figura estelar de la Semana Santa malagueña, por la multitud de penitentes que le siguen.  


Pues bien recordando un poco la historia de la Saeta, podemos decir que durante un tiempo convivieron en la práctica popular, las Saetas Antiguas, también llamada “Llana” o de “Pasión”, cuyas variedades más conocidas son las que se cantan o se cantaron… en Marchena, Utrera, Arcos de la Frontera, Casarabonela, Álora, etc.

Otras de las variedades, fueron las “Cuartelerasde Puente Genil; estas saetas se suelen cantar en los lugares de reunión de cada Hermandad, que allí le llaman “cuarteles”, con la particularidad de que son interpretadas por dos voces alternativamente, y  la música de la saeta recibe un sello especial.

Poco a poco, la Saeta Flamenca  fue imponiéndose a la Saeta Llana, ya que tiene más riqueza melódica y proporciona más lucimiento al cantaor. La Saeta Flamenca encontró su cauce perfecto en la seguiriya y, ya en el siglo XX, encuentra buenos cantaores que la desarrollan y la fijan como una variedad más, dentro de estos cantes. Destacan: la Niña los Peines, Vallejo, la Niña la Alfalfa, Manuel Centeno, el Niño Gloria y Joaquín Vargas Soto, el “Cojo de Málaga”.


Éste último, sentía una profunda devoción por el Cristo de los Gitanos, – de cuya Cofradía fue hermano mayor –  al que acompañaba siempre como mayordomo; en cada parada que hacía el trono, se plantaba delante  del “Moreno” y agarrado a su muleta, dejaba  que se le saliese el alma a borbotones para aliviar con su cante al Rey de los “calós”, a su Cristo amarrado a la columna, con la espalda  lacerada de tantos latigazos. Él quería que cada saeta suya, fuera un bálsamo que restañara las heridas de su Dios, de su divino “Manuel”, al que tanto amaba.





Nota: Imágenes de la Cofradía de los Gitanos de Málaga: Nuestro Padre Jesús de la Columna y  María Santísima de la O.  


La fuerza del Flamenco crea otros tipos de Saetas que, si bien no alcanza la perfección de la seguiriya, también consiguen carta de naturaleza flamenca;  me refiero a la Saeta por Carceleras, que la magnífica cantaora malagueña, Lolita Parra, perfeccionó; y a la Saeta por Martinetes. Precisamente, la unión de la seguiriya con el martinete dio origen, por los años cuarenta, a la Saeta Malagueña. Es la nuestra, la más difícil y bella de todas, la que roza el límite de la perfección.

Al principio se cantaba entre dos saeteros, pero hubo  cantaores que completaron la unión de  las dos saetas en un solo cantaor, lo que supuso un alarde de facultades que provocó la admiración y el entusiasmo de los aficionados. Los protagonistas de esta novedad fueron  en Málaga:  Ramón de Aguadulce, Antonio Moreno, Pedro del Puerto, Pepe de la Isla y Pablo  de Écija.

Una vez consolidada esta costumbre, destacaron muy buenos saeteros malagueños, como María Navarro o María la Faraona. Ésta última cantaba a nuestro señor El Cautivo así:


"¿Por qué lo llevan cautivo
siendo el más bueno en la tierra?
Delito no ha cometío,
¡desamarradle las cuerdas
al mejor de los nacíos!


Al Cautivo malagueño,
del barrio la Triniá,
se le ha quedao mi saeta
en su túnica enredá".




Continuará…


El próximo día seguiremos hablando sobre la saeta, cante tan popular de nuestra tierra andaluza, del cual quiero apuntar otras anécdotas  que pueden ayudarnos a conocerla mejor 




BIBLIOGRAFÍA:


“Evocación de la Saeta”, D. Miguel Ruiz- Borrego Arrabal. Boletín Archicofradía de la Sangre nº 4. Año 2.000.


http://lojondo.blogspot.es





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