ARTURO REYES Y EL DIA DE ANDALUCÍA. POESÍA: "ENTRE GITANOS".

Hoy es un día especial, el Día de Andalucía, momento ideal para que los andaluces reflexionemos un poco sobre nuestros orígenes, carácter, costumbres, dialecto, talante, gastronomía, clima, y en definitiva, todas aquellas pequeñas características que nos hacen peculiares al resto del mundo...

 En definitiva, debemos colocar a nuestra región en su justo lugar y debemos sentirnos orgullosos porque ser andaluz es un pasaporte hacia el mundo entero. ¡Viva nuestra región, viva Málaga y el resto de sus provincias y viva ese arte andaluz que no se puée aguantá!. Vivimos en el paraíso… y doy gracias todos los días por ello…

Tanto mi bisabuelo Arturo como mi abuelo Adolfo fueron grandes amantes de su tierra,  Andalucía, a la que consideraron como a una madre, y ambos, a su manera, expresaron sus intensos y hondos sentimientos hacia su amada región.

Hoy quiero publicar una poesía de mi bisabuelo Arturo, en la que intentó plasmar las costumbres de nuestra Andalucía profunda. Es un romance titulado: “Entre gitanos”, probablemente desconocido para la mayoría de vosotros y que espero que sea de vuestro agrado...

ENTRE GITANOS

- Marditos sean tus huesos

y mardita sea tu sangre;

te veas manco y sarnoso

y no encuentres quien te rasque;

mardito seas, renegao;

que comío de alacranes

y tarántulas te veas;

que el chambel tires en balde

á las jembras de tronío;

que se te jaga vinagre

el peñascaró que bebas;

que te estrelles cuando saltes,

y cuando duermas te agiles,

y que á la postre arremates

de una puñalá trapera

y de un tiro en mala parte.”

Así decía con voz ronca

á otro en mitad de una calle

el tío Caspa, cañí neto

con más años que la Salve,

con más nudos que un pinsapo,

más enjuto que un alambre,

más rugoso que una pasa

de Corinto, más no obstante

luciendo aún el airoso

marsellés con alamares,

donde el zurcido y la mugre

libran batallas campales

por quién á quién lleva el pulso;

un catite que ya nadie

catite lo llamaría;

la extensa faja un alarde

de color, que es un delirio;

calzones por los que el aire

por más boquetes que arenas

tiene la mar, entra y sale,

y el camisón, tal prodigio

del claro-obscuro, que el arte

para copiarlo tendría

que aprender lo que no sabe.

- ¡Várgame un divé der cielo!

¿qué mal le he jecho yo á naide,

agüelito, pa que asina

usté me sobre y me farte?-

preguntóle al viejo el otro,

mozo de gallardo talle,

más negro que el negro humo.

¿Pa qué icirlo, si lo sabes?

¿pa que icirlo, poca lacha?

Por una cosa más grande

que er día der Corpus Cristi:

poique te vide hier tarde

jacer lo que naide ha jecho

en jamás de los jamases.

- ¿Cómo me vió usté, agüelito?

- Enmuece y no me hables;

te vide como te vide,

¡no jagas que me dispare!

- ¿Pero como fué?

- ¿Qué cómo?

¡Esquilando, de rearce,

a un asno con maquinilla

ingresa!..... ¿y no se te cae

er betún?.....esgalichao,

mal calé.

- ¿Y que le jace

que esquile con maquinilla,

si es mucho mejor?

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           Las frases

aquéllas hieren tan hondo

al viejo, que dando al aire

las relucientes tijeras

blasón de los de su clase,

adelanta el brazo izquierdo,

encorva el busto, y quién sabe

lo que allí ocurrido hubiera

si en aquel supremo instante

no hubiese llegado uno

del tricornio, con un sable,

con el cual ni el Padre Santo

puede hacer más cardenales

que él hizo en menos que canta

un gallo, según más tarde

los dos calés le decían

al autor de este romance.

Arturo REYES.

 El próximo día quisiera publicar algunas de las ideas innovadoras que mi abuelo Adolfo escribió sobre nuestra tierra que espero que también sea del agrado de todos vosotros.

 Continuará…