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miércoles, 1 de junio de 2011

POESÍA DE ARTURO REYES: "A JENARO GUILLOT".

Tras unas intensas semanas de “Apoyo al Movimiento 15 –M”, quise convertirme, por unos instantes, en una humilde cronista de la realidad social de mi ciudad, y por ello, en estos últimos días, la actualidad ha sido la protagonista de este blog, informando e intentando dar a conocer esta causa ciudadana. Para ello he utilizado textos del archivo familiar, que me han servido para “apoyar este movimiento social que tanto está dando que hablar en la actualidad”.



Mi espíritu reivindicativo no deja lugar en mi corazón a las injusticias sociales cometidas,  y quiero mantener avivada siempre la llama de la indignación, que siento y sufro ante el momento histórico que estamos viviendo.

Hoy, el blog quiere hacer un alto en el camino, y volver a su objetivo inicial, finalizar de contaros las referencias que he encontrado sobre el desconocido actor teatral malagueño, y cuñado del escritor Arturo Reyes, -Jenaro Guillot-, para lo cual, publicaremos hoy una poesía que mi bisabuelo Arturo dedicó a Jenaro, y que reflexiona sobre la dificultad de alcanzar la cúspide de la fama y lo efímera que ésta es.



Nota: Fotografía del actor teatral malagueño Jenaro Guillot. 

La quiero dedicar a todos aquellos artista teatrales malagueños, que luchan día a día, por encontrar su espacio en el difícil mundo de la interpretación.

Espero que os guste… 

                      A JENARO GUILLOT. 

                  ¿Qué por qué cuando dichoso
me cuentas tus ilusiones
más bellas, tus confesiones
                siempre escucho silencioso?;
porque, si fuera envidioso
tus sueños no envidiaría,
porque duran sólo un día
en los cármenes las rosas;
porque yo sé muchas cosas
que tu ignoras todavía.

  Porque yo luché en mi senda
cual tú; con ánimo fuerte;
porque también á la suerte
vencer quise en la contienda;
porque yo; cual tú, mi tienda
alcé viril y arrogante
en la cumbre más distante
que vislumbró mi deseo;
¡cumbre donde Prometeo
gime siempre agonizante!.

  Remontarse Icaro quiso
al cielo y vestir sus galas,
y el sol desunió sus alas,
y descendió de improviso;
yo, sobre el antro que piso,
voy sintiendo que me anega
el tedio del que no llega
a la cumbre apetecida
y ve en sí reproducida
la hermosa fábula griega.

  Tú por fragantes verjeles
y por mares en bonanzas
te duermes entre esperanzas
y presentidos laureles;
aún son los sueños tus fieles
aliados más sinceros;
más ya estarán los primeros
desencantos en tu ruta,
preparando la cicuta
y afilando los aceros.

  Y quizá apures en breve
el cáliz envenenado,
y el corazón desgarrado
sientas a su golpe aleve;
¡más quién a parar se atreve
el alud o el torbellino!
¡como apartar al destino
de la senda ya trazada!
¡cómo evitar la celada!
puesta en medio del camino!

  Para que oponerse en vano
del huracán al empuje?
¡Ay del bajel cuando ruje
el indómito océano!
¡Ay del nómada africano
si encuentra en los arenales
del simoún las espirales!
¡Ay del viajero perdido
por la noche sorprendido
en los índicos juncales!.

  Batalla que no termina
lid en que el alma se postra,
es un loco quien la arrostra
y en ser vencedor se obstina;
ya en mí la fe no ilumina
el ámbito no alcanzado!
ya tras la fiebre ha llegado
el hastío más profundo;
ya nunca le pido al mundo
lo que el mundo me ha negado.

  ¿Para qué á la noche obscura
pedir el fulgor del día,
ni a la mudez armonía,
ni razón a la locura;
ni verdad a la impostura
ni vida a lo que está yerto,
ni certidumbre a lo incierto,
ni a la afrenta que no afrente,
ni quietudes al torrente,
ni fragancias al desierto?

  Yo ya me dí por vencido
en mi excéptico desmayo,
¡también si lo hiere el rayo
rueda el roble más erguido!
Ya el gladiador está herido
de muerte, ya en la jornada,
a la certera estocada
ha sentido el alma rota,
y hecha pedazos la cota
y hecha pedazos la espalda.

  Pronto, tal vez, la experiencia
con sus amargas crueldades
te enseñará las verdades
más rudas de la existencia.

  Fe, entusiasmo, inteligencia
corazón y fantasía
son el lábaro que guía
al soñador entre errores.
.   .   .   .   .   .   .   .   .   .   .

¡Dios quiera que siempre ignores
lo que ignoras todavía!.

                 Arturo Reyes.
(Desde el Surco, 1896)

Continuará...


BIBLIOGRAFÍA:

- “Desde el Surco. Poesías”. Arturo Reyes. Librería de Fernando Fé. Madrid 1896.
- Archivo familiar.




  

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