Hoy he pensado escribir sobre la vida de mi bisabuelo Arturo, para lo cual he tomado la referencia del libro “Cien malagueños notables ”, que escribió D. Antonio Bueno Muñoz en 1.956, edición patrocinada por la Caja de Ahorros de Málaga, y que puede ilustrar perfectamente los primeros retazos de la historia de su vida. De este modo también podéis comenzar a introduciros en la Málaga del siglo diecinueve, época de plena efervescencia cultural y que se encuentra en el olvido de la Málaga actual.
Sentaros, relajaros y dar paso a vuestra imaginación. Comienza así…
Sentaros, relajaros y dar paso a vuestra imaginación. Comienza así…
“Uno de los escritores que mejor han sabido reflejar en sus obras las características y peculiaridades del pueblo malagueño a finales del siglo diecinueve, ha sido el poeta y novelista Arturo Reyes Aguilar, nacido en Málaga en 1864.
Huérfano desde niño, tras sus elementales estudios, viose obligado a entrar de dependiente en un comercio propiedad de D. Eduardo Loring, consiguiendo después, al destacar como literato, su nombramiento como funcionario municipal.
Sus primeros versos los publicó en la revista “El Album”, y el cuento que primeramente viera la luz pública fue “Conchita la burrera”, inserto en “El Correo de Andalucía”, que entonces dirigía Juan José Relosillas.
El fruto poético inicial de su producción fue “Íntimas”, obra publicada en Madrid en 1.891, estimable colección de poesías. A este libro, que ya le hizo traspasar el umbral de lo desconocido, siguió una serie de novelas cortas bajo el título “Cosas de mi tierra” (Málaga, 1.893), cuya edición se agotó a poco de darla al público.
A “Desde el surco” (Madrid, 1.896) que es acaso su mejor libro poético, cuyo prólogo escribiera el insigne Núñez de Arce, siguió “Cartucherita”, novela andaluza, impresa en Madrid en 1.898.
Después de Cartucherita” escribió “El Lagar de la Viñuela”, que Menéndez Pelayo juzgaba como la mejor de todas. Posteriormente, en 1.901, “La Goletera”, que asentó su fama de escritor; “Del Bulto a la Coracha”, cuentos andaluces, Madrid, 1.902; “Otoñales”, libro de poesías, sereno y un poco triste, impreso en Madrid, 1.904; “Las de Pinto”, novela andaluza; “De Andalucía”, cuentos; “Béticas”, colección poética; “Cielo Azul”, novela; “De mis parrales”, 1911, poesías póstumas libro impreso en Málaga en 1914.
La revista “El Cuento Semanal” publicó varias novelas suyas, con gran éxito, siendo colaborador destacado de los principales periódicos y revistas de la época. También fue redactor durante mucho tiempo del diario malagueño “El Cronista”, por amistad con su director el notable periodista Eduardo León y Serralvo, donde se publicaron numerosísimos trabajos suyos.
Fue premiado en varios certámenes, dándose el caso de obtener en el que celebró el Ayuntamiento de Málaga en 1.894, dos premios a la vez, uno por su colección de poesías, y otro por una novela. En el apogeo de su fama la Real Academia le nombró correspondiente, y Málaga le tributó también un entusiasta homenaje, al que se asociaron las autoridades y representaciones oficiales de la población.
Disfrutó de gran reputación literaria, dedicándole encendidos elogios todas las grades eminencias de las letras nacionales. Julio Cejador, en su Historia de la Literatura, ha dicho de Arturo Reyes: “Era hombre sencillo, enemigo de luchar por puestos y dinero, bondadoso e inclinado a la clase baja del pueblo, que estudió y reflejó maravillosamente en sus obras, aunque en subidos tintes a veces, para elevar el carácter andaluz a un tipo poético, ideal, que condensara lo que en realidad veía su espíritu”.
Además de la fama que alcanzara como poeta, su brillo excepcional fue como prosista, novelista y cuentista de carácter regional, de exterior risueño y fondo trágico, puesto de relieve en todas sus obras.
Murió en 1.913, despidiéndose en versos suaves de aquella impetuosa, apasionada Andalucía de su juventud. Su hijo, el también notable escritor malagueño Adolfo Reyes, en uno de los párrafos de la estampa biográfica de su padre que precede a “Del Crepúsculo” dice, captando el último instante de su ilustre progenitor: “Ante sus pupilas melancólicas pasaba el tropel vistoso de las mujeres de la tierra, grandes en el fuego de su corazón; pasaban los mozos, orgullosos y nobles, en la apostura de su valentía; pasaban para no volver por los callados caminos andaluces. Entonces sus pupilas relampagueantes, ya apagadas en nubes de tristeza, veían las fiestas ya acabadas, las castañuelas mudas en las manos caídas, y en la copla gitana encendida la queja, elevado el sollozo sobre el desmayo de los corazones. Andalucía, que había sido fuego de su amor y alma de su vida, era ya solo un triste desfile de visiones humanas, y con ellas iba su gloria, iba su juventud… Adiós por los alegres caminos, el arriero, el tratante, las virtuosas parrandas, la comitiva fastuosa de los campesinos desposorios. Adiós por el atajo, al caballista; adiós, por la calle bulliciosa, la enamorada del airoso talle, el viejo sentencioso, el mozo juncal. Adiós todos, que os perdíais por los senderos de la vida, los que estáis ya apagados en su pensamiento”.
Bueno… ha terminado la sesión, se encienden las luces, gracias por vuestra atención y espero haya sido de vuestro agrado. Esto ha sido una primera toma de contactos con Arturo, lo mejor queda por venir...
Mañana probablemente escriba sobre mi abuelo Adolfo, hijo de Arturo, cuya vida fue también muy pero que muy interesante. No os perdáis el próximo capítulo.
Continuará...
No pienso perdérmelo!!!!! me tienes enganchada, niña... Me está gustando mucho esta manera de acercarnos la figura de tu bisabuelo ;)))). Espero ansiosa a mañana....
ResponderEliminarHOLA PEPA, ESTO QUE ESTAS HACIENDO ES MUY BONITO, AUNQUE TE CUESTE TRABAJO PIENSA QUE ES UN LEGADO IMPORTANTISIMO QUE TE DEJO TU PADRE Y QUE A LA VEZ PARA MALAGA ES UNA PARTE DE SU HISTORIA DE ESTAS 2 PERSONAS TAN INTELIGENTES Y AVANZADAS EN SU TIEMPO. UN BESO
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