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domingo, 30 de octubre de 2011

EL ESCRITOR MALAGUEÑO ARTURO REYES. AÑOS DE FORMACIÓN (III)

Según nos relata D. Cristóbal Cuevas Gil en su libro: "Arturo Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario"

“Ya desde su juventud demostrará el escritor malagueño Arturo Reyes una de sus facetas más características: sus dotes para la amistad.

Mantenía por entonces la más cordiales relaciones con Francisco Such, muchacho hercúleo, alegre y rico, con el que se enzarzaba en interminables discusiones, en las que a veces llegaban a las manos, llevando siempre en esto la peor parte el futuro poeta, quién muchos años después, ya cerca de su muerte, escribirá a su antiguo amigo recordando en tono añorante estos lejanos días: 
“Recuerdo  una vez que paseábamos por las callejas del Perchel te dió por provocar a los transeúntes; aquel día tenías necesidad imperiosa de reñir con alguien; me costó un trabajo loco hacerte desistir de retar a los que pasaban por nuestro lado, pero fue a costa de mi piel como siempre; aquella tarde, antes de separarnos, nos calentamos el cuerpo…; no pocas veces escapé con algún que otro cardenal, y en una ocasión casi en ropas menores, pues me rasgaste el pantalón de arriba abajo. Y sin embargo, te quería más que a ningún otro, y tú más que a todos los otros amigos.”

También entabló por esta época una entrañable amistad con el periodista y director del diario malagueño: "El Cronista", D. Eduardo León y Serralvo, que fue para él como un hermano, y que se mantuvo a su lado hasta el momento mismo de su muerte.

Otro de los rasgos que configurarán definitivamente su personalidad – su volcánico temperamento amoroso- empieza también ahora a dar señales de vida. Arturo descubre el fascinante mundo de la mujer ante la cual, tras establecer los primeros contactos, se siente subyugado.

“Había aprendido en la calle – escribe su nieto y prologuista- y no en los en los papeles, de las mujeres, y no de los novelistas el arte mudo de los amores subrepticios que aborrecen la indiscreta confidencia y la palabra escrita.”

Uno de estos amores primerizos es, sin duda, el que sintió por una tal Conchita, a quien dedicará un poema juvenil que, más tarde, había de ver la luz en el periódico malagueño "El Álbum . Su inmadurez lírica de entonces y su inexperto romanticismo aparecen conmovedoramente en algunos de estos versos:

“En mi delirio de amor
Que me entregaste soñaba
De tu ternura una flor,
Y con deleite aspiraba
Su perfume embriagador.”

Al final de su vida, recordará Reyes con honda nostalgia las horas pasadas ante las rejas de cien innominadas malagueñas, amores de un día, diversificación irresistible para el adolescente del ideal único de la mujer:

“Con cuánta pena yo os miro
ventanas bellas, que huellas
sois de un pasado que admiro!
¿Ay, cuánto y cuánto suspiro
se me fue, de mozo, en ellas!.”

Continuará…



BIBLIOGRAFÍA:
-Arturo Reyes. Su vida y su obra. Un enfoque humano del andalucismo literario”. Cuevas García, Cristóbal. Editado por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Obra Cultural. C.S.I.C. 1974.
- Periódico “El Álbum”. Málaga. Siglo XIX.
- Archivo familiar Reyes.

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